Opinión Internacional

Qué enseñan las escuelas de periodismo en Chile

Las portadas de periódicos y telediarios chilenos están tapizadas de las imágenes de la Lonko Mapuche Juana Calfunao golpeando a un fiscal de la República de Chile y a la pobre policía que “no encuentra cómo contenerla”, como dice un colega en la edición electrónica de un diario de Santiago.

De hecho los periodistas de El Mercurio de Santiago describen la situación como “la agresión (que) se registró en la sala del tribunal de garantía, donde se realizaba un juicio contra Juana Calfunao por desórdenes públicos”.

Los colegas, que fueron a una de las tantas escuelas de periodismo que hay regadas por el territorio, conocen el background, por lo que para poner en contexto la agresión, se explayan en el “carácter violento” de la comunera, que ha “protagonizado violentos incidentes como la agresión que sufrió un funcionario de gobierno 1998”.

Sin embargo como era obvio de suponer también, ocultan rigurosamente que: Calfunao le fue arrebatado un bebé en gestación producto de las torturas de la policía chilena – hoy “agredida” por la lonko – en julio de 1999.

También omitirán concienzudamente que a Juana le incendiaron su casa en 2003.

En el cerro de cenizas en que quedó convertida su vivienda, pude advertir parte de los amedrentamientos que sufría ella y su familia a manos los terratenientes locales, el verdadero poder en las sombras en ese verdadero “Mississippi en llamas”, en que se ha convertido el territorio mapuche.

Los colegas ocultarán que uno de sus hijos está en la cárcel de alta seguridad acusado de terrorismo, es decir por sospechas de participar en alguna movilización mapuche, que ha hecho huelgas de hambre y que a causa de ellas su cuerpo se ha resentido provocándole secuelas.

Los periodistas obviarán seguramente el contexto de fondo, que el 7 de noviembre de 2002 el adolescente Alex Lemún de 17 años fue asesinado a quemarropa por efectivos de Carabineros – la policía uniformada de Chile – mientras participaba junto a su madre en una manifestación pacífica contra las forestales, las causantes de la insólita sequía que afecta la IX región y de la mayor apropiación de territorio mapuche.

Esta es una muestra ilustrativa de las enseñanzas de nuestras escuelas de periodismo, de la claudicación del periodismo ante la doctrina de los dueños del país, en un aprendizaje sutil, que indica que hay contextos más adecuados que otros, que separan lo relevante de la simple anécdota distractiva y la infamia.

Así como existe una responsabilidad de los intelectuales, existe una responsabilidad de los periodistas, el ciudadano de a pie no tiene cómo saber que Juana Calfunao, no es victimaria sino víctima de la racista justicia chilena, quizás si los colegas se animarán a contar la verdad, al menos en este caso podríamos contribuir a mejorar nuestro clima moral e intelectual y acaso a fijar nuestra mirada, en un contexto mayor, en las forestales y sus agentes – fiscales y policía entre otros – que pueden deformar más allá de cualquier recuperación el ecosistema del sur chileno, en una contribución local al cambio climático, en otro contexto.

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