Opinión Internacional

Lucha de clases en Bolivia

1 preámbulo

En tiempos pasados, en el ámbito de las empresas, en la Europa del siglo XIX, la pugna de los obreros contra los patronos, por repartirse las ganancias de las corporaciones, no era sino una vertiente más de la lucha por la vida que Darwin había esclarecido por esos mismos tiempos.

Y para muchos los planteamientos de supervivencia entre los humanos tienen más de darwinismo que de marxismo.

Dentro de este contexto, las “guerras sociales” son otra expresión de las luchas por la supervivencia, de la lucha por la vida. Tradicionalmente los mejor armados, los militares, los caudillos al mando de los ejércitos, han facilitado la conquista, la dominación, explotación y hasta esclavización de los vencidos.

Además, para tener ejércitos hay que financiarlos, pagarlos, hay que tener dinero. Ser un país rico, u ocasionalmente, monoexportador de hidrocarburos, en los tiempos modernos.

Pero guerra social no es necesariamente lucha de clases sociales. Puede haber un conflicto en luchas por apropiarse del valor agregado disponible en una región, buen motor de la historia – que pueden suceder entre ricos y ocasionalmente de pobres contra ricos. Cuando ocurrió la independencia americana, fue un problema entre colonos ricos y el comercio inglés. En la independencia venezolana, fue la Junta de Comercio de Cádiz quién financió al ejército español de Morillo, siempre luchas dentro de la misma clase pudiente.

Solo que en el ínterin se atravesó la Revolución Francesa y a los esclarecidos intelectuales venezolanos les tocó ejercer dos liberaciones, una contra la Madre Patria y otra contra los Mantuanos, o sea contra ellos mismos, vaya contradicción histórica.

Pasadas las independencias, quedó una vieja rencilla pendiente: el resentimiento de los oprimidos coloniales, esclavos negros o indios, y los sometidos mestizos, que no integraban empresas industriales consolidadas, para protestar los abusos de una Revolución Industrial, sino un equivalente más feudal, las haciendas, los negocios y los establecimientos familiares, bajo la figura de siervos o de empleados, pero siempre manteniéndose la pugna por la mejor repartición del valor agregado, y de las ganancias.

2.- teoría explicativa

La explotación y esclavización de comunidades africanas y suramericanas, a cuenta de disponer de ruedas, ganados, arcabuces, monjes, cadenas y caballos, dejó en América Latina un resentimiento forjado durante tres siglos, que actualmente está reclamando su revancha y su mejor acomodo en la distribución del ingreso generado regionalmente.

En Venezuela la población indígena es mínima en relación a la población total, mayormente mestiza, pero no sucede lo mismo en otras latitudes, especialmente las andinas. En estas poblaciones de mayoría nativa, cuando se permite la elección por votación popular, será inevitable el ascenso del liderazgo aborigen a los niveles de máximas autoridades civiles y militares.

En estas condiciones, y ahí viene nuestra teoría, las minorías blancas tendrán como inmediata y lógica solución [para su situación dominante] la separación política (aunque sea de autonomía relativa) de sus comunidades del resto de la estructura nacional. De este modo podrán seguir manteniendo el poder en aquellas regiones donde disfruten todavía mayoría.

Así ha sucedido en nuestro país, en la formación de nuevas municipalidades, que han dado lugar a separaciones de unidades geográficas de los antiguos municipios, formándose nuevos que mantienen concentrada la riqueza y la “pureza” – para evitar que la regiones ricas (y sus poblaciones) subsidien a las pobres, en el juego darwiniano de la concentración de la riqueza — en contra de los vaivenes e intereses de la política, porque politics is economics. Solo el Estado ejerce la igualación nacional de ingresos.

Aquí coincide la lucha de clases sociales con la lucha de clases económicas, porque los indios o los mestizos, por razones históricas, son los pobres. Y porque hay una razón económica igualmente, en la discriminación racial.

Los gobiernos de los países andinos decidirán si transitar con prisa por el camino de la redistribución del ingreso y del empleo, apoyándose en democracia con en el sector privado y un Estado regulador eficiente, una solución no totalitaria.

U optar por la solución petrolera de mi comandante, que es sencilla: militarización y dependencia máxima de los hidrocarburos, aniquilación del sector privado y estatización, importación total de alimentos y armas, subsidio del empleo. Bon appetit.

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