Opinión Internacional

Las huellas de Granda

En octubre de 2002 se presentó un incidente en el aeropuerto de Maiquetía cuando a dos mujeres con visas otorgadas desde Cuba, se les impidió la entrada a Venezuela dado que tenían autorización para un solo ingreso y ya lo habían utilizado. Un colombiano y dos efectivos de la DISIP que le escoltaban, autorizados por el entonces ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín; se presentaron en el pasillo de tránsito del aeropuerto logrando que se autorizara el ingreso a Venezuela de las dos mujeres.

El personaje en cuestión no era otro que el «canciller de las FARC» Rodrigo Granda y las visitantes su esposa Yamilet Restrepo Londoño y su hija Mónica María Granda Restrepo. El episodio quedó registrado en el libro de novedades del organismo, suscrito por el teniente de la GN Juan Carlos Caguaripano. La denuncia había sido realizada por el general (GN) Marco Ferreira Torres, quien para entonces era director de la Dirección de Identificación DIEX y hoy se encuentra en el exilio en Florida.

Par esa fecha nadie en Venezuela sabía quién era Rodrigo Granda y apenas un año antes las autoridades colombianas habían logrado detectar su verdadera identidad y las actividades que realizaba como canciller de las FARC.

Según un reporte de El Tiempo de Bogotá, la identidad de Granda se había logrado a partir de un documento sobre una cumbre en Trípoli que reveló que Granda era un emisario del jefe del las FARC, Raúl Reyes. Desde entonces un grupo especial de la inteligencia colombiana se dedicó a seguirle los pasos hasta que en 2004 comprobaron que vivía protegido en Venezuela.

Su secuestro en Caracas en diciembre de 2004 y su posterior traslado forzado a Colombia pusieron al descubierto los rastros de las relaciones cercanas que mantenía con las autoridades venezolanas. Los expedientes del caso, en poder de El Universal, dan cuenta cómo este hombre, cuya identidad había sido una incógnita para la inteligencia colombiana, tenía al menos tres años viviendo con su familia en Venezuela. Su historia dice mucho de las vinculaciones entre el Gobierno y las FARC que tantos conflictos han generado entre ambos países.

Poco antes de la reunión del Consejo Permanente de la OEA el pasado mes de julio donde Colombia presentó documentos sobre la presencia de campamentos guerrilleros en Venezuela, en un comunicado oficial el Gobierno de Colombia aseguró que Rodrigo Granda, se encuentra nuevamente en Venezuela al igual que Iván Márquez y otros importantes jefes de las FARC.

La captura de Granda

El 13 de diciembre de 2004 un grupo de efectivos del Comando Antisecuestros de la GN capturó en Caracas, frente al cafetín de la clínica Razzeti a Rodrigo Granda y el día 15 fue entregado a las autoridades colombianas en el puente internacional de San Antonio del Táchira. A raíz de ese episodio el Comando Antisecuestro fue desmantelado y su comandante, el teniente coronel Humberto Quintero Aguilar fue acusado por «traición a la patria» y condenado a tres años de cárcel. Quintero se encuentra en el exilio. El grupo de efectivos que realizaron la operación fueron puestos en libertad a cambio de una confesión y hoy se encuentran dispersos en lejanos puestos fronterizos.

La información que manejaba entonces la inteligencia colombiana, es que en efecto Granda se encontraba en Venezuela como enlace con el Gobierno venezolano para -entre otras tareas- promover internacionalmente el reconocimiento de las FARC como fuerza beligerante. Más tarde en los archivos encontrados en las computadoras de Raúl Reyes se estableció cómo Granda desde Venezuela coordinó las relaciones con ETA y en especial con el etarra Arturo Cubillas, quien entonces trabajaba para el Ministerio de Agricultura y Tierras.

La información de la ubicación de Granda la dio un presunto agente colombiano y en ese tiempo, a pesar de las diferencias políticas entre los gobiernos, las autoridades militares y policiales en la zona fronteriza solían intercambiar información sobre irregulares. Lo de Granda fue parte de ese intercambio en el que eventualmente intercambiaban irregulares solicitados. Se dice que el comando venezolano recibió una alta recompensa por la operación pero los investigadores nunca detectaron dinero alguno en las cuentas de los investigados.

Para el momento de su captura, se conoció que desde hacía un tiempo Granda vivía en Caracas y se movilizaba con documentación legal venezolana e incluso apareció registrado para votar en el CNE con la cédula 22.942.118, la cual fue excluida luego del registro electoral.

Un comunicado de la Cancillería venezolana dijo entonces que Venezuela, hasta ese momento desconocía la identidad de Rodrigo Granda, que el supuesto guerrillero no tenía solicitud de captura por Interpol y que, si tenía papeles de identidad, eran falsos.

Ciertamente las entrevistas realizadas con agentes de Interpol durante las investigaciones dan cuenta de que Granda apenas figuraba en una lista de insurgentes que podrían estar en territorio venezolano, pero para la fecha no tenía orden de captura.

Raíces en Venezuela

Pero Rodrigo Granda, su esposa y su hija gozaban para el momento de protección del Gobierno venezolano. Según información que manejaba el general Marco Ferreira la gestión para la permanencia de Granda y su familia la realizó Ramón Rodríguez Chacín.

El testimonio de una sobrina de Rodrigo Granda, quien tenía contacto regular con el líder de las FARCn da cuenta que el insurgente se movía con comodidad en Venezuela. En esos días de comienzos de diciembre de 2004 había asistido al Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y al II Congreso Bolivariano de los Pueblos. Ambos eventos fueron organizados por el Gobierno bolivariano, pero las autoridades alegaron que no podían tener el control de todos los asistentes.

El día de su captura Rodrigo Granda sostenía una entrevista con un periodista colombiano, Omar Rodríguez Díaz, quien trabajaba para Le Monde Diplomatique. El periodista, identificado con la causa de las FARC y de los movimientos radicales del continente, narra en el expediente que contactó a Granda en el evento de intelectuales en el hotel Caracas Hilton, donde, según dijo, sabía que encontraría activistas sociales y líderes políticos del continente.

Diana María Montenegro Granda, odontóloga, sobrina de Rodrigo Granda y con domicilio en San Mateo, estado Aragua, expresó ante las autoridades que había visto a su tío 8 días antes de su captura en su consultorio odontológico y que lo había visto con frecuencia en los últimos dos años por iniciativa del propio Granda. Al preguntársele sobre las actividades que realizaba Granda en Venezuela dijo desconocer con exactitud a qué se dedicaba pero que sabía que se reunía con intelectuales, con políticos y con funcionarios del Gobierno. En cuanto al tiempo que tenía Granda en Venezuela respondió que aproximadamente 10 años, pero que ella comenzó a tener contacto con su tío desde hacía dos años (antes de su captura en 2004).

Liberación y vuelta a la montaña

Condenado a 30 años de cárcel, Rodrigo Granda vuelve a ser noticia tras una solicitud del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien en busca de la liberación de Ingrid Betancourt, pide a Uribe la excarcelación del «canciller» para que se ponga al frente del intercambio de rehenes en la cual Hugo Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba serían intermediarios.

La boleta de excarcelación emitida en junio de 2007 le permitiría a Granda viajar a Cuba donde estuvo tres meses y regresaría en octubre vía Caracas a las montañas de Colombia. Un comunicado difundido por la Agencia Bolivariana de Noticias daría cuenta de su regreso: «arribó a las montañas de Colombia, procedente de la isla de Martí, el camarada Rodrigo Granda, nuestro apreciado «Ricardo» (… ) quien entra a actuar por determinación autónoma de las FARC como puente de comunicación entre nuestra organización insurgente y el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela que viene jugando un papel importante en la mediación a favor de un acuerdo de canje humanitario…».

En una entrevista concedida por Rodrigo Granda señala que de la Habana volvió a Caracas y desde allí pudo estar de nuevo «en los siempre añorados campamentos insurgentes (… ) allí estaban Iván Márquez, Santrich, Lucía, Marco Calarcá y cientos de combatientes» (… ).

Granda aparece al poco tiempo en las reuniones en Miraflores junto a Iván Márquez y la senadora Piedad Córdoba en donde son recibidos por el presidente Hugo Chávez. Pero el Gobierno colombiano desiste más tarde de la intermediación de Córdoba y de Chávez. Esa fue la última aparición conocida de Rodrigo Granda.

Al desconocer las condiciones que motivaron su liberación, el Gobierno de Colombia, casi un año después, retiró formalmente el estatus de gestor de paz a favor de Rodrigo Granda. Con esa nueva decisión Granda está nuevamente en la lista roja de Interpol entre los guerrilleros colombianos más buscados.

Según los servicios de inteligencia de Colombia, Granda está nuevamente en Venezuela y una de sus tareas inmediatas es la coordinación de un nuevo congreso del Movimiento Continental Bolivariano, organización fundada en Venezuela que agrupa a los movimientos antiimperialistas del continente y en la cual las FARC tienen una importante participación.


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