Opinión Internacional

Nuestro Padre Lula

El Presidente Lula es el centro de América del Sur. Es el Juez de Paz que se mueve con maestría en el desorden, entre la ausencia casi total de sindéresis continental, aumenta los negocios de su país en todos los continentes, es el único interlocutor válido de los países importantes, es protagonista de la Organización Mundial de Comercio la cual es la única institución internacional que conserva alguna influencia. El Presidente Lula ha asumido la tarea de tutor de los que en América se salen de la compostura que ahora son varios y tiene a su cargo la vigilancia del Presidente Chávez, con quien mantiene una relación tan productiva que actualmente el superávit comercial del Brasil sobrepasa los dos mil quinientos millones de dólares. Ya Brasil no necesita a MERCOSUR y por eso este casi no existe.

No hay mejor información al alcance del pueblo venezolano que la que está contenida en los estantes de Mercal. Allí se tiene un informe patente e innegable del grado de dependencia alimenticia al que ha llegado Venezuela. ¿Cuántos de esos productos son venezolanos? La economía endógena no produce proteínas, ni hidratos de carbono, ni vitaminas, ni siquiera medicina casera. Los plátanos que el Presidente imaginaba figurando en el trueque de su utopía vegetal no andan por allí, con alguna identidad que certifique su origen. La revolución bolivariana no se interesa por las proteínas sino por el final de la historia, por el socialismo del siglo veintiuno, el cual por cierto no figura entre los delirios del Libertador, como aquel que una historia de América que nunca tuvo fuerzas para ser contemporánea, llamó el del Chimborazo
Entre sus muchos títulos para la historia el Presidente Lula es el padre también de Mercal, porque ¿donde se exhibirían con más orgullo los productos brasileños? Recientemente se le atribuye una frase según la cual el comandante Chávez es el mejor Presidente que Venezuela ha tenido en cien años ¿Dónde y cuándo el Padre Lula ha tenido tanto tiempo para conocer la historia de Venezuela? Nosotros desde aquí, desde este oscuro ángulo del mundo, si podemos afirmar que el mejor Presidente del Brasil del final del siglo XX es Fernando Enrique Cardoso, quien construyó las políticas que le permitieron estabilizarse al gobierno de Lula. Cardoso es el estadista, el intelectual, el tipo de ciudadano, el político, que debería encabezar la modelística de Ibero América. La revolución cuartelaria es lo menos parecido a eso.

¿Cuanto valen los auxilios políticos de Lula, sus palabras, sus elogios? ¿Cómo se traducen en términos de hidrocarburos? ¿De refinerías? Para aludirlo en vocablos más concretos ¿cuánto pesan sus palabras en números de exportación? Lula ha tenido éxito como Presidente porque es un peculiar Presidente de Izquierda que gobierna con una política económica ortodoxa, la que heredó de Cardoso. No me siento autorizado para hablar de la izquierda brasilera porque la conozco poco. Pero me hago una pregunta ingenua: ¿dónde, en términos de estrategia y de Gobierno, está la ideología de Lula? Con esto no niego sus méritos sino que exalto un perfil político que no hemos estudiado. ¿No se parece Lula más a un bandeirante que a un predicador?
Y si esto es así conviene reflexionar oportuna y abundantemente. Nos estamos entendiendo con el sucesor del Imperio del Brasil, el cual será dentro de poco tiempo, superpotencia mundial. Es nuestro vecino, nuestro amigo. Pero es un Imperio y tal vez tengamos que hacer comparaciones entre lo que ha sido la dependencia del imperio americano y lo que ya es también la dependencia del Imperio que duerme a un costado de la empobrecida Venezuela, la que en lugar de hospitales distribuye misiones, la que se enorgullece de destruir su riqueza, la que no tiene capacidad para manejar la basura y limpiar las calles, pero en cuyas vías se entrechocan poderosos autos que son capaces de recorrer mas de doscientos kilómetros por hora pero que no pueden andar cinco metros continuos en la cogestión del tráfico. Maquinas voladoras que no tienen donde volar.

He conocido personalmente a casi todos los Presidentes del Brasil incluido a Juscelino Kubichek, el padre de Brasilia. No así a Lula pero si a su extraordinario Canciller, quien fue mi colega como Embajador en las Naciones Unidas. Entiendo que además Lula tiene un asesor, a cargo de las relaciones especiales con Venezuela, Marco Aurelio García. Venezuela tiene seguramente el escritorio más nutrido en Plano Alto, aplicando el comentario de Omar Torrijos, hombre lleno de inteligencia y de humor, quien decía que el escritorio más grande que había en el Departamento de Estado era el de Fidel Castro.

En ese escritorio de García me imagino la evocación de un viejo principio de la geopolítica continental: Brasil es un país pacífico y pacificador.

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