Opinión Internacional

Los candidatos asistémicos

La creciente impopularidad de los partidos políticos en Bolivia, al tenor de las recientes encuestas, inclina la intención de voto hacia los candidatos asistémicos cuando estamos a un año de los comicios presidenciales Pero ¿realmente tenemos ya candidatos de este tipo?

En el vecino Perú el desprestigio de los políticos llevó a la presidencia hace 10 años a un asistémico como Alberto Fujimori y ya sabemos como terminó su presidencia. Y otro asistémico, Hugo Chávez Frìas, ha sentado sus reales en Venezuela, con más palabras que hechos hasta ahora.

Fujimori y Chávez capitalizaron para si el descontento del elector con los partidos políticos, con los líderes de estos. Actualmente en Bolivia se han dado las condiciones que aprovecharon aquéllos para encaramarse en el poder. Un gobierno incapaz, corrupto, una clase política que no mira más allá de sus narices y unos líderes huérfanos de ideas para sacar al país del pozo en el que lo han sumido.

Las encuestas que se manejan en Bolivia muestran que hasta un 46 por ciento del electorado se inclina por un candidato “no partidista” y quizás por ello han empezado a aflorar potenciales candidatos asistémicos que, por lo menos hasta el momento, sólo muestran intenciones vagas y que carecen del andamiaje que eventualmente podría conducirlos al poder.

La base de sus “candidaturas” está formada por las críticas a la actual administración y al principal partido de oposición, el MNR, y sus planteamientos básicos se circunscriben a pedir la convocatoria a una Asamblea Constituyente, como si ésta, de concretarse, serviría de varita mágica para solucionar nuestros graves problemas.

De acuerdo a nuestra Constitución prácticamente no hay ningún impedimiento para que cualquier boliviano aspire a la presidencia de la república, aunque para ello se deben cumplir algunos requisitos establecidos en la Ley Electoral, como el que los postulados reúnan cierta cantidad de firmas como para constituir un partido político, el medio para acceder a unos comicios nacionales.

El ex juez Alberto Costa Obregón, que para algunos es el “candidato asistémico ideal”, no parece estar movilizándose en ese sentido y quien le llevaria ventaja es el alcalde de La Paz, Juan del Granado, que tiene formado su partido, pero que como potencial candidato arrastra un pesado lastre al haber despotricado contra los partidos políticos y no haber tenido empacho en formar el suyo, por muy “Movimiento sin Miedo” que se llame. Además, su actual gestión edilicia es bastante gris.

El ex ministro de Justicia, René Blattman, otro propulsor de la Asamblea Constituyente y el Referendum, tiene un enorme peso por sus realizaciones como dignatario de Estado, pero el elector no olvidará que el MNR quiso y fracasó en llevarlo como su abanderado en los pasados comicios, cuando el famoso abogado mostró pusilanimidad a la hora de las decisiones y una alarmante miopía política.

Respecto al “candidato ideal”, no veo cómo puede hacernos olvidar algunas estupideces suyas como magistrado. En primer lugar habría que dejar claramente establecido que la imagen política de Costa Obregón fue en mucho una fabricación periodística que sobrevaloró su condición de juez por unos fallos en los que el hombre aparecía como probo, capaz e incorruptible.

La sobrevaloración fue exagerada. Costa Obregón no era sino un juez de instrucción y aunque muchos de sus fallos en primera instancia daban la impresión del juez severo y de mano dura contra los delincuentes de “cuello blanco”, la verdad es que muchas de sus decisiones acabaron siendo revertidas por los jueces de partido, no precisamente por falta de pruebas, sino por procedimientos expeditivos más con afanes publicitarios que judiciales y que se prestaron para los chicanerías de astutos abogados defensores.

En el apogeo de su gloria, cuando su nombre adornaba las primeras planas de los diarios, Costa Obregón, por un quítame esas pajas, se declaró en huelga de hambre, olvidándose, como hombre de ley, que el intento de suicidio es el único delito en nuestro ordenamiento penal en el que sólo la tentativa es penada.

Obviamente esa huelga de hambre terminó en el ridículo y con una jalada de orejas de la Corte Superior del Distrito de La Paz, que meses después le quitó su confianza al no ratificarlo en el cargo, por más que el causídico organizó unas manifestaciones populares en su respaldo como si fuera un alcalde de barrio.

Si estos tres asistémicos tienen tal cola de paja, ¿cómo es que podrían insistir en sus eventuales candidaturas? En este momento es una pregunta sin respuesta.

Dado que el MNR ha quedado malherido con su pedido de renuncia del presidente Hugo Bánzer, ¿podrá su líder Gonzalo Sánchez de Lozada recuperar el terreno perdido? Más importante aún, el ex presidente ¿será capaz de sacar un as de la manga, aceptar lo que dice ahora la intención de voto y postular en nombre del MNR a un asistemico?

Ya veremos qué pasa. Sólo faltan sólo 12 meses para las elecciones.

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