Opinión Internacional

Pisando fuerte

Los 37 congresistas liberales no se cambian por nadie. La larga travesía por el desierto burocrático de los ocho años de la era Uribe se acabó, y ahora son una pieza clave de la coalición de gobierno de Juan Manuel Santos. Volvieron a los desayunos de Palacio, los periodistas los consultan y proyectos de su autoría, como la ley de víctimas, la del primer empleo y la de restitución de tierras, se volvieron prioritarios en la agenda legislativa de la Unidad Nacional. Así quedó demostrado cuando el propio presidente Juan Manuel Santos radicó, con gran bombo, el proyecto de ley de víctimas e insistió en que sacarlo adelante es una de sus banderas.

La resurrección liberal tiene origen, paradójicamente, en la forma como el partido manejó su dura derrota en la campaña presidencial. El 30 de mayo, en su discurso de triunfo al ganar la primera vuelta con el apoyo de la U y los conservadores, Santos hizo un llamado a todas las fuerzas políticas a unirse a su candidatura para diseñar una propuesta política común. Al día siguiente de la votación, el ex candidato Rafael Pardo respondió el gesto con una visita al candidato de la U, en la cual se acordó que las toldas rojas participarían en la campaña de Unidad Nacional siempre y cuando Santos se comprometiera a impulsar, si ganaba en la segunda vuelta, cuatro temas de origen liberal: los derechos de las víctimas, la restitución de tierras, la ley del primer empleo y el diseño de un nuevo sistema de pensiones para trabajadores informales.

El paso fue audaz y recibió fuertes críticas. No faltaron los que interpretaron que se estaba forjando la reedición trasnochada del Frente Nacional. Sin embargo, las conversaciones entre Santos y su antiguo partido avanzaron con fluidez. Y un hecho marcó la alianza definitiva: pocos días antes de la segunda vuelta, el ex presidente César Gaviria anunció su voto por Santos. «Estoy seguro de que su mandato recogerá algunas banderas liberales, como el respeto al poder judicial,  una mejor distribución de la tierra y el respeto por los derechos de las víctimas», dijo.

Hoy, después de dos meses de gobierno, los temas de la carta de Gaviria son centrales en la agenda santista. Y exceptuando el proyecto de pensiones para el sector informal, que será presentado el semestre entrante por el gobierno, todos ya están andando en el Congreso. Desde el 7 de agosto mismo, Santos puso a andar un comité que redactó las iniciativas. En el grupo participaron Hernando José Gómez, Juan Carlos Echeverry -entonces su jefe programático- y la economista María Angélica Arbeláez, cerebro de la campaña liberal.

La nueva relación entre el gobierno y los liberales, hasta ahora, se ha concentrado en propuestas ideológicas y no en el intercambio de cuotas burocráticas, y ha sido una relación gana-gana: útil para ambas partes. El Partido Liberal se reencauchó y Santos logró independencia frente al uribismo radical y sumó un nuevo aliado para la coalición de gobierno. Los liberales han sido quienes han defendido con más entusiasmo la agenda legislativa. «Santos está gobernando como lo haría un gobierno liberal. Por eso, aunque estuvimos en la oposición por convicción, ahora apoyamos al gobierno con convicción», dice Pardo, mientras insiste en que su partido no tiene puestos en el gobierno.

Sin embargo, y como siempre sucede en política, las cosas no son blanco y negro y la cercanía con los liberales también ha tenido costos para el presidente Santos. Los conservadores y miembros de la U, columna vertebral de la coalición de gobierno en los periodos de Uribe -y principales beneficiarios del reparto burocrático entonces-, hoy sienten que los liberales les están corriendo la butaca. Así lo reconoce Miguel Gómez, representante a la Cámara por el Partido de la U, quien critica el protagonismo liberal en los proyectos más importantes. «Con el proyecto de víctimas, los liberales se quieren apropiar de la paz, y la paz no es liberal. No voy a dejar que se queden con esa bandera», dice. Y los conservadores están en la misma línea. Según el representante Telésforo Pedraza, «no se puede ‘patentar’ la autoría de proyectos en la coalición».

En el Congreso se dice que la cuerda de la unidad podría romperse por los lados del uribismo y el Partido Conservador. Batallas como la elección de las mesas directivas del Congreso y las críticas conservadoras a las leyes de tierras y víctimas demuestran que la Unidad Nacional tiene fisuras. Al fin y al cabo, Santos hizo campaña con la agenda uribista, pero gobierna con las ideas de la antigua oposición. «Con el tiempo ha salido a flote que Santos y Germán Vargas representan cosas distintas a Uribe. Los primeros son liberales y urbanos, mientras que Uribe es rural y godo. El panorama cambió», dice el senador liberal Juan Fernando Cristo.

Además de la agenda legislativa inmediata, la prueba de fuego para la Unidad Nacional serán las elecciones locales de 2011. En ese momento las alianzas en cada municipio o departamento definirán el balance de fuerzas entre los partidos y demostrarán qué tuvo más peso: la tesis del ex presidente Uribe de privilegiar la coalición entre la U y los conservadores o la política de Juan Manuel Santos en la que también tienen juego los liberales y Cambio Radical.

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