Opinión Internacional

Lula, el aliado estratégico

Si Lula fuera un demócrata cabal – que no lo es – ya hubiera puesto a UNASUR y a MERCOSUR y a la OEA del lado y en defensa de los demócratas venezolanos. Como lo reclama Álvaro Uribe. Como debieran reclamarlo los demócratas chilenos, argentinos, mexicanos, paraguayos y uruguayos. Como lo reclaman Vargas Llosa y José María Aznar. No lo hace, porque es su aliado estratégico.
 
            No deja de causar asombro la inmensa preocupación del presidente Lula por contribuir a mejorar las relaciones entre su aliado Hugo Chávez y el Departamento de Estado. De allí la extraña oportunidad de pedir bajar las tensiones entre ambos países, precisamente cuando Chávez las sube hasta lo insoportable en el ámbito interno contra los factores democráticos. ¿Por qué Luis Inacio Lula da Silva no le pidió a Hugo Chávez bajar el tono confrontacional y frenar la implementación de las medidas legales que le permitirán convertir su dictablanda en una dictadura? ¿Por qué no corrió en auxilio de la democracia venezolana y se convierte en gestor internacional del tirano en sus difíciles relaciones con los Estados Unidos?
 
            Perfecta expresión de la doble política del Foro de Sao Paulo. Lula puede figurar en las portadas de los magazines norteamericanos como demócrata del año. Y utilizar ese inmerecido prestigio para socorrer a su principal aliado latinoamericano, mientras se desenmascara como un dictador infinitamente más cruento y destructor que los coroneles brasileños de los años duros de la dictadura. De los tiempos en que muchos de sus ministros y principales asesores de la ultra izquierda y del comunismo brasileño vivían protegidos en los restantes países democráticos del Cono Sur.
 
            ¿Por qué en lugar de meter baza entre Venezuela y los Estados Unidos, no mete baza entre los nuevos diputados de la Asamblea y los viejos, entre las medidas dictatoriales y represivas implementadas en la Ley Habilitante y los serios planteamientos de los nuevos diputados? ¿Por qué no juega su prestigio en auxiliar a los demócratas venezolanos e impedir que en Venezuela se consuma una dictadura totalitaria?
 
            Porque a Lula, la democracia venezolana le importa un rábano. Como le importó un rábano la democracia hondureña. Y le importa un rábano            la suerte de la disidencia cubana. Como le importa un rábano la suerte de la democracia en Irán, en Corea del Norte y en China. Lula es la punta de lanza del extremismo talibán y castro chavista en América Latina, pero se ve obligado a jugar el único rol que le es posible: ponerse del lado de las dictaduras castro comunistas y sus aliados en la región y tratar de impedir una reacción en contrario de parte de los Estados Unidos y los restantes países democráticos de América Latina.
 
            Si Lula fuera un demócrata cabal – que no lo es – ya hubiera puesto a UNASUR y a MERCOSUR y a la OEA del lado y en defensa de los demócratas venezolanos. Como lo reclama Álvaro Uribe. Como debieran reclamarlo los demócratas chilenos, argentinos, mexicanos, paraguayos y uruguayos. Como lo reclaman Vargas Llosa y José María Aznar.
 
            Chávez soltó la máscara. Es hora que Lula suelte la suya.

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