Opinión Internacional

Leonel, ¡te estamos esperando!

Apreciado Presidente, no imagina usted cuánto desearía que su gente de protocolo no descarte esta humilde comunicación al clasificarla entre las tantas miles que usted seguramente recibe con motivo de su impecable conducción de la cumbre presidencial del Grupo de Río, la cual nos evitó a los latinoamericanos el macabro drama de una guerra fraticida.

Su admirable manejo, bonhomía y firmeza, su tino para valorar el momento oportuno para ofrecer ese «apretón de manos y abrazos» que selló el fin del conflicto merece todo el reconocimiento de la comunidad internacional, y de quienes, por encima de todo, valoramos el diálogo y la paz no sólo para la solución de las controversias del calibre que usted atendió, sino, también, para tramitar las naturales diferencias del quehacer político en los regímenes democráticos.

Sin embargo, señor Presidente, no crea usted que mi deseo es vanidad. Por el contrario, es un ruego. Un ruego concreto: dedique un instante a la lectura de esta carta..! Una breve anécdota quizá pueda ilustrarle más claramente de mi motivación.

Una infernal cola de vehículos me obligó a buscar refugio en una panadería, donde me sumé a otros parroquianos que seguían con atención las incidencias de la cumbre dominicana en el pequeño televisor del establecimiento.

Allí, impedido de tomarme un «marroncito» porque el local carecía de leche, otro de los graves problemas que tenemos los venezolanos, celebramos el fin de la parcialmente interesada escalada belicista.

Luego de los comentarios de rigor, entre ellos la expresión de alegría y de desahogo de la empleada de limpieza que llamaba por celular a su hermana (con un hijo conscripto movilizado por Chávez a la frontera con Colombia), alguien, dirigiéndose a usted en la pantalla, gozoso entre Chávez y Uribe, exclamó: ¡Bueno, Leonel, ahora vente pa’ca, te estamos esperando..! Apreciado Presidente, con todo respeto, estimo que tiene usted un ineludible compromiso con los venezolanos.

Luego de tan admirable actuación para librar de la guerra a Ecuador y Colombia y de paso neutralizar a Chávez que estaba de «pepa asomá» en ese conflicto, tiene ahora la responsabilidad de ocuparse de la guerra entre los venezolanos, o más exactamente, de la guerra que el teniente coronel Chávez ha declarado a parte mayoritaria de la sociedad venezolana. Le ruego me excuse la expresión «pepa asomá» que como seguro entendió es sinónimo de entrépito.

Pero la he utilizado adrede porque siendo la expresión vocalizada por la señora de la panadería, quiero ratificar el carácter popular del clamor que e lleva implícita esta correspondencia.

Como usted sabe, presidente Leonel, el 2 de diciembre el pueblo venezolano rechazó el inconstitucional proyecto de reforma que pretendía secuestrarnos la democracia para establecer un régimen autocrático, militarista, fotocopia del modelo cubano de Castro.

Sin embargo, el presidente Chávez, desde esa misma noche, al calificar «victoria de mierda» (disculpe usted, señor Presidente) la expresión de la voluntad soberana del pueblo, nos declaró la guerra.

Advierta presidente Leonel que no se trata de un juego de palabras. Ha dicho Chávez que si la oposición democrática, como es a todas luces previsible, obtiene un notable triunfo en las próximas elecciones regionales, habrá una guerra civil en Venezuela.

Usted puede, sorprendido, preguntarse pero de qué me está hablando este señor: ¿Cómo puede un gobernante desatar una guerra en un país democrático si una tendencia determinada gana un volumen significativo de gobernadores y alcaldes, que son los cargos de elección popular a los que están convocados los venezolanos este año? Entiendo apreciado Presidente que esta misiva lo pueda inquietar un tanto, pero no es mi intención colocarlo en una posición delicada.

No me atrevería, en aprecio a su distinguida persona, ningún gesto que pueda volcar hacia usted el verbo iracundo de Chávez, que ya ha insultado además de a Uribe a otros presidentes como Fox, Alan García, Arias, Aznar para no citar decenas de obispos, artistas e intelectuales, empresarios, y al mismo Mister Danger. No.

Estoy pública y transparentemente solicitando sus buenos oficios en una acción preventiva para conjurar la guerra que nos ha declarado Chávez a quienes ratificaremos el venidero 23 de noviembre que no avalamos su proyecto militarista y autocrático, apoyado en una FANque, violando la Constitución, califica de bolivarianas.

Finalmente, apreciado señor Fernández, aprovecho para presentarle mis excusas y transmitirle la exclamación de muchos compatriotas que vimos al teniente coronel Chávez cantando en su presencia: «¡Qué pena con ese señor!». Saludos cordiales de un venezolano que lo respeta y estima.

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