Opinión Internacional

Manfred y Leopoldo con el pie derecho

En medio de la chatura electoral en la que nos encontrábamos, caracterizada por un estancamiento para encausar las candidaturas opositoras, la conformación del binomio Manfred- Leopoldo pateó el tablero que parecía dominado por el Mas y totalmente anodino y desabrido por el lado de las candidaturas de los otros frentes.

La conformación de este binomio ha roto el clima de indefinición en el que la oposición aparecía indecisa y vacilante, pero sobretodo enredada en los cálculos biliares y renales que parece haberle provocado el oficialismo en sus tres años de gestión. Lo cierto es que el binomio en el que se unieron tres prefectos seriamente afectados por las arremetidas del gobierno actual renueva las esperanzas de los bolivianos y airea el ambiente enrarecido no sólo por el gobierno sino por la oposición que parecía jugando al pocker con un (ex) Conalde itinerante que viajaba de un departamento a otro, de aeropuerto en aeropuerto, maleta en mano pero sin definir sus acciones o su inclinación en la gesta electoral de diciembre.

Lo cierto es que a poco andar, la conformación del binomio ha pegado fuerte en los bolivianos que hasta hoy miraban desanimados y agotados como el país perdía día a día el oxigeno y se iba quedando institucionalmente en calzoncillos. Manfred y Leopoldo han pegado porque ambos son un símbolo de una posibilidad de renovación. Ambos vienen de una dura batalla librada entre el gobierno y los prefectos que ganaron sus cargos por voto y que fueron expulsados de sus funciones con mañas, ardides políticos y por último con el uso de la violencia y la fuerza. Esta es una de las razones por la que esta fórmula permite que renazca la esperanza de que al final del túnel negro triunfe la conducta principista y coherente, recompensada con la posibilidad de que surjan desde las tinieblas aquellos que no dejaron de apostar a la construcción y defensa de la democracia; aquellos que se jugaron con riñones y todo por la democracia.

Manfred no fue al revocatorio, no aceptó el invento en el que ataron nudos oposición y oficialismo a fin de deshacer lo que se había avanzado en materia de autonomías departamentales y volver a todos los dirigentes regionales a las redes de las prácticas caudillistas, lo que significó un retroceso político porque los caudillos siempre prescinden y hacen oídos sordos de los mandatos del pueblo y una vez se hacen de los votos entran en contubernios y arreglos que destruyen los tejidos sociales y políticos que el pueblo necesita para sostenerse como una sociedad que exige respeto a sus derechos y libertades.

Manfred y Leopoldo tuvieron ambos que enfrentar el fatídico síndrome del día 11, en la medida que tuvieron que soportar ataques que buscaron su derrocamiento. El de Manfred ocurrió 11 de enero del año 2007, en los inicios del régimen de Evo Morales, en un serio intento por derrocarlo para destruir la oposición y frenar el crecimiento de las demandas por autonomías departamentales. Leopoldo y su población sufrieron a su vez la terrible confrontación del 11 de septiembre de 2008 que terminó con su encarcelamiento y el secuestro y persecución de dirigentes, así como la militarización y toma de Pando.

Lo interesante de las actuaciones de Manfred y Leopoldo es que ambos se animaron a no transar con el régimen y lo desafiaron. Uno prefirió perder su puesto de prefecto ganado por voto universal y el otro eligió ir a la cárcel antes que dejar que su pueblo fuera agredido sin resistencia. Ambos demostraron que las circunstancias hacen que los hombres definan sus perfiles, que definan sus valores a través de sus acciones. La actual circunstancia en la que se da esta candidatura nos recuerda historias similares, como la de Mandela y la de Gandhi, este último sabemos que instruía a sus seguidores para que el ir a la cárcel como un preso de conciencia no fuera en absoluto tomado con temor y menos como un oprobio sino más bien como un alto honor, porque cuando las cárceles se llenan de presos de conciencia los dictadores no pueden seguir manteniendo sus máscaras y se acerca el momento de que tengan que mostrar su verdadero semblante.

Las adhesiones espontaneas que ha recibido el binomio Manfred- Leopoldo muestra que los bolivianos esperaban que la oposición tome la posta realmente y deje de perder todo lo que ha perdido en tres años: derechos, libertades y el camino avanzado en las autonomías. Resultaba absolutamente incongruente que en un momento tan álgido todo parecía reducirse a una lucha intestina entre la oposición, sin que esta diera muestras de despegar y buscar una alternativa para enfrentar el momento de graves dificultades que el país atraviesa. Llamaba tremendamente la atención que a pesar de las persecuciones judiciales, de la erosión imparable de las instituciones y de los ataques a las libertades, la oposición no atinara a conformar un bloque o una alianza que propusiera una alternativa democrática sólida.

El voto de los bolivianos puede ahora encontrar un buen cauce, ojalá que las personas que tienen buenas intenciones y que están en carrera electoral sepan entender el momento y alinearse a la hora presente. Este es el tiempo de la rearticulación, del esfuerzo por restablecer y redireccionar la democracia y el Estado de derecho, seriamente dañados.

La fuerza que ha comenzado a tomar la candidatura de Manfred y Leopoldo no es gratuita, tenernos que recordar que ellos se jugaron, cumplieron con el momento histórico que les tocó enfrentar y se jugaron por responder al mandato que les habían dado sus pueblos, que les habían encomendado la defensa de sus derechos y libertades.

A decir verdad, la fórmula ha entrado con el pie derecho.

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