Opinión Internacional

Para ayudar a Africa

Miami (AIPE)- El éxito de los conciertos Live 8 organizados por Sir Bob Geldof alrededor del mundo sirve como testimonio del gran entusiasmo que hay por ayudar a los africanos enfermos y hambrientos. Tanto los organizadores como la audiencia están preocupados y quisieran ayudar a los africanos. Sin embargo, opino que sin importar cuántos recitales multitudinarios organicen o cuántos coloridos brazaletes de goma vendan, el objetivo de terminar con la miseria en el continente más pobre recibirá un impulso marginal e intrascendente.

Sir Bob pide que “se duplique la ayuda, se cancele la deuda y se modifiquen las normas de comercio internacional para que éstas sean más justas”. No dudo de la sinceridad de Geldof, Bono y compañía, pero creo que aunque los objetivos propuestos por Live 8 se consiguieran, su efectividad dejaría mucho que desear y Africa continuaría tan pobre y miserable como hasta ahora.

El aumento de las ayudas parece ser un hecho consumado, inclusive el gobierno de George Bush ya ha anunciado que se propone hacer esto. La contribución de los llamados “países ricos” a estos desdichados países actualmente equivale a 0,25% de su producto interno bruto combinado. Pero no hay que olvidarse que entre los años 1975 y 1984 las ayudas netas de los países de la OCDE a los países subsaharianos aumentaron a un ritmo del 8% anual (más del doble que la tasa en la que aumentaron entre 1995 y 2004) y sin embargo el crecimiento de las economías de dichos países aumentó a una tasa del 2% anual cuando las ayudas aumentaban más y al 3% anual en la última década, cuando las ayudas aumentaron en menor proporción. La mayoría de los economistas expertos en la región concuerda en que el problema de Africa no tiene que ver con la generosidad de los “países ricos” sino con las políticas de los propios líderes africanos.

En ninguna parte del sitio web de Live 8 encontré referencia alguna a las guerrillas que han devastado el Congo en los últimos años, ni a líderes como Teodoro Obiang, Omar Bongo, Robert Mugabe y tantos más que son los verdaderos responsables de la miseria y del hambre. El país que “gobierna” Mugabe, Zimbabwe, pasó de ser el “granero de Africa” a un agujero de miseria, hambre y muerte en pocos años, gracias a las locas políticas de su dictador, a quien pocos países fuera del G8 parecen condenar.

Las ayudas son buenas, pero no son una panacea y deben estar dirigidas a mejorar la vida de los africanos y no a enriquecer a las élites locales corruptas. Lo que hacen es transferir recursos de los pobres de unos países a los ricos de otros. Además, hay que tener cuidado porque pueden acabar causando más problemas que los que ya hay. El caso de lo que le sucedió a la actriz Sharon Stone es muy ilustrativo: emocionada luego de escuchar a Benjamín Mkapa, presidente de Tanzania, pronunciar un discurso acerca de la cantidad de vidas infantiles que se salvarían si los países de la región contaran con más mosquiteros impregnados con insecticida, decidió donar diez mil dólares a esa causa y animó a otros a hacer lo mismo. Pero los mosquiteros importados fueron resentidos porque llevaron a la quiebra a productores locales de dichos productos. Además, al ser distribuidos gratuitamente, en Uganda el gobierno pidió que no convirtieran los mosquiteros en trajes de boda.

Es fácil echarle la culpa al “hombre blanco” y pretender que los problemas se solucionarían si “estos ocho hombres [blancos] se pusieran de acuerdo” para acabar con la pobreza, pero no es realista. Porque al contrario de los que dicen los de Live 8, las principales razones por las cuales Africa está así no son ni el alto costo de los intereses de la deuda ni la falta de ayudas de países ricos, sino la corrupción endémica y sin límites, las epidemias de enfermedades como SIDA y paludismo y los conflictos armados. La solución a los males de los países pobres no está en Escocia o Washington, sino en Harare, Malabo y Maputo.

Y hablando de Maputo, hace tres años tuve oportunidad de viajar a Mozambique y a otros países de la región y de conversar con gente allí. Al final del viaje, era para mi incuestionable que los problemas que afrontan estos países tienen mucho más que ver con quienes mandan que con supuestas secuelas del expolio imperialista del pasado o con las decisiones de los gobiernos de países desarrollados. Los 50.000 ricos entre más de 18 millones de pobres en Mozambique son gente que se ha enriquecido mediante participación directa o contactos con el gobierno. Angola, Namibia, Nigeria, el Congo, Guinea Ecuatorial, etc. son países muy ricos en recursos naturales, pero gobernados por élites cleptómanas que arrasan con todo. Esas élites exportan a las economías occidentales, particularmente a Suiza, el dinero que se roban. Se estima que 40% de la riqueza de Africa se encuentra “invertida” en economías de países ricos.

Para salir del círculo vicioso de miseria constante, guerras y hambrunas recurrentes, los africanos tienen que asegurar la protección de la propiedad privada y del estado de derecho, y acabar con los gobiernos mafiosos. También necesitan acceso libre y justo para sus productos a los mercados del mundo desarrollado y esto sí depende de los gobiernos de los países ricos, pero implica más liberalización, libre comercio y el fin de los odiosos subsidios a la agricultura, algo que, por cierto, no forma parte de la agenda del encuentro de los líderes del G8. Todo el resto representa un ejercicio tan inútil como el de pretender tratar un cáncer con aspirinas.

(*): Director General de (%=Link(«http://www.eliberoamericano.com»,»El Iberoamericano»)%)

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