Opinión Internacional

La importancia de llamarse oposición

Bolivia, es ahora más que nunca la encarnación de una tremenda paradoja. Es difícil entender que en un momento decisivo de nuestra historia muchos bolivianos se dediquen a su propio juego sin pensar en el país y en el contexto en el que nos encontramos inmersos.

Si vamos al grano, podemos colegir que en la elección que se avecina del 6 de diciembre no se juega sólo una definición del contexto nacional sino que además está en ciernes el contexto internacional relacionado con el Socialismos del Siglo XXI, mientras que para algunos, para los que miran los granos como las gallinas, se juegan las migajas del poder y de lo que aún queda de economía en estos países librados a su suerte y que pretenden ser cada día más alejados de los principios, las leyes y las libertades. Esta es la razón por la que no es casual que Honduras pretenda ser incendiada, a sabiendas que este país ha convocado a elecciones democráticas el próximo noviembre, justo un mes antes de las decisivas elecciones que tendrán lugar en Bolivia.

Tenemos que saber que no es casual que Mel Zelaya haya ingresado tratando de retomar Honduras, y que Chávez haya tenido la osadía de aseverar que “es un vaquero valiente” en una de las tantas alabanzas baratas con las que el venezolano suele alentar a quienes siguen sus políticas en América Latina. En realidad podemos hablar de una “estrategia conjunta” para designar de una manera elegante la trama que se cierne sobre nuestro continente aquejado de tantas amenazas, de una creciente inseguridad y de un espíritu de confrontación bélica que puede ocasionarnos enormes dolores en un futuro cercano.

En lo que hace a Bolivia, Evo Morales se muestra especialmente preocupado y ya ha lanzado su ofensiva. Él mismo y su vicepresidente García Linera han comenzado a anunciar lo que desesperadamente pretenden lograr a cualquier precio: hablan en este sentido de que no se debe permitir de que los departamentos obtengan una representación territorial opositora en el parlamento y más específicamente en la cámara de senadores. Esto por supuesto tiene una lógica, porque la representación territorial resulta decisiva y definitoria a la hora de acordar políticas pretendidamente “nacionales”- decisivas para ahogar o reivindicar la vida de los departamentos, y podríamos decir que esta representación resulta definitivamente peligrosa y amenazante para un gobierno centralista que no pretende dar al país lo que es del país y menos a los departamentos lo que es de los departamentos.

Evo se muestra especialmente preocupado porque sabe que en la próxima gestión, primero tiene que conseguir ser presidente y luego y si logra ser presidente tendría que conseguir gobernabilidad, situación que no le permite o equivale a hacer lo que le viene en gana puesto que el país que se viene no es en absoluto el mismo porque nuestro pueblo se está desperezando. La oposición congresal- tampoco será nunca más la misma, porque ahora será muy difícil que les cuenten a los bolivianos el cuento del tío, ese que nos contaron tantas veces y de una forma tan repetitiva que ya estamos hartos y enojados de escucharlo, el cuento ese en el que decían que transaban para no llegar a una guerra civil y un enfrentamiento fratricida, cuando en realidad se facilitaba el entreguismo y el verdadero enfrentamiento fratricida que ha tenido lugar entre bolivianos, que es lo que motivó y permitió que se invada Pando, que secuestre un prefecto, que se cerque a Santa Cruz, que se maten personas en Sucre y Cochabamba y que llevó a que se retroceda totalmente en la reivindicación por autonomías para Bolivia, tratando de anular este sistema de gobierno que es decididamente revolucionario para nuestro país, que representa un cambio real y no retórico y que permitirá un desarrollo solidario y en equidad de condiciones para todos departamentos y los bolivianos.

Evo sabe que ahora la representación parlamentaria tiene que definir políticas para todos los bolivianos sin mentiras y sin marginamientos; sabe también que los parlamentarios tienen que velar por justicia, libertad, pan, empleos, derechos y deberes para todos y eso lo asusta, porque prefería que siga procreando el juego distractivo, el juego entreguista y el cuento del tío que en realidad lo han armado dos o tres, o máximo cinco representantes que obstruyeron que los otros luchen por el futuro de Bolivia y de los bolivianos.

Siempre habrá quienes atiendan su juego, pero cada vez son menos y estamos más prevenidos, por eso es que Evo está realmente con los pelos de punta e incluso está haciendo decir que en Santa Cruz él está ganando en las preferencias ciudadanas al igual que sus socios y los amigos que se siguen prestando a atender sus propios juegos y por lo tanto juegan a calcular que sacarán sus propias ventajas.

Ahora podemos decir sin ánimo de ofender a nadie que el actual juego político resulta tan paradójico como confuso, puesto que usa todo lo que encuentra a su paso, encuestas, amedrentamientos, falsos debates e ilegalidades, pretendiendo hacer retroceder la preferencia de los ciudadanos que sin embargo podemos comprobar que se inclina cada día con mayor decisión a restaurar la democracia, la libertad y la justicia, sin falsos paradigmas centralistas y de confrontación que finalmente sólo favorecen a los más ricos y poderosos, que en esas curvas sinuosas de la política nos dan la enorme sorpresa de descubrirlos juntos, revueltos y apostando y jugando a la obtención y concentración de los mismos intereses.

De todos modos la historia la escribiremos los que estamos siendo testigos de este proceso. Este retazo de historia tenemos que escribirlo sin sangre, con la tinta del alma, con verdad, se enoje quien se enoje y proteste quien proteste, porque ya es hora que los bolivianos mostremos a quienes detrás de sus máscaras se mueven por sus propios intereses, y que mostremos que los intereses resultan ambidiestros puesto que confluyen en la izquierda o en la derecha en la medida en que se alían con el postor que les parece más próximo y más rentable.

Tenemos que obligar a que a estos jugadores ambidiestros no les quede otra que retomar al juego democrático que permite un equilibrio, debemos ponerlos frente a la balanza de un parlamento con contrapeso de poderes, para que nuestro país retome el camino de la democracia, para que propasemos finalmente esa postura deshonesta que pretende hacernos creer que es patriota o está haciendo patria quien en realidad sólo se dedica a atender su propio juego de intereses. En este contexto los opositores tienen que llamarse tales sin enmascararse o disfrazarse en falso eufemismos.

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