Opinión Internacional

La hora de la hora

El reciente crimen ocurrido en Guatemala sigue provocando conmoción porque es algo que no está lejos de la realidad de muchos de los países de la actual Latino América, donde los ciudadanos viven no sólo angustiados por la inseguridad sino también por la asechanza de quienes teniendo el poder quieren convertirlo todo en negocio, pasando sin más el límite de lo prohibido, transgrediendo las leyes como si nada y sobre todo aterrorizando a quienes encuentran a su paso a fin de hacer licito lo ilícito, pervirtiendo así la convivencia social que comienza a caer en el abismo de la criminalidad y de la delincuencia, bajo el pretexto de que todo está permitido, de que nada es anormal ni amoral si se hace a nombre del “cambio”.

La falta de ley llegó a tanto en Guatemala, a tal punto, que un abogado supo que iba a ser asesinado, lo previó, se dio cuenta que en el escenario de corrupción en el que se manejan ya los supuestos negocios de gobierno, el crimen parece haberse constituido en la moneda corriente de “cambio”, la única ley, la única realidad para quienes pretendiendo mezquinarse acaban sin embargo por x o z resbalando en la profunda grieta social marcada por la ausencia de las leyes.

Bolivia no está lejos de esta realidad, diríamos que ya casi toca los linderos, ya hemos tenido el sonado caso de YPFB, en el que se encontró una verdadera red de volteó que giraba tras los jugosos diezmos de las coimas, negociado millonario que terminó con la muerte de un empresario muerto a tiros en un asalto que tuvo como móvil la pelea que se armó en torno al ansiado botín.

Por supuesto que este no es ni por cerca el único caso, es el primero que se ha destapado hasta el punto de no poder seguir ocultando las irregularidades cometidas, pero existen graves indicios de situaciones de corrupción en otras reparticiones públicas y empresas nacionalizadas que siguen prosperando y que no son controladas y revisadas como corresponde.

También se está dando un peligroso caldo de cultivo en torno a las movilizaciones y a los movilizadores, hablamos de los dirigentes de colonizadores y militantes del Mas que son utilizados frecuentemente para atemorizar ciudades enteras o cercar al congreso. Estos grupos son los que a nombre de coordinar el cambio se han vuelto los abortadotes de leyes y sitiadores de ciudades que se resisten a políticas consideradas injustas.

Las movilizaciones que son una de las armas más utilizadas por el régimen actual, llevan a que los dirigentes se hayan convertido en caudillos de los que no puede prescindir el Presidente, razón por la cual el Ejecutivo les suelta dinero fácil, situación que ellos han sabido aprovechar para ir acumulando un capital y para iniciar emprendimientos que crecen de manera vertiginosa.

Este tipo de “negocio” a nombre del cambio, sumado al florecimiento del narcotráfico, está llevando a que nuestra sociedad haya pasado a ser tierra de nadie. El dinero ganado de manera fácil, a cuenta de prebendas, como pago de lealtades y de negocios ilícitos genera sin duda una situación de degradación de las costumbres y de los valores, lo cual termina en un clima de contubernios, de peligro permanente y finalmente cae en el delito, traducido en asesinatos y crímenes.

Es que la compra de dirigentes, para mantener al país bajo control es un método que corrompe inevitablemente a toda la sociedad, porque quien no se corrompe resulta también amenazado pues es tomado como un personaje peligroso que inmediatamente será objeto de persecuciones y sindicaciones para que quede con las voces embargadas. También los correctos terminan siendo corruptos por medio de la utilización de intrigas, corrillos, sindicaciones delincuenciales y todo un listado de artimañas que son sacadas de un manual que ha sido utilizado en todos los regimenes represivos y totalitarios.

En sociedades en las que desaparece la ley y todo se toma por mano propia, donde tanto las decisiones como las venganzas se tornan en tema de un ajuste de cuentas, el crimen pasa a ser el elemento que se tiene a mano para seguir haciendo de las suyas.

El caso del abogado Rosembrerg y del presiente Álvaro Colom es aleccionador, porque muestra hasta donde puede llegar el poder concentrado en una sola persona, en un clan de colaboradores inmediatos, mucho más cuando vemos que Rosenberg grabó el famoso video en el que anunció que posiblemente sería ejecutado apenas cuatro días antes de su muerte, quizás porque se había convencido de que era inevitable que atentaran contra su vida. Recordemos que le antecedieron en el cruel destino un empresario y su hija por el mismo caso definido como de financiamiento de proyectos inexistentes en los que estaba metida la esposa del presidente y donde había también lavado de dinero del narcotráfico.

El presidente Colom, un hombre sombrío, con rostro inexpresivo se ha limitado a decir: «Sólo muerto me sacarán del palacio» y a repetir la muletilla que también es sacada del manual de las dictaduras acusando que todas las sindicaciones que pesan sobre su persona forman parte de una conspiración para desestabilizar a su Gobierno. «Las acusaciones en mi contra son parte de un plan».

En su vídeo, el abogado Rodrigo Rosenberg anticipó que el presidente de Guatemala y sus allegados lo acusarían de formar parte de una conspiración: «Hay algo que siempre oímos, que hay un complot en contra del Gobierno”, y siguiendo este análisis parecería que en el manual de las dictaduras el término complot o intento de magnicidio aparece cada vez que va a haber algún exceso de uso de fuerza, o se va a imponer la violencia o puede darse incluso algún crimen.

En el manual también siempre se promete una investigación a fondo, cosa que nunca ocurre y los casos se cierran por maniobras, se niegan, se sobrepasan con otras revueltas, pues en estos regimenes no existe independencia entre los poderes y los muertos se tapan, se esconden, o se invisibilizan con más persecuciones y denuncias.

Pero antes de irnos recordemos las palabras preclaras de Rosenberg, ahora muerto: «Hemos caído en una Guatemala que ya no es nuestra; una Guatemala que es de los narcos, de los asesinos y de los ladrones».

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