Opinión Internacional

La tragedia humana de Siria

Todo conflicto bélico trae consigo una tragedia humana. No solamente por la cantidad de bajas que registran las fuerzas combatientes sino por el sufrimiento que tiene que soportar la población de uno y otro lado del frente de guerra.

El caso de la guerra en Siria no es una excepción, pero luego de más de tres años de combates entre las fuerzas rebeldes y las fuerzas del dictador Bashar al Asad y entre los distintos grupos rivales que integran la legión de opositores al régimen, la tragedia humana que ha generado ese conflicto ha alcanzado niveles intolerablemente atroces.

Las Naciones Unidas, en la persona del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) declaró que el caso de Siria es «la Gran Tragedia» del siglo, «una calamidad humana indescriptible. Con atrocidades, sufrimientos y desplazamientos de población sin paralelo en la historia reciente de la humanidad. La crisis ha empeorado dramáticamente en los meses recientes».

Además de las más de cien mil (100.000) personas muertas en combate o como consecuencia de acciones militares y un número indeterminado muriendo por la falta de alimentos, medicinas y de asistencia médica, cerca de un tercio de la población, mujeres, niños y hombres se desplaza hacia zonas «seguras» de la propia Siria o cruzan las fronteras de los países vecinos huyendo de la guerra civil, llevando consigo apenas algunas piezas de ropa.

En Líbano se encuentra el 14 % de la población siria y en Jordania el 10 %. Se calcula que en Turquía hay no menos de 500.000 refugiados, en Iraq hay 207.000 refugiados registrados, en Egipto 128.000 también registrados y otros 17.000 igualmente registrados en países del norte de África.

El conflicto Sirio alcanzó un nivel sumamente crítico el pasado mes de agosto por los informes que denunciaban el uso de armas químicas que ocasionaron la muerte de más de 1.492 personas, entre ellas 400 niños.

Todas esas cifras corresponden a informaciones publicadas el año pasado. Para ese momento el ACNUR manifestó honda preocupación porque las cifras de refugiados y desplazados revelaban un incremento de 1.8 millones en un año. Para esta fecha los números seguramente registran un aumento considerable.

En un artículo anterior traté el tema de la guerra en Siria desde el punto de vista del conflicto armado y de las débiles perspectivas de que los esfuerzos diplomáticos en curso en Montreux puedan conducir a una solución.

Independientemente de los esfuerzos que los países participantes en la reunión de Montreux llevan a cabo para propiciar una solución negociada del conflicto militar y político, es imperativo que la comunidad internacional se movilice para poner fin a esa horrenda tragedia humana y al sufrimiento de la población siria, cualquiera sea el bando al cual pertenece o el lugar donde se encuentre.

El primer paso debe consistir en comprometer a todos los combatientes, al gobierno y a los grupos rebeldes de cualquier tendencia a ajustar su conducta a las disposiciones de la IV Convención de Ginebra relativa a la protección de personas civiles en tiempo de guerra. Resulta imperativo poner fin a las violaciones de los derechos humanos, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad que ocurren en ese país.

Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países árabes aportan cantidades importantes de dinero, víveres y otras formas de asistencia que permite aliviar las condiciones en los campos de refugiados, pero la ayuda directa a la población siria confronta serias trabas para llegar a sus destinatarios.

Como lo plantea la responsable de las Naciones Unidas en asuntos humanitarios, Valerie Amos, la comunidad internacional debe considerar la necesidad de llevar a cabo «operaciones transfronterizas» para superar los considerables obstáculos que el gobierno y los grupos rebeldes oponen al suministro de ayuda y poder hacer llegar a su destino la ayuda humanitaria a por lo menos cuatro millones de personas que necesitan asistencia. Varias ciudades sirias se encuentran bajo sitio por las fuerzas leales al régimen, donde se encuentran atrapados miles de pobladores sin agua, alimentos o asistencia sanitaria.

La señora Amos propone pausas humanitarias para permitir que las operaciones transfronterizas cumplan su objetivo. Ambos bandos tienen la responsabilidad de facilitar el acceso de la ayuda humanitaria a través de las líneas de combate entre las áreas en manos del gobierno y los rebeldes.

La comunidad internacional no debe perder de vista el hecho de que la guerra de Siria es potencialmente un factor desestabilizador para toda la región y, ulteriormente, para todo el planeta.

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