Opinión Internacional

Obama sin manías

Hay quienes opinan, según fijaciones ideológicas añejas, que el reciente resultado de las elecciones del congreso y el senado de Estados Unidos, no solo es malo porque ganaron los republicanos y candidatos de su ala extremista – el llamado “Tea Party” – sino también, que el sistema de ese país es intrínsecamente diabólico, porque Obama está inmovilizado por grandes corporaciones e intereses.

Concuerdo con que la ganancia de cuotas de poder por parte los republicanos representa un retroceso en la esperanza de cambios estructurales urgentes para los EEUU, y por lo tanto, conveniente para el resto del mundo, y también comparto la preocupación del excesivo poder de corporaciones y elites en la democracia estadounidense, y sin embargo, es la nación de Obama la que ha demostrado históricamente que sin revoluciones abruptas, pero con reformas graduales y progresivas, se puede lograr sin violencia extrema bienestar y estabilidad social para las mayorías. Quizá, la nostalgia de quienes idealizan e idolatran las revoluciones (con y sin comillas)  – sin discernir de su aspecto teórico, incuestionablemente maravilloso, de lo ocurrido en la práctica, siempre violento y autoritario – los hace anhelar que la superpotencia norteamericana pase por un proceso como el de la Francia de Robespierre, con su terror de guillotinas; la Rusia de Lenin y Stalin, con sus millones de víctimas de hambrunas provocadas, campos de concentración y purgas; o la Cuba de Fidel que comenzó con ejecuciones sumarias y hoy despide a un millón de empleados públicos inventando de la nada un sector privado que los conducirá a un consumismo limitado: con-su-mismo destino de miseria.

Sería excelente que Obama pudiese tener más poder, y poner en su lugar a los fundamentalistas cristianos y a los capitalistas sin corazón, pero si no le proponemos que haga una revolución, qué modelo de gobierno le aconsejan los admiradores del “socialismo” (¡con comillas acentuadas!) de nuestro continente: ¿El de la Argentina en donde la presidenta Kirchner no se habla con su vicepresidente Julio Cobos, o con miembros de su propio partido, como Duhalde? ¿El de Chávez, que ordena a sus parlamentarios a darle una ley para gobernar por más de un año por decreto, para neutralizar a los diputados entrantes de la recién electa asamblea? ¿El de Evo Morales, quien cada vez que discrepa con la oposición los acusa de conspiración? ¿El de Correa, con su “mátenme si les da la gana”, transformando chispas en un incendio, en lugar de convocar al dialogo durante un motín de policías?

Dificulto que Obama pueda hacer importantes cambios con el actual liderazgo republicano, pero qué alivio es escuchar a un presidente que acepta perder cuotas de poder, asumiendo su responsabilidad, llamando a los victoriosos a trabajar junto a los perdedores, y reconociendo algo sensato que casi no escuchamos en nuestras democracias y seudo-democracias latinoamericanas: “No pienso que la gente tenga ideologías fijas. Creo que las mayorías siguen con sus asuntos, con sus vidas y solo quieren estar seguros de que nosotros estamos trabajando para ayudarlos en que progresen”

Ese sentido común, es lo que hace grande a Obama, y lo que hace que los estadounidenses decidan salir o no, a votar en masa, o cambiar de opinión, sin temor a que un gobierno irrespete o tergiverse un resultado electoral (con la excepción de la regla: la elección Bush-Gore del año 2000).

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba