Opinión Internacional

Lleva el fracaso (失敗) pintado en la frente

“… Hay hombres que no suben después de caer…”

Arthur Miller (1915-2005)

Resumen de un análisis

Indiscutible que la sobrevivencia de la nomenclatura y del régimen de gobierno en Cuba, depende de la capacidad y habilidad que tenga el ahora designado jefe de Estado Raúl Castro para negociar un acuerdo con los Estados Unidos.

Por los momentos y mientras eso se logra, esa supervivencia está en manos y depende de los fondos que Hugo Rafael Chávez Frías le haga llegar a sus arcas.

Raúl Castro logró derrotar la componenda entre los representantes de Hugo Chávez Frías y los aspirantes al poder una vez que muriera Fidel. Logró convencer a su hermano y éste por propia mano derrumbó y lanzó a la desgracia las aspiraciones de Felipe Pérez Roque y de Carlos Lage, presos en Cuba, y paralelamente a ello, y por exigencia del propio Fidel Castro, las de su asociado venezolano Ricardo Fernández Barrueco, supuestamente preso en Venezuela.

Dos enormes escollos externos a superar para Raúl Castro, la una, las evidentes deficiencias e incapacidades de Hugo Chávez Frías para mantenerse en el poder al menos, hasta que logre los acuerdos con USA; la segunda, el ruido que imponen las estridencias de Hugo Chávez que de una u otra forma, pesan sobre las negociaciones con los norteamericanos.

Y le quedaba aún, un enorme problema interno, la presencia del públicamente conocido oponente y enemigo personal, el activo Ramiro Valdés Menéndez “Ramirito”, quien sumiso siempre a la voluntad de Fidel Castro, además de no compartir las negociaciones en curso con USA, siempre ha jugado y aspirado a ser el sustituto de Fidel Castro al frente del poder en Cuba.

Y así se conjuga la jugada de Raúl Castro con la que, a la vez de mermar sustancialmente las capacidades de Ramiro Valdés Menéndez y distanciar sus posibilidades de acción al interior de Cuba, lo destaca en una misión importante para la permanencia en el poder de la nomenclatura cubana.

Ramiro Valdés Menéndez en Venezuela, además de gastarse en la labor de tomar el control de la situación para garantizar la permanencia de Chávez en el poder, que lo ubica muy cerca del fracaso, estará también expuesto a las veleidades de las cuales no disfruta a plenitud dada las limitaciones estructurales en Cuba; aquellas mismas por las cuales Fidel Castro lo destituyó a gritos la primera vez del Ministerio del Interior; esa, otra potencial variante que lo llevará al fracaso.

En todo caso, para Raúl Castro, el fracaso de Ramiro Valdés Menéndez, fuere por propia mano fuere  por otras circunstancias donde no estará ajena la mano del propio Raúl Castro, le garantiza la derrota de su enemigo a muerte en sus pretensiones de ser seleccionado y ocupar alguna vez la presidencia de Cuba.

Piensa bien Raúl Castro, el fracaso de Ramiro Valdés Menéndez, lo lleva pintado en la frente.

La misión por la cual más temprano que tarde será cuestionado y deberá rendir cuenta por ante el Comité Central del Partido, si bien no es imposible, tampoco es posible.

La actividad y experiencia de cincuenta y tantos años de Ramiro Valdés Menéndez se circunscribe a la represión de una población de isleños confinados, mayormente rural –y citadina  ruralizada–, empobrecidos, amedrentados, faltos de organización política, y lo suficientemente dependientes de los favores del Estado por la vía de una libreta de racionamiento.

Venezuela es un territorio continental con una superficie 8,2 veces mayor a la de Cuba y con dos veces y media más de población.

Esa población venezolana que ha probado y comprobado las ventajas y las debilidades de la libertad a pesar de décadas de la sostenida labor de zapa del populismo; una población que no está sujeta aún a ese nivel de dependencia de un Estado; que está organizada; que conoce el progreso; que conoce y tiene la idea de un futuro; que es consumista y exigente; que no está sometida al estilo ni a las condiciones sociales de la población cubana en los últimos cincuenta años.

Cuba fue liberada del yugo español por los que más odia Fidel, los norteamericanos y fue sólo después de varios años cuando éstos dejaron en manos de los naturales isleños, su gobierno.

Venezuela al contrario, con todas sus deficiencias, tiene historia libertaria por la mano y espada de sus propios naturales, y como afirmaran y comprobaran en el Siglo XIX uno y otro caudillo: “… Venezuela es como el cuero seco, si la pisas por un extremo, se levanta por el otro…”

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