Opinión Internacional

La reinserción de Cuba en el sistema regional

Como era de esperarse, la V Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Trinidad y Tobago el viernes y sábado próximos está concitando el interés de toda la región, no solo por las materias que conforman el temario a ser considerado por los 34 jefes de estado que fueron invitados a participar, sino porque será la primera ocasión en que Barack Obama se presente ante el conjunto de sus pares del hemisferio. Se supone que en esta oportunidad comenzaremos a desentrañar uno de los enigmas que todavía envuelve a su mandato, cuál es la forma de cómo concibe el relacionamiento de su país con América Latina y el Caribe y, en función de ello, cómo podrían proyectarse los vínculos interamericanos en el corto y mediano plazos en los planos tanto bilateral como multilateral.

No obstante que Obama repite la fórmula de su antecesor para su presentación hemisférica, va a encontrarse con una realidad muy distinta. Se topará con gobiernos que, con mayor o menor intensidad y de una u otra manera, han ido surcando caminos que reflejan un grado significativo de autonomía frente a los designios estadounidenses en los ámbitos político, económico y social, lo cual ha determinado el surgimiento de una inédita correlación de fuerzas que le impone la necesidad de adoptar novedosas fórmulas para determinar su estrategia de interrelacionamiento con el hemisferio.

Los cambios introducidos por los gobiernos se expresan, entre otros aspectos, en la forma cómo vienen relacionándose entre sí los 33 países latinoamericanos y caribeños y, más aún, las otras 34 naciones del hemisferio, al considerar los vínculos con Canadá. Cuando a ese cuadro de interrelaciones se le incorporan las vinculaciones con los Estados Unidos de Norteamérica, inmediatamente resalta la todavía inexplicable ausencia de relaciones de ese país con Cuba, a lo cual se agrega el mantenimiento del bloqueo económico que enfrenta la Isla desde hace casi medio siglo. Esta situación, apenas si flexibilizada con las recientes medidas adoptadas sobre las comunicaciones, los viajes y la remisión de remesas, contrasta abiertamente con la actitud asumida por la región latinoamericana y caribeña y Canadá frente al pueblo y el Gobierno cubano.

Desde 1962 cuando se hizo efectiva la suspensión de la participación de Cuba en la OEA, los nexos de la región con ese país han sido muy fluctuantes en el ámbito bilateral; sin embargo, gradualmente se fueron restableciendo los vínculos diplomáticos, a tal punto que en la actualidad, solamente El Salvador no los ha reanudado, aunque el reciente Presidente Electo de ese país, Mauricio Funes, ya anunció su disposición de hacerlo. Distinta fue la conducta observada en el marco del sistema del sistema regional, en el cual Cuba, en forma progresiva, ha mantenido una activa participación.

El primer hecho que puso a prueba la voluntad la región para acoger a Cuba en su sistema se produjo en el proceso de negociación que concluyó el 17 de octubre de 1975 con la suscripción del Convenio Constitutivo de Panamá, mediante el cual se institucionalizó el Sistema Económico Latinoamericano (SELA). Diecinueve años después, el 24 de julio de 1994, Cuba es uno de los Estados Miembros fundadores de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) al suscribir el correspondiente Convenio Constitutivo en la ciudad de Cartagena de Indias. Como ambas organizaciones procuran el establecimiento de sistemas de cooperación y, en el primer caso, la adopción de posiciones comunes ante foros internacionales, el accionar de Cuba, a pesar de ser muy activo, no tuvo mayor trascendencia al no afectarse intereses concretos que pudiesen estimular una reacción adversa por parte de los gobiernos estadounidenses de turno.

Situación distinta se presenta a partir del 26 de agosto de 1999, cuando se perfecciona el ingreso cubano a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) abriéndosele, así, las puertas para regularizar sus relaciones comerciales con los países originalmente suscriptores del Tratado de Montevideo 1980, acto que constituyó un claro desafío a las disposiciones adoptadas por los Estados Unidos para hacer efectivo el bloqueo, las cuales pretenden causar efectos extraterritoriales. Este hito histórico de las vinculaciones regionales con Cuba es complementado el 17 de diciembre pasado, cuando se le admite como miembro pleno del Grupo de Río, cuya connotación política en el despliegue de sus acciones huelga comentar.

La plena reinserción de Cuba en el sistema regional lleva a calificar también como inexplicable su ausencia en el cónclave hemisférico que se escenificará a finales de esta semana. Es indudable, como ya ha trascendido, que tanto el Gobierno estadounidense como la Secretaría General de la OEA extremarán sus esfuerzos para evitar la consideración de este tema como parte de la agenda de la Cumbre e, incluso, se conoce que ni siquiera sería mencionado en la declaración que emanaría de la misma. Se incurriría en un grave error histórico si se ignora la nueva realidad que ha emergido en la región.

Si así sucediera, no es difícil vaticinar un futuro poco promisorio a ese tipo de reuniones, como tampoco resultaría complicado vislumbrar un porvenir muy magro para las relaciones hemisféricas, porque éstas continuarían fundamentándose en la exclusión y la discriminación sin razón. Probablemente, esta materia será el gran desafío que enfrentará Obama en su presentación ante Latinoamérica y el Caribe. Ojalá que entre los tantos enigmas que aún entraña su gestión, no se encuentre el de la ceguera histórica.

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