Opinión Internacional

Mexico: exitosa diplomacia comercial

Una evaluación moderadamente positiva de las perspectivas globales para el presente año, en que expresó preocupación por Colombia, Ecuador y nuestro país y confianza en la recuperación de Brasil, Argentina, Chile y México, ha consignado Stanley Fisher al entregar el timón que ejercía de manera temporal del FMI, coincidiendo con las predicciones de la prestigiosa agencia Merrill Lynch de que, finalmente, se salvará la economía azteca de la crisis que como maldición devino compañera inseparable de las últimas cuatro sucesiones gubernamentales.

Porque las cifras anuncian un crecimiento del PIB superior al 4.5 y una menor depreciación del peso (gracias sobre todo a las inversiones foráneas que para fines de este año podrían rebasar el estimado oficial de 12.5 millardos de dólares), el incremento del consumo doméstico y la demanda en auge de productos mexicanos en el mercado estadounidense, tanto mas significativa porque no responde exclusivamente al valor de las exportaciones petroleras.

El consumidor mexicano- vaticina Merrill Lynch- seguirá beneficiándose con una menor tasa inflacionaria y la consolidación de las alzas en el salario real que se registraron ya en el segundo semestre de 1999, en alas de la recuperación que gana terreno y se acelera en toda la economía, salvo el sector de la construcción, y debería fortalecerse si las venideras elecciones presidenciales y parlamentarias discurren en julio sin contratiempos.

A esto ha contribuido una actividad diplomática bien coordinada que permitirá al Presidente Ernesto Zedillo culminar a tambor batiente con una serie de acuerdos en materia comercial que, al insertar mas efectivamente a México en la globalidad, reducen de alguna manera la excesiva dependencia de los Estados Unidos que, por obvias razones, ha preocupado siempre a los gobiernos del hermano país.

En primer lugar, desde luego, está el Acuerdo comercial suscrito esta semana en Lisboa con la Unión Europea, tras cinco años de negociaciones, que abarca servicios, bienes industriales y agrícolas, gastos gubernamentales, inversiones, reglas de competencia y origen, propiedad intelectual, acceso a mercados, salvaguardas, normas sanitarias y un sistema para la solución de controversias; contempla programas de cooperación en 29 áreas estratégicas que beneficiarán a la pequeña y mediana empresa que conforma más del 95% de la planta industrial de México, y al liberalizar totalmente el intercambio bilateral de productos podría duplicarlo hasta 30 millardos de dólares en el horizonte del año 2005.

Es, en la práctica, una ensayo de mutua importancia, porque abre a México un mercado de alta exigencia de 350 millones de personas para equilibrar la relación con Norteamérica establecida en virtud del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) mientras que servirá a la UE de trampolín al mercado estadounidense al aprovechar el floreciente sector de la maquila, y como laboratorio para convenios similares con Latinoamérica, en particular con la Comunidad Andina y el MERCOSUR
Como dato negativo, voceros de oposición critican que el acuerdo se haya ampliado mas allá de lo estrictamente comercial, al incluir una llamada “cláusula democrática” que permitiría a la Unión Europea, por ejemplo, juzgar sobre un tema como los derechos humanos, tan espinoso en el contexto de la insurgencia zapatista.

Previamente, en octubre de 1999, México y España habían firmado un acuerdo de cooperación energética, en principio por tres años, en las áreas de electricidad, hidrocarburos, energía nuclear, fuentes alternativas, uso eficiente de la energía y procesos de modernización del sector energético y en febrero pasado se propuso al Japón la negociación de un tratado de libre comercio, similar al que se acaba de firmar con Israel a principios de este mes, el primero en su género con un país fuera del ámbito donde tradicionalmente se han concentrado las relaciones mexicanas.

Se trata de socios con los que ha existido siempre un flujo comercial mas bien modesto, basado en el petroleo, y desfavorable y que mantienen fuertes vínculos con los Estados Unidos, por lo que un acuerdo bilateral presenta el atractivo adicional de negociar de manera directa, en el caso de Israel por ejemplo, bienes automotores, siderúrgicos, azucareros, químicos, junto con tequila, mezcal, cerveza y jugos naturales.

Si a todo lo anterior se añade la política coherente y sin estridencias hacia Centroamérica y el Caribe, que Tlatelolco considera con razón como su zona inmediata de influencia, se convendrá en el buen desempeño de la diplomacia económica mexicana y la importancia de su aporte en la culminación indolora de una administración que arrancó bajo condiciones tan ominosas.

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