Opinión Internacional

Los mirones son de palo

La novísima tesis esgrimida por la representante del gobierno de Fujimori en la OEA es que los observadores observan. No hablan. No escuchan. No se mueven. Sólo miran y se van. Es más. Sin que se ruborizara ni se le fuera el dejo argentino, la susodicha representante de la dictadura que como sabemos defiende no sólo una posición política sino su envidiable puesto, ha propuesto que en el futuro, la OEA deje enviar misiones como la MOE que vino acá, porque «afectan el principio de no intervención en los asuntos internos del país».

Sin detenernos en que la primera intromisión en los asuntos internos del Perú la encarna ella, puesto que no es peruana de nacimiento, habría que preguntarse entonces por qué no se paró de su asiento y se retiró de una asamblea en la que todos los demás embajadores, ninguno de los cuales, como ella, ha nacido en el Perú, hablaban de nuestros asuntos internos. Si la MOE no puede opinar sobre nuestros asuntos internos, ¿quién entonces le ha dado derecho al embajador chileno, o mexicano, o boliviano o guyanés para hacer lo propio?

En puridad, habría que disolver la OEA y todo organismo multilateral, porque al fin y al cabo todos los hechos suceden siempre dentro de un país. ¿Se matan entre eritreos y etíopes? Allá ellos, el principio de no intervención nos inhibe de opinar. Se ponen de acuerdo los salvadoreños para resolver su guerra civil con ayuda de la ONU, pues que vean cómo hacen porque el sacrosanto principio de no intervención nos obliga a la abstención.

Esa antediluviana tesis ha sido la defensa del gobierno del Perú antier en la OEA. No hubo respuesta a los argumentos de Stein, sólo descalificarlo en su persona. No se toma en cuenta el texto del mensaje, se apuñala al mensajero.

Afortunadamente las cosas no son siempre como el señor jefe del Estado peruano quiere. Claro que aspira seguramente a controlar también el mundo ya que el Perú le quedó chico, a tenor de aquello de que «el frente interno lo tengo controlado, me falta el frente internacional», pero creemos que por ahora no le será tan fácil. Tiene por supuesto armas temibles. Fujimori y los prestos y siempre listos miembros de su corte tienen un arma más poderosa que cualquier bomba atómica: el cinismo.

«Estas elecciones han sido las más transparentes, legales, justas, limpias, honestas y democráticas de las que la humanidad tenga recuerdo, oiga usted. Vamos además a implementar más democracia, a fortalecer las instituciones, etc.». ¿Qué diplomático, gobernante o periodista extranjero no queda subyugado ante tan categórica promesa, desacostumbrado como está a tan categóricas mentiras?

Este nuevo aporte al Derecho internacional que hace el gobierno del Perú, que podríamos llamar el imperio del autarquismo, quedará sin duda inscrito en los anales de la historia universal.

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