Opinión Internacional

Los consejos de Lula

Aunque sintamos que los últimos lustros, o décadas, América Latina ha sufrido sequía de buenos gobernantes, la verdad es que ha habido buenos, hábiles y preclaros hombres y mujeres al frente de los gobiernos en nuestra región. Políticos atinados y ponderados que han sabido sortear las adversidades y liderado procesos complejos de cambio social en sus países. Uno de ellos ha sido LuizInácio Lula da Silva.

Al ser elegido como Presidente de Brasil, Lula sorprendió a apoyadores y detractores. Unos y otros esperaban ferocidad. Muy al contrario, Lula emprendió una progresista campaña de inclusión que no dejó por fuera a nadie. Quienes lo suponían radical se asombraron ante su apertura. Quienes lo pensaron complaciente con los extremos descubrieron en él un político enérgico pero abierto a las nuevas ideas. De verbo preciso, Lula revisaba cada palabra para evitar ofender. No sólo aceptaba las críticas, sino que las procuraba y escuchaba con gran atención. Buscó y consiguió vencer la polarización, la cual según él «acaso permita ganar elecciones pero destruye el país».

Político avezado y curtido en varias derrotas antes de lograr finalmente triunfar en las elecciones presidenciales de 2002, el día de la toma de posesión en enero de 2003, Lula propuso enfrentar los que para él eran los cuatro grandes desafíos internos de la sociedad brasileña: la reducción de las disparidades, la superación de las vulnerabilidades, la concretización del potencial y el fortalecimiento de la democracia. En Brasil se hablaba de los cuatro jinetes del Apocalipsis brasileño. Además, Lula planteó que el gran reto externo era la construcción de un mundo multipolar en el que Suramérica fuera uno de los polos, próspero, justo, democrático y soberano. Logró superar casi todos esos desafíos. Y aquellos en los que no lo logró, dejó bien sentadas las bases.

Ese político exitoso, quien fue por cierto cercano amigo del difunto Chávez -así lo afirmaban ambos- es quien precisamente ha ofrecido a Maduro el mejor y más atinado manojo de consejos. Con las sutilezas propias del idioma portugués, Lula invita a Maduro a reflexionar sobre el meollo de la crisis que enfrenta su gobierno, la sociedad y el país. Así, entre otras cosas, le recomendó convocar a un gobierno de coalición para reducir la tensión política entre oficialistas y opositores.

«Maduro debería intentar disminuir el debate político para dedicarse enteramente a gobernar, establecer una política de coalición, construir un programa mínimo y disminuir la tensión… Estoy haciendo fuerza para que se encuentre una solución en la negociación porque para Brasil, Venezuela es estratégica».

«Venezuela debería tener un pacto de cinco años, para trabajar contra los apagones, luchar contra la inflación y ser autosuficiente en la producción de alimentos»… «El país está pasando por un período de turbulencia: no es fácil sobrevivir a la pérdida de un líder como Chávez y creo que Maduro se equivocó al no hacer más para iniciar el necesario diálogo con la oposición».

Lo anterior lo dijo Lula. No -a ojos de Maduro- un «discutible» expresidente latinoamericano. Lo dijo Lula, ese que algunos podrían presumir que haría cualquier cosa para apoyar la destrucción de la oposición en Venezuela. Lo dijo Lula, no un exgobernante domesticado por el «Imperio». Lo dijo Lula, el político más impactante que ha tenido la «izquierda progresista» de Latinoamérica en los últimos 50 años.

Quizás entre líneas, Lula le dice a Maduro que tiene que revisar el modelo político, el modelo de gestión. Que polarizar es un error. Que no puede pretender sacar del juego a quienes significan la friolera de la mitad del país. Que se es presidente para gobernar. Que gobernar no es inflamar las pasiones sino solucionar los problemas y enfrentar los grandes desafíos.

Muchos nacionales venimos desde hace bastante tiempo diciendo y escribiendo lo mismo. Es de esperar que ahora dicho por Lula sus palabras no caigan en el vacío. Un buen inicio sería el necesario sobreseimiento de todas las causas penales abiertas contra todos los estudiantes que están siendo enjuiciados en el país a raíz de estos dos meses de protestas. Ello sería una señal que contribuiría en mucho a bajar la turbulencia en la que nos encontramos, para usar palabras de Lula.

Aún con la respuesta irreflexiva de Maduro, esperamos que se tome el tiempo para pensarlo de nuevo. Que las palabras de Lula son las de un hombre que supo navegar con éxito muchas adversidades.

 

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