Opinión Internacional

Las mayorías al poder

(%=Image(5805485,»R»)%)Era el examen de Introducción al Derecho y el presidente del tribunal, Jaime Moscoso, lucía impecable, como era su costumbre. Era una hombre pulcro que parecía un maniquí. Cambiaba dos veces de indumentaria por día. Pero no sólo era fanático del buen vestir, sino un abanderado del castellano, de su profesión y de algo más.

Don (los muchachos jóvenes lo llamabamos así) Macario Plata había reprobado varias veces el examen, pero no se daba por rendido. Era el «decano» entre los alumnos del primer curso de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés. Para entonces aparentaba unos 45 años bastante bien llevados. Y aquella vez estaba seguro que dominaba la materia y que no lo aplazarían.

Dado que en los exámenes del año anterior el catedrático había reprobado a un alumno cruceño que fue al examen sin corbata y en blue jeans, Don Macario no quería que ese detalle fuera una causal de su aplazamiento y vestía un hermoso terno azul, camisa blanca y una chillona corbata roja.

Cuando le tocó encarar al tribunal examinador, Don Macario sacó el bolo 1, cruzó una pierna sobre la otra en señal de confianza y empezó: «Cumo íbamos dishiendo…»

«¡Qué íbamos diciendo!, tronó el catedrático. «Pirdone doctor, pero yo he esturiaro la matiria…», quiso continuar Don Macario.

El examinador se puso rojo y le espetó: «Oiga Plata ¿cómo usted quiere ser abogado si no sabe ni hablar el castellano? Tome asiento», le ordenó, tocó la campanilla y lo reprobó por enésima vez.

Obviamente, más allá de cualquier otra consideración, lo que quedaba claro es que se produjo una clara muestra del discriminación racial porque Don Macario Plata era un aymara por donde se lo viera y se lo escuchara.

(%=Image(3258756,»L»)%)Y es que por aquellos años algunos catedráticos no aceptaban que la Universidad se abriera a las mayorías nacionales. Para entonces, los primeros años del 60, ya había fracasado el experimento de las universidades populares patrocinadas por el MNR al calor de la Revoluciòn del 9 de abril. En la UMSA había dejado de existir la Universidad Popular Tupac Katari.

Ahora cuando visito mi Alma Mater veo cuánto han cambiado las cosas. Los Mamani, los Quispe, los Huanca, los Plata, los Condori, los Apaza casi conforman la mayoría del estudiantado. Los hijos de la «clase media» se han arrinconado en las universidades privadas y los de las familias pudientes hacen lo que siempre han hecho, terminar sus estudios en el exterior.

Por eso es que ahora tenemos un líder aymara, Felipe «El Mallcu» Quispe, que se ufana de tener aprobado el cuarto curso de historia en la UMSA. Por eso, también, Alejo Veliz, otro dirigente indígena, es graduado en Sociología, así uno lo vea en las calles de Cochabamba con ese sombrero que no se saca ni para dormir, su bola de coca en un pómulo y calzado con abarcas de cuero.

Y bueno ¿a qué viene todo esto? Se preguntarán. Pues a que yo creo que las grandes mayorias nacionales están formando sus cuadros dirigentes a través del único método de liberación del hombre que existe: la educación, la instrucción. Cuando más instruido un hombre, cuanto más educado, habrán menores posibilidades de que se lo engañe, que se lo explote, que se le mienta.

(%=Image(4761960,»R»)%)En ese sentido, pienso que el rumbo que ha tomado Bolivia es positivo e irreversible. Por eso suena descabellado el que se quiera «balcanizar» el país con republiquetas, aymaras, quechuas o cambas y que a las masas se les esté metiendo ideas de «liberación» que no están sino en la cabeza de algunos ideólogos neomarxistas y que fungen de asesores indígenas.

El último acuerdo entre los campesinos y el gobierno es apenas un paño tibio a la enorme problemática indígena del país. Lo saludable, empero, es que se haya producido evitando que la «lucha de clases» entre q’haras y t’haras se traduzca en un brote de violencia descontrolado donde los que tienen que perder siempre serán los más débiles.

Nuestro neomarxistas parecen no haber aprendido la lección de 1971, y en su afán de apresurar irracionalmente la toma del poder por esas mayorías le están jalando la cola a un montón de leones que no son de circo, que se sienten dolidos porque a su bandera se le llame trapo, que se declare abiertamente «territorios libres» o que denosten a otros símbolos nacionales.

Lo mismo vale para aquellos propulsores de la estupidez llamada «nación camba» quienes al parecer no salen de los barrios de la burguesía cruceña para enterarse con sólo pasearse por las calles que el 80 por ciento de la poblacion del departamento tiene origen aymara o quecha.

Los heraldos de la «nación cambia» o la «nación aymara», o lo que se llame, harían bien en reestudiar la Constitución Nacional que nos declara integrantes de un Estado multinacional, plurilingue y pluricultural Otra cosa no es sino punzar con un palito a esos otros leones con nombre y apellido: Dios, Patria y Libertad o Familia, Orden y Trabajo.

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