Opinión Internacional

Movilización para frenar escalada belicista

«Para acabar con el terror mundializado, luchemos por la justicia global», reza una de las consignas de la manifestación pacífica que este domingo 30 de septiembre congregó a unas cinco mil personas de Ginebra y las regiones vecinas de Francia.

Los diversos colectivos y movimientos ciudadanos condenaron los horribles atentados de Nueva York y Washington, pero al mismo tiempo advirtieron sobre los
peligros de la creciente escalada militar que se cierne sobre el mundo, con la consiguiente inseguridad y pérdida de libertades para todos los habitantes del planeta.

Los promotores de la marcha, aglutinados en el Comité Suizo del Llamado de Bangkok (que agrupa a más treinta organizaciones), dieron a conocer además que otro de sus objetivos es expresar la solidaridad con las víctimas del terror en Estados Unidos, pero también con las víctimas de la violencia económica y guerrerista en todo el mundo, desde Colombia hasta Irak, y desde Angola hasta
Chechenia. No se puede responder al terror con más error, ni atacando a la población civil de un país sumido en la pobreza como Afganistán que ahora mismo vive una verdadera catástrofe humanitaria con el desplazamiento de más de dos millones de personas que huyen ante las amenazas de ataques militares por parte de Estados Unidos y la OTAN, agregan.

«Rechazamos la escalada guerrerista»; «Globalicemos el desarmamento»; «anulemos la deuda de los países pobres»; «por el derecho a la libre circulación de las personas»; «protejamos el bien común y los servicios públicos de la privatización»; «luchemos contra la discriminación racial y sexista», «el que siembra miseria, cosecha cólera», «ni bien ni mal, solidaridad internacional», fueron algunas
de las consignas coreadas por los manifestantes.

Juan Tortosa, del Comité Suizo del Llamado de Bangkok, advirtió que luego de los atentados del 11 de septiembre se pretende criminalizar al movimiento anti-
mundialización neoliberal sobre todo luego de que el gobierno de Estados Unidos ha advertido que «quien no está con ellos, está contra ellos». Cabe señalar que en
los últimos días, altos funcionarios de los gobiernos de Berlusconi de Italia y de José Maria Aznar de España han relacionado, de manera grotesca y mal intencionada, las
masivas manifestaciones anti-neoliberales desarrolladas en Europa con el atentado de las torres gemelas en Nueva York.

Los sindicalistas señalaron que no se puede hablar del terrorismo fundamentalista y callar sobre el terrorismo de Estado, ese terrorismo que ha sido practicado, alentado o financiado por los propios Estados Unidos en Irak, Cuba y Panamá. Por su lado, las mujeres manifestaron que no se debe confundir islamismo con fundamentalismo y llamaron a solidarizarse con las mujeres afganas que sufren la opresión de los talibán.

Las fuentes del odio

Varias organizaciones participantes invitaron a detenerse a pensar un momento sobre las causas que están en el origen del terrorismo fundamentalista. «La desesperación y la desesperanza de poblaciones enteras alimentan el odio y la rebelión. La falta de soluciones sociales y de movimientos colectivos para llevarlas a cabo, abona el terreno para la proliferación del autoritarismo político, la intolerancia nacional y el integrismo religioso. Es ilusorio pensar que esta violencia potencial pueda ser desactivada rechazando actuar sobre sus causas. A fin de conjurar los peligros que resultan de un mundo cada vez más maltrecho y desequilibrado a causa de los efectos de la mundialización neoliberal, los Estados más poderosos
refuerzan su poderío militar y sus aparatos policiales. Este rumbo belicista y represivo representa graves peligros para el conjunto de los derechos humanos. Para acabar con la escalada de terror, es preciso promover la justicia global», señala el Centro Europa Tercer Mundo, CETIM, y el Comité Suizo del Llamado de Bangkok.

Desde hace 20 años, agregan, la aplicación sistemática de brutales políticas neoliberales, dictadas por los gobiernos del G7, el FMI, el Banco Mundial y la
Organización Mundial de Comercio, OMC, no ha cesado de agravar la miseria y la precariedad de millones de seres humanos. «Son estas políticas que es preciso combatir. La deuda de los países pobres funciona como una potente máquina que absorbe sus recursos. Esta es una de las principales causas de las migraciones masivas de trabajadores y trabajadoras hacia el Norte, quienes, sin derechos y sin papeles, son empleados en condiciones próximas a la esclavitud. Es urgente anular la deuda de los países pobres, reconocer el derecho a la libre circulación de los emigrantes así como de sus familias y regularizar a todos los sin papeles».

«Al mismo tiempo, la apropiación de los recursos vitales del planeta, del agua en particular, por poderosos intereses privados, pero también la privatización de los
servicios públicos, hunden en la miseria a un número creciente de hombres, mujeres y niños. La obtención de ganancias privadas a costa del bien común debe ser
detenida, razón por la cual rechazamos el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios defendido por la OMC», enfatizan el CETIM y el Comité Suizo del Llamado de Bangkok.

La manifestación de Ginebra en la que participaron ATTAC (Suiza y Francia), SOS Racismo, Marcha Mundial de las Mujeres, los partidos Socialista y Verde, entre otros, se inscribe en la línea de las movilizaciones pacifistas que en las últimas dos semanas se han desarrollado en Nueva York, Washington, Roma, Amsterdam y París.

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