Opinión Internacional

Las verdades de “Human Rights Watch” molestan a los autócratas del mundo

La organización no gubernamental “Human Rights Watch”, viene haciendo desde 1978 un excepcional trabajo en defensa de las poblaciones e individuos a quienes se les violan sus derechos humanos, por gobiernos u organizaciones de todo el mundo; quienes actúan al margen de la ley, y en contra de la decencia y del respeto a las personas y pueblos.

Dentro de las responsabilidades de la ONG, HRW, están: 1) Compartir, con las víctimas de violaciones de derechos humanos y los defensores de estos derechos, un deseo de justicia: combatir la impunidad, prevenir la discriminación, defender las libertades políticas y prevenir atrocidades en tiempos de guerra. Investigan y denuncian violaciones a los derechos humanos, exigiendo a sus autores que rindan cuentas por sus actos. 2) Exigir a todas las autoridades—y, en general, a todos aquellos que detentan una posición de poder—que ponga fin a los abusos y respeten las normas internacionales de derechos humanos y el derecho internacional humanitario.

Para desarrollar esta difícil e incomprendida misión, esperan el apoyo de la opinión pública y la cooperación de la comunidad internacional para la defensa de los derechos humanos de todos. Dado que estas violaciones se producen con mayor frecuencia en países con gobiernos democráticos totalitarios, o dictaduras de derecha y de izquierda, y/o eventualmente por gobiernos supuestamente democráticos con gobernantes soberbios y déspotas; es natural que los principales enemigos de esta organización sean los autócratas del mundo que se creen infalibles e inmunes a la hora de tomar decisiones que afecten a las personas.

El ejemplo más cercano de los excesos de estos gobernantes autócratas, y del desprecio que le tienen a estas organizaciones humanitarias, lo acaba de dar el presidente de Venezuela Hugo Chávez al ordenar expulsar del país al doctor José Miguel Vivanco, representante para las Américas de dicha organización, por el hecho de haber comentado en un informe, las múltiples deficiencias y las reiteradas violaciones del gobierno de Venezuela con respecto a los derechos humanos.

Muy pocas organizaciones internacionales están tan bien documentadas respecto a la verdad de lo que sucede en Venezuela, como “Human Rights Watch”. Ese informe que presentó resumidamente el doctor José Miguel Vivanco, en una rueda de prensa, es de una realidad irrefutable tal, que no creo pueda ser impugnado por nadie. Son 300 páginas de testimonios y hechos que por la trayectoria, conductas y notoriedad de HRW, presumo, son de una credibilidad absolutamente innegable.

El chavismo expulsó de Venezuela a José Miguel Vivanco, y no contentos con ello, sus voceros, expresaron ofensas, y epítetos y calificativos hacia su persona, mas apropiados para delincuentes de la peor calaña, quizás con la intensión de descalificar el informe preparado, el cual ya debe estar siendo leído y estudiado por países y organizaciones de Latinoamérica, a objeto de que se informen adecuadamente de la cruda realidad de este gobierno y su conducta represiva y violatoria de los mas elementales principios de la democracia y la justicia.

Los venezolanos somos los llamados en primera instancia a resolver nuestros problemas y conflictos. Sin embargo, cuando las cosas llegan a donde han llegado en Venezuela, donde no existe estado de derecho, razón por la que el venezolano no puede acudir por una sentencia justa; ni al Tribunal Supremo de Justicia, ni a la Fiscalía, ni a la Asamblea Nacional, ni a las Fuerzas Armadas, por encontrarnos en absoluta y “verificable” indefensión jurídica y política, entonces, la existencia de estas organizaciones no gubernamentales nos da una lejana esperanza, de que al menos existe alguien interesado desde afuera en nosotros, que vigila y actúa, para en cierta forma darnos algún tipo de protección.

El gobierno chavista trata de desacreditar a “Human Rights Watch” diciendo que ésta es financiada por el gobierno norteamericano, y está al servicio del imperialismo yanqui, cuando esta organización, critica y sigue las actuaciones violatorias a los derechos humanos por el gobierno y el ejercito y norteamericanos en Iraq y otras regiones del mundo donde los EE.UU. actúan, a veces sin control, en contra de los derechos humanos de los nativos. Gracias a HRW, estos desmanes norteamericanos han sido denunciados, criticados y hasta corregidos.

El canciller venezolano, a fin de justificar su craso error de expulsar del país al José Miguel Vivanco, afirma que cualquier persona decente del País puede dar fe del respeto a la libertad de expresión, y a la constitución y las leyes por el gobierno de Hugo Chávez. Me imagino que se referirá a una transcripción de la palabra “decencia”, ajena a la que podemos encontrar en un diccionario común, ya que esos resentidos sociales del gobierno, no tienen ni idea de lo que significa la palabra decencia; y mucho menos comportarse como tales. Por cierto, el informe de la HRW no ofende al pueblo venezolano, ni atenta contra la república, como lo han señalado los chavistas. Por el contrario, va en favor del pueblo “realmente decente” de Venezuela. Es una crítica valiente y honesta al gobierno chavista. Es un llamado de atención al venezolano y a la comunidad internacional de que acá se están violando flagrantemente los derechos humanos de los venezolanos.

Las ONG que defienden los derechos humanos, deben ser bien vistas y aceptadas por los gobernantes “realmente” demócratas, mas como un aliado que les ayude a mantener trasparente y libre de sospechas su administración, que como un enemigo entrometido en sus asuntos. En consecuencia, en lugar de perseguirles y expulsarles, deben darles protección y colaboración.

Organizaciones de este tipo son algo así como un auditor para cualquier organización o persona que administre dineros ajenos. Un administrador tramposo rehúye y evita a las auditorias, para que no lo descubran de que ha cometido dolo o peculado. Igual pasa con los gobiernos totalitarios, con gobernantes abusivos violadores de las reglas de juego de las constituciones, leyes y tratados internacionales, quienes rechazan a las ONG de derechos humanos.

Ningún autócrata ve con simpatía a una organización defensora de los derechos humanos. Eso es algo impensable, puesto que es algo así como ponerse la soga al cuello. Afortunadamente, las leyes internacionales han avanzado bastante en esa materia, razón por la que hoy día es casi imposible cometer abusos de lesa humanidad sin sufrir el castigo existente para tales delitos; ya que por su naturaleza, tales delitos no prescriben.

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