Opinión Internacional

McCain es más inteligente

ES posible que John McCain no llegue a ser candidato. Si el Partido Republicano siguiera a los viejos elefantes, George W. Bush ganaría la nominación. Pero si los votantes llevaran la contraria a los gurús, el antiguo prisionero de Vietnam podría alzarse con la presidencia el 7 de noviembre, frente a Al Gore. Tres destacan en McCain: su airada resistencia frente al dinero. McCain cree en la política más que en el dinero. Los «barones del robo» ya estuvieron a punto de hundir la democracia americana en el siglo XIX, cuando corrompieron a media administración de Ulysses S. Grant. Vuelven a intentarlo ahora, y volverán siempre que se les deje. Segundo, pasados los 60 años, McCain parece lo contrario de un hombre de partido; un hombre al servicio de la nación. Entretanto George W. promete retribuir adecuadamente a quien financie su campaña. Tercero, McCain es un formidable creador de ideas. Sobre todo frente a Bush, poco inclinado a idear, a entender la compleja realidad, atento sobre todo a las recomendaciones de sus asesores de imagen. Lo de menos es que McCain sea un héroe de la guerra. Se puede ser un héroe y un mal candidato. Pero es una señal de carácter haber aguantado por propia voluntad en el siniestro Hanoi Hilton, el campo de internamiento de Vietnam del Norte. Aguantó casi seis años y se endureció en un régimen de vida hecho de humillaciones y torturas, no sólo morales. El senador por Arizona está sentado en el Capitolio desde hace 17 años mientras que George W. cuenta por todo bagaje con sus cinco años de gobernador de Tejas y con el apoyo, quizá mortal, de su señor padre.

Pero McCain tiene defectos: no es aficionado a la «langue de bois», a la lengua de madera como se dice en Francia. «Yo os digo que haremos lo que tengamos que hacer. Y os lo digo sinceramente. Con toda sinceridad. Haremos lo que debamos hacer, lo que nuestra conciencia nos dicte. Y digo más: al decir que haremos lo que debamos de hacer, digo que lo haremos. Podéis estar seguros. Por encima de todo…». Hay que ser muy inteligente, para hacer pasar entre el público estas logomaquias. Cuando además, se sueltan con gesto infatuado y notoria torpeza, el vacío es letal. Por el contrario, George W. tiende a recordarnos que el Sena pasa por París y el Mississippi por Nueva Orleans. No sabe a sus 54 años quién gobierna en India, ni en Pakistán. McCain, correoso y sumamente informado, defiende frente a lo meramente oportuno, el sentido común y la apertura al cambio, en un mundo que cambia a vertiginosa velocidad. Rasgos imposibles de encontrar en George W., un repetidor de mensajes ajenos. El autobús de McCain tiene un nombre difícil de traducir, algo así como el «tren de las palabras claras». George W. no pronuncia palabras claras porque no tiene ideas claras. Sólo sabe que tiene que ganar. ¿Y ganar para qué? Respuesta textual: «Para ganar». Los enemigos de la política entendida como arte de hablar y no decir nada tenemos pocas esperanzas. Pero una lucecita (otra que la del Pardo) permanece encendida mientras McCain, ese tipo incómodo y dispuesto a todo, permanezca en la carrera. Bush ha ganado las elecciones primarias en Carolina del Sur, pero McCain ha salido vencedor en New Hampshire , Arizona y Michigan. «Agotamiento del orden tradicional», «desgaste de los aparatos de partido», «lobbies y dinero frente a verdades poco diplomáticas» o aún más, «honradez política frente a expertos electorales». McCain, extraño especimen puede hacer, sin embargo, mucho daño, saludables destrozos: sabe lo que es el mundo exterior, conoce los peligros y esperanzas que hay en la prosperidad americana. «Mientras a mí me torturaban, hizo usted la guerra de Vietnam sobrevolando los cielos de Tejas», soltó a George W. como andanada final, en el programa de Larry King. McCain sabe para qué se presenta a la elección: qué objetivos perseguir, contra qué enemigos luchar. Un hombre íntegro, un héroe de guerra, un hombre con una segunda mujer joven y guapa, frente a un aburrido prototipo de la política, del partidismo, de la vacuidad. Es difícil que gane McCain. Pero la carrera es larga y todavía podremos vivir algunas emociones.

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