Opinión Internacional

La voz que clama en el desierto

Sin duda, Adolfo Sánchez Vázquez ha sido de todos los pensadores españoles en el exilio, quien de una forma más constante se ha preocupado de los problemas planteados por el marxismo, especialmente de las cuestiones relacionadas con el arte y la estética. En este sentido son importantes sus libros Las ideas estéticas de Marx (1965) y Estética y marxismo (1970). donde reactualiza los planteamientos estéticos dentro del marxismo. El otro tema que le ha preocupado es el de la conducta, visto también desde el ángulo marxista; en esta línea es interesante su Etica (1969) y lo que quizá constituye su libro fundamental: Filosofía de la praxis (1967), que en puridad exigiría un detenido análisis. Otras obras destacadas son: Del socialismo científico al socialismo utópico, La poesía de Rafael Alberti y Sobre arte y revolución.

Sánchez Vázquez había publicado poquísima poesía en España, durante la guerra civil, y, en ese momento creó algún poema que habrá de publicar en México, en revistas. En 1942 apareció su único libro de poesía El pulso ardiendo. Quizá la máxima cualidad de la poesía de Vázquez Sánchez esté en su capacidad de comunicar una serie de sentimientos a través de un lenguaje nada sencillo; de un lenguaje que con bastante frecuencia se aproxima al surrealista; un lenguaje imaginativo siempre y que, sin embargo, logra reflejar la realidad que se está viviendo, día a día y minuto a minuto.

Adolfo Sánchez Vázquez nace en Algeciras el 17 de septiembre de 1915. Hijo de un teniente del Cuerpo de Carabineros, se traslada con su familia a El Escorial y desde allí, en 1925, fija su residencia en Málaga. En la capital de la Costa del Sol inicia sus estudios de Bachillerato, posteriormente, los de Magisterio.

El propio Sánchez Vázquez nos cuenta sus inicios literarios : «Mis primeros escarceos en este campo se desarrollaron en Málaga en la primera mitad de los años treinta, animado por la personalidad -humana y poética- de Emilio Prados, uno de los grandes de la generación del 27 (…). Por aquellos años Rafael Alberti, empeñado en conjugar el más alto nivel de poesía y revolución, fundó la revista Octubre, y a ella envié un romance que apareció en uno de sus números, en 1933».

En 1935, Sánchez Vázquez inicia sus estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. En la capital de España frecuenta las tertulias, en ellas traba amistad con Miguel Hernández, Arturo Serrano Plaja, Pablo Neruda… Comienza a colaborar en la sección de literatura de Mundo Obrero. En Málaga funda la revista Sur dedicada a la poesía. La rebelión militar de 1936 le sorprende en Málaga. Abandona los estudios y empieza a escribir su libro de poemas El pulso ardiendo, que verá la luz de su publicación años después, ya en el exilio. Durante la guerra incivil dirige el periódico Ahora, órgano de expresión de las Juventudes Socialistas Unificadas y más tarde, Acero, periódico del 5º Cuerpo del Ejército.

En 1939 emprende el exilio hacia París. En Séte, puerto francés del Mediterráneo embarca hacia México. El y Juan Rejano, fueron los primeros en escuchar, durante el viaje el poema «Entre España y México» de Pedro Garfias, con estos versos tan significativos «con España presente en recuerdo, / con México presente en la esperanza».. En junio de 1939, llegan a Veracruz. «Desembarcamos entre aplausos y vítores -nos contaba Adolfo-. Al hacerlo, estrenábamos una nueva e incierta vida: la del exilio.» De la significación de esta amarga palabra: exilio, Sánchez Vázquez ha hecho una bella y terrible definición. «El exilio -nos decía- es un desgarrón que no acaba de desgarrarse , una herida que no cicatriza, una puerta que parece abrirse y no abre…» En su conferencia impartida en el Ateneo Español de México, en marzo de 2000, nos decía: «Vivir el exilio como destierro no significa sólo verse forzado a abandonar la patria, sino también a sentirse sin raíz ni centro en la tierra que le acoge. Por ello, lo que el desterrado valora no es lo hallado, sino lo perdido, no el presente, sino el pasado que vivió y que ahora reaparece en sus sueños hecho futuro».

Adolfo Sánchez Vázquez terminó su carrera de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que fue catedrático a tiempo completo y coordinador del Colegio de Filosofía. También fue profesor de la Universidad de Michoacán. En México, participa en la fundación de Romance y colabora en España Peregrina, revista de la Junta de Cultura. En 1941 se casa con Aurora Rebolledo («el amor de toda mi vida»). En 1975, vuelve por primera vez a España desde su partida al exilio. En 1984 recibe el nombramiento de doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Puebla.

Filósofo, ensayista, periodista y poeta. Andaluz ilustre e ilustrado. Adolfo Sánchez Vázquez es un pensador crítico y tenaz, marxista convencido de que las sociedades humanas no tienen cabidas en rígidos esquemas dogmáticos, que la libertad, la igualdad, la democracia y la pluralidad no son palabras huecas que llenan las hojas de proclamas y discursos, sino las únicas señales que habrán de conducir a las sociedades a ser verdaderos espacios para que el individuo se afirme plenamente. Una voz que clama en el destierro: «Torre humana o árbol sobrehumano / contra el hacha, en el aire levantado / sin raíz ni cimiento, desterrado».

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba