Opinión Internacional

Luces y sombras israelo-palestinas

Este lunes, un día antes de la víspera de Rosh Hashana, el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu se dirigió a la ciudadanía, como es costumbre,  para transmitir su mensaje de cara al nuevo año judío.
 
Es una buena costumbre ya que estos momentos- los grandes inicios, las fechas que simbolizan la esperanza y el deseo de mejora y superación – es necesario escuchar qué tienen para decir aquellos en cuyas manos y sobre cuyos hombros está la responsabilidad de hacer las cosas bien.
 
Por eso, fue bueno que Netanyahu destacara en su mensaje el tema de la  búsqueda de la paz. “Este año, tras muchos esfuerzos, han comenzado conversaciones directas con los palestinos.Este es un paso importante en nuestro intento de avanzar hacia un acuerdo de paz entre nosotros y ellos”- dijo el Primer Ministro.
 
Y de  inmediato pasó a las aclaraciones. “Digo que ésto es un intento ya que no es seguro que resulte exitoso. Ciertamente hay muchos obstáculos, numerosos escépticos y muchas razones para dudar, pero debemos tratar de alcanzar la paz”.
 
Es importante, aún antes de entrar en detalles y en matices políticos de cada uno- antes de que salten algunos a acusarlo a él y salten otros a acusar a los palestinos por la falta de paz- que Netanyahu haya recalcado  que la búsqueda de la paz debe ser el norte. Es como fijar la plataforma de base, la imprescindible para ver luego cómo se avanza en los detalles del escenario.
 
El problema, claro está, es que con la  base no alcanza. Por eso hace tanto resulta imposible avanzar….
 
Israel y la Autoridad Palestina fueron a Washington sin ninguna expectativa. Sin embargo, pocas horas después de la reunión, comenzaron a publicarse informaciones que daban a entender  que todo había transcurrido mejor de lo pensado, que cada parte consideraba que la otra tenía mejor actitud que lo que habían o temido y que esta vez, estaban decididos a que el resultado sea diferente.
 
Lamentablemente, a los dos días, se había vuelto a la “normalidad”.
 
En Jerusalem, el Ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Liberman salía a aclarar dramáticamente que un acuerdo de paz es imposible por mucho tiempo por la actitud de los palestinos. Lo escuchábamos y nos preguntábamos si Netanyahu es consciente de lo nocivo que resulta este hombre en un cargo tan delicado como el que tiene. Ni siquiera fue a Washington…señalizando de antemano que no cree nada en el proceso actual. Pues bien: tiene derecho a pensar diferente de Netanyahu. Además, hay motivos para albergar dudas. Motivos históricos y recientes, que llevan nombre y apellido, entre otros: los de los cuatro civiles muertos en un atentado en la víspera de la reunión en Estados Unidos. Pero entonces ¿Qué hace en la Cancillería, un cargo desde el que supuestamente se intenta acercar posiciones y hallar términos medios? Personalmente, consideramos que el Primer Ministro tendrá que pensar también en eso, si algo avanza y se llega a etapas más serias del nuevo proceso.
Pero, claro, la “normalidad” significa también una serie de declaraciones descorazonadoras del lado árabe. Lo más significativo fue la entrevista que el Presidente Abbas concedió al periódico “Al Quds” de Jerusalem Este, diciendo que él no va a renunciar por nada a temas que son claves para los palestinos, como refugiados, fronteras del 67 , Jerusalem y retiradas y que si lo presionan al respecto, hace las valijas y se va.
 
El problema aquí es doble. Si realmente lo piensa así, creyendo que va a Washington para que le den todo lo que exige, sin negociación que incluya también concesiones palestinas a parte de sus exigencias, pues la situación es seria. Y si lo dijo solamente porque considera que debe dejar la impresión de que no va a renunciar a nada-cuando de fondo los radicales lo amenazan directamente y lo tildan de traidor- también es un problema dado que el discurso de los gobernantes crea expectativas en su pueblo y modela posiciones.
 
La contraparte más alentadora fue el freno que le puso la Autoridad Palestina a Irán, por primera vez, a raíz de los ataques frontales del Presidente Ahmadinejad al gobierno palestino y al propio Abbas, por haber ido a negociar con Israel. Ahmadinejad se preguntó retóricamente a quién representa la Autoridad Palestina y dijo que no tiene derecho a ceder en nada, que el pueblo no se lo permitirá.
 
El Presidente Abbas, esta vez, no se quedó callado. Su portavoz Nabil Abu Rudeina le paró el carro a Teherán como se merecía el régimen de los Ayatollas.
 
“Ahmadineyad no representa a su pueblo al que reprime. Falsificó los resultados de las elecciones y no tiene ningún derecho a hablar de Palestina o de la legitimidad del presidente palestino. Tampoco puede dudar del compromiso del presidente y de la OLP hacia los derechos nacionales de los palestinos»-recalcó.
 
Fue bueno oír el respaldo también de Egipto. Dado que el Ministro de RREE iraní Manoucher Mouttaki calificó de “traidor” al Presidente Mubarak por haber ido a la cumbre, El Cairo anuló la visita que dicho canciller tenía programada a Egipto.
 
Se requerirá firmeza, mucho ingenio e inteligencia y buena voluntad, para combinar las reivindicaciones de ambas partes.
Será necesario encontrar una fórmula que permita la creación del Estado palestino independiente de modo que ello responda a las  necesidades palestinas y no deje la sensación de que cambió el nombre pero no la realidad, logrando  también neutralizar a los radicales deseosos de arruinar todo.
No menos imprescindible será que la fórmula hallada garantice la seguridad de Israel. Tiene razón Netanyahu al recalcar que sin seguridad, la paz no será tal y nada habrá cambiado.
 
Y nos atreveríamos a opinar que aquí, se necesita seguridad no sólo en el sentido defensivo y militar. No agrega mucha sensación de seguridad a Israel ver la forma en que los árabes en general, entre ellos también los palestinos, se oponen a su definición formal como el Estado judío.  
 
Personalmente, consideramos que fue un error elevar ese tema, porque parecía supeditar esa naturaleza básica de Israel a la confirmación o visto bueno de los árabes. Pero podemos entender el planteamiento, ya que la negativa a reconocerlo como tal, despierta sospechas.
 
Pero desde el momento en que Israel menciona ese tema-y Netanyahu lo ha convertido en uno de los claves de las negociaciones- es preocupante escuchar las reacciones del otro lado. Abu Mazen dice que “Israel se llame como quiera, pero que no esperen que yo trate siquiera el punto”, señalando que no va a decir que reconoce a Israel como estado del pueblo judío.

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