Opinión Internacional

Misión imposible para Lula: Venezuela al Mercosur

Venezuela insiste con ingresar al Mercosur, un club que todavía le está vedado por las bolillas negras de los senados paraguayo y brasileño. Como se especula que un eventual «sí» de Brasilia podría arrastrar en el mismo sentido a Asunción, todas las fichas están puestas en el Gobierno de Lula, que por estos días busca frenéticamente destrabar el rechazo que suscita la Venezuela de Chávez tanto en la Cámara alta como en círculos empresariales.

En Brasil, muchos dicen que esto de aceitar el acceso de Venezuela al bloque regional es una «misión imposible». Y que el Quijote de Lula es nada menos que el canciller Celso Amorim, quien mañana deberá defender las bondades de la membrecía venezolana ante un Senado opositor. Entre los argumentos de rechazo, uno de los que más viento agita es el de las falencias democráticas del Gobierno chavista (el tratado constitutivo del Mercosur dice que sólo se asociarán a él países con regímenes democráticos). Senadores del opositor PSDB alegan que Hugo Chávez maneja a su país con puño populista y que los venezolanos no viven en democracia. En esa tesitura, la semana pasada el influyente O Estado de Sao Paulo publicó el editorial «La mano pesada de Chávez» en el que decía que en Venezuela el régimen del bolivariano«controla los tres poderes y sofoca a las oposición usando métodos arbitrarios».

La dificilísima tarea encargada a Amorim tiene hasta ahora dos frentes. Por un lado, convencer al Senado que, aunque no tiene mayoría del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), siempre se rearma y constituye mayorías propias para cada ley o tema en discusión. Para tratar de inclinar los votos a favor de Venezuela, el canciller hizo bajar desde Caracas al embajador de Brasil, Antonio Simões, quien visitó uno por uno a los 81 senadores brasileños.

Por su parte, el mismo Amorim se encargó, en Caracas, del frente más complicado: el mismo Chávez. Lo hizo este fin de semana que pasó, cuando después de soportar un plantón de tres horas, finalmente pudo argumentarle -y repetirle una vez más- al venezolano que si sus técnicos no avanzaban cuanto antes con el tema del cronograma de Tarifas Externas Comunes (TEC) del Mercosur, no sólo encontraría una barrera insalvable en el Senado en Brasilia, sino que probablemente se complicaría el futuro del tratado de libre comercio firmado entre Caracas y el Mercosur, que caduca en 2014.

Pero además, detrás de la advertencia de Amorim corre el reloj. Hugo Chávez desembarca en Brasilia en visita oficial el próximo 26 de mayo. Lula, que lo conoce -y padece-, sabe que pondrá el grito en el cielo si lo del Mercosur no muestra al menos un pequeño avance. Por eso es que el Gobierno brasileño le hizo ver al venezolano que la reunión del 19 de mayo entre los técnicos brasileños, argentinos, uruguayos y paraguayos es la última oportunidad para que Venezuela presente su programa de exención tarifaria para más de 500 productos. Existe también otro interés, más práctico: es el de los industriales del noreste brasileño -la mayoría, nucleados en la Federación de Comercio e Industria Venezuela-Brasil- que empujan el ingreso venezolano al Mercosur. A ellos también los corre el reloj: si el protocolo de adhesión no es aprobado antes de enero de 2011, perderán beneficios tributarios importantes, como el que rige para los autos, con tarifas de exportación del 23% hoy, y que podrían trepar al 35%.

Aunque quizás, el mayor de los interesados en cobijar a Venezuela y Chávez dentro del Mercosur sea el mismo Luiz Inácio Lula da Silva. Es mejor, dicen en el Planalto, «tenerlo al venezolano con nosotros, que aislado». Mucho más desde que hace pocos días, en la última cumbre del Alba (Alternativa Bolivariana de las Américas), Chávez lanzó otra de sus megapropuestas para la región: la creación del sucre como instrumento de compensación ahora para los países miembro y como moneda para el Cono Sur después. Esto choca de frente con el propio sueño regional de Lula: que en reemplazo del dólar, el real sea la moneda para las transacciones comerciales entre los países de la Unasur. El Banco Central de Brasil ya estaría trabajando en esta nueva herramienta, que los brasileños dicen está en la línea del swap que acaban de firmar la Argentina y China.

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