Opinión Internacional

Pasos firmes de la India

No sólo los conflictos revolucionan el mundo de hoy. El gigante que emerge en India avanza para contribuir a la imparable transformación política, económica y social en el planeta. Sin ruido, sin aparecer en los medios y sin llamar la atención de periodistas y de expertos. Se va a convertir en una gran potencia industrial en este siglo, con una producción que crece a un ritmo del 9% anual y casi alcanza al de los servicios, con un ritmo del 10%.

A pesar de los obstáculos que han tenido las compañías extranjeras para instalarse en India, el número de multinacionales que llegaron en la última década dan prueba del éxito industrial indio. El país cuenta con la población universitaria más especializada del mundo en las áreas técnicas, científicas, matemáticas y de las ingenierías. Basta con estudiar las cifras de los alumnos indios  -que no hindúes, pues el hinduismo se refiere a una religión– en las universidades de los países occidentales. Sólo en Estados Unidos hay cerca de 80.000 estudiantes universitarios indios, cuya mayoría se forma en los centros más prestigiosos: Harvard, Columbia, Yale, Brown, etc.; en Australia estudian más de 20.000 y en Inglaterra 18.000.

Los países occidentales ofrecen todo tipo de facilidades a estos jóvenes estudiantes con la esperanza de que se adapten a la cultura y de que pongan su inteligencia y sus capacidades al servicio de las grandes compañías. Durante años se denunció la ‘fuga de cerebros’ y, después, el ‘expolio de cerebros’, pero las cosas han cambiado. Cada vez son más los estudiantes indios y chinos que vuelven a sus países después de terminar la universidad porque encuentran en las compañías extranjeras un trabajo que se sirve de la formación recibida durante media década. Esto acelera la industria y da un crecimiento espectacular y firme a la economía de un gigante localizado en un punto neurálgico de la geopolítica de hoy.

No sólo ese regreso ha marcado el cambio. India se está adaptando a las necesidades del mercado para ofrecer a sus estudiantes una formación más completa y más competitiva.

India sigue desde hace años una marcha más lenta que la que ha tenido China, pero más discreta, más firme y más equilibrada. S.S. Pathania, director general adjunto de una fábrica de motocicletas Hero Honda cerca de Nueva Delhi, cree que India despegará por encima de sus vecinos chinos.

“Los chinos son muy buenos copiando cosas, pero los indios creemos en la calidad del trabajo, creemos que hay que cumplir las normas de contaminación”, comentó al diario The New York Times.

Además, varios fabricantes mundiales saben que en China habrá una disminución demográfica considerable en las próximas décadas. Sólo en 2013, India contará con más trabajadores entre 20 y 24 años de edad; la Organización Internacional del Trabajo calcula que, para 2020, India tendrá 116 millones de trabajadores con esa franja de edad, comparados con 94 millones de China.

Además, India contará con una élite preparada para ponerse al frente de una enorme economía y darle la dirección que necesita para consolidarse como superpotencia también en el plano político. A la espera de una inevitable reforma de la ONU, se prevé que India pase a formar parte del Consejo de Seguridad, o al menos a tener una influencia más grande en la toma de decisiones. Ante la violación del Tratado de no-Proliferación por parte de los países del Consejo de Seguridad, India ya tiene esa capacidad. Cabe recordar que ninguna otra democracia en el mundo tiene más de 1.000 millones de habitantes, por más que Occidente se resista a considerarla una verdadera democracia.

No caben idealizaciones tampoco. Es verdad que existen enormes desigualdades en India. La ilusión de un choque de civilizaciones amenaza con encender radicalismos. Las infraestructuras son aún deficientes por el insuficiente gasto del Gobierno para esos fines, una séptima parte de lo que gasta en ello el Gobierno chino.

Sin embargo, ¿podríamos esperar más de los gobernantes de India? Hace poco más de medio siglo era una colonia inglesa y hoy es una democracia consolidada, una locomotora con un crecimiento sostenido del 8% anual. Formarse no puede suponer una pérdida para el país de origen si éste luego es capaz de acogerte con tus conocimientos.

 
Carlos Miguélez
 Periodista

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