Pando agoniza
Bolivia se apronta para una gesta eleccionario mientras el 11/9, fecha clave que cambió la vida en el departamento de Pando, sigue siendo un borrón en la historia reciente de nuestro país dolorido y lastimado por situaciones de violencia. Ha pasado un año y el tiempo se agranda o se achica dependiendo de las situaciones que se tomen como referencia.
Un año es un tiempo muy corto como para aquilatar en toda su dimensión lo que han significado los hechos del 11/9 para el departamento de Pando, un departamento antes casi olvidado en medio de la geografía política de nuestro país, hoy convertido por ambiciosos proyectos de poder en el epicentro de la violencia, del desate de persecuciones, de la transpolación de los significantes de empoderamiento y del transvase y traslado de habitantes con fines electorales y de expansionismo andino-centrista.
Un año es un tiempo muy largo, interminable para los refugiados, los perseguidos, los encarcelados que quedaron en el rebalse de esta contienda fratricida en la que el poder se ensañó con un departamento pequeño, desvalido y antes olvidado, para convertirlo en un cuartel de operaciones, en un laboratorio de la soñada expansión hegemónica que ha sido importada desde el Caribe, así como la nueva constitución, la indiscriminada manipulación del ejército, la destrucción del sistema judicial y muchos otros inventos que son ahora parte del banquete del Socialismo del Siglo XXI.
Bolivia se retuerce en medio de un proceso electoral, que no deja de ser otro parto forzado, en medio de las adversas condiciones en las que la democracia se tambalea y busca ideas creativas para subsistir, ideas fuerzas para aferrarse del árbol del bien sin permitir que las flores del mal se conviertan en el símbolo de un supuesto y controvertido proceso que a nombre del cambio quiere asfixiar antes de nacer a un país que a pesar de todo busca de tumbo en tumbo su destino.
Pando es hoy por hoy un símbolo, una herida, una cicatriz que todavía sangra, es la llaga que nos exige un verdadero cambio, que nos invita a repensarnos como país, sin mentiras, sin exclusiones, sin odios fratricidas. Pando está preso y tiene barrotes vergonzosos en la cárcel de San Pedro, mantiene hombres detenidos sin proceso, una justicia amordazada, investigaciones que no son tales, que han tergiversado los hechos, hablo de aquella que hizo Matarollo a nombre del clan de amigos de UNASUR y con la que pretendió hablar a nombre de los hechos de Pando, cuando en realidad esta investigación solo hablaba por la boca de los socios del Socialismo del Siglo XXI.
Hay dolor en Pando, crujir de dientes, persecuciones, un departamento ha sido invadido, tomado, apresado y el mundo todavía no reacciona ante estos hechos, tal como le ha ocurrido tantas veces, el viejo y herrumbrado mundo del poder hace oídos sordos, la vista gorda y se tapa la boca para no hablar de los crímenes que atacan sociedades y que ponen en vilo los derechos y que se encarnizan en la tarea de conculcar libertades.
Es tan larga la injusticia, el tiempo se ensancha en el hueco de la aguja por la que no entra la justicia, por la que se quita la posibilidad de justicia a un pueblo que sigue buscando su destino, que a pesar de todo sigue esperando que le permitan gozar de su historia, su cultura, sus liderazgos, su visión país, sus montes, sus tigres, sus propios espacios para aprender a construirse dentro de un país que no ha mostrado hasta ahora una vocación que no sea la de destruirse a sí mismo y para expulsar a todo lo que le resulte diferente y revolucionariamente disidente del poder que quiere el país para saciarse a sí mismo.
Pando agoniza ante nuestros ojos. No podremos pasar sobre Pando, no podremos seguir adelante y sanar nuestras heridas si no concretamos un justo abordaje y esclarecimiento de los hechos de Pando. Leopoldo y Pando tienen que tener la palabra.
