Opinión Internacional

Relaciones interamericanas light

Buenos Aires (AIPE)- Después de los atentados del 11 de septiembre, el presidente Bush cambió sus prioridades y dejó relegada su política de integración americana, lo que ahora intenta recomponer, pero resulta que el panorama es distinto: América Latina tiene hoy líderes aún más proclives al estatismo.

«¿Por qué tengo 14.000 gasolineras en los Estados Unidos y no en Argentina?», preguntó Hugo Chávez, como si Venezuela fuera su empresa petrolera privada. Con Kirchner, intentará un acuerdo de intercambio económico por 1.000 millones de dólares. Ni Chávez ni Kirchner sabe que el progreso lo logran los pueblos, las personas, trabajando y no los burócratas firmando papelería.

Esto ocurrió el 18 de junio, durante la XXIV Cumbre del Mercosur en Asunción, Paraguay, con la presencia de los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y, como invitado especial, el de Venezuela, que podría ingresar como miembro asociado.

Para la Argentina sería positiva la apertura del mercado a los combustibles de Venezuela, fomentando la competencia. Pero la idea de crear una petrolera multiestatal («compitiendo» con Repsol-YPF), es lo que ya sabemos, que al no responder a la eficiencia del mercado sino a decisiones políticas, las empresas estatales son una carga social.

Dentro del Mercosur se propuso el instituto monetario, camino hacia una moneda común, y la creación de un Parlamento con representantes elegidos democráticamente. Definitivamente, conociendo a nuestros folklóricos políticos esto suena a más burocracia. Y pretenden fortalecerse para negociar el ALCA con los Estados Unidos. Pues para ellos, el progreso no es el resultado de la cooperación voluntaria entre las partes, sino una lucha para ver quién se queda con más.

Pocos días antes, el secretario de Estado Colin Powell, durante las reuniones de la OEA en Chile, pidió una rápida democratización de Cuba. Luego propuso la pronta ratificación parlamentaria del Tratado de Libre Comercio (TLC), que firmaron con el moderno gobierno socialista de Chile, convirtiéndose en el primer país en Sudamérica y el sexto en el mundo en suscribir un TLC con Estados Unidos. Sin este tratado, Estados Unidos pierde al menos 1.000 millones de dólares anuales en exportaciones, en tanto que las importaciones chilenas desde Estados Unidos bajaron de 23% en 1998 a 16%, en 2002, debido a los acuerdos comerciales con otros países. Desde 2003 rige un TLC con la Unión Europea (UE).

Para los empresarios españoles, la estabilidad de Chile lo convierte en el país preferido para desembarcar en América Latina. Además, las autoridades desarrollan sistemas para atraer la inversión, tales como la Ley de Plataforma de Inversiones, que tiene como objetivo evitar que las empresas extranjeras tributen en Chile por rentas que no sean chilenas
En Argentina, Colin Powell ratificó la invitación a Kirchner para entrevistarse con Bush. Sin embargo, aquí los nervios aumentan a medida que pasa el tiempo y Washington no fija una fecha. Pareciera que coinciden con un documento reservado del FMI en donde desconfían de las verdaderas intenciones argentinas y, entre otras cosas, sospechan que el presidente no quiere al ministro de Economía (claramente dirigista) por ser demasiado «liberal». Por otro lado, este informe demuestra la hipocresía del FMI, una semana antes estuvo por Buenos Aires alabando al gobierno.

Pocos días atrás, 11 países americanos aceptaron la propuesta norteamericana de bajar las pretensiones del ALCA a cambio de asegurar la firma de un acuerdo en enero de 2005 (el «ALCA light»). Luego de reuniones en Maryland, los ministros de Economía acordaron poner bajo un “paraguas” la política “antidumping” y los subsidios a la producción agrícola que aplica Estados Unidos, pero también quedaron afuera las estandarizaciones de reglas sobre servicios e inversiones, que son clave para Washington.

No todo lo que brilla es oro. Los campeones del mercado, Estados Unidos, sólo está dispuesto a desmantelar los subsidios agrícolas en un ámbito de discusión donde también esté sentada la UE.

Finalmente, Estados Unidos y Brasil intentarán unas »relaciones más estrechas», luego de la entrevista entre los presidentes Bush y Lula del 21 de junio. Entre otras cosas, programaron trabajar por el proyecto Hambre Cero, la iniciativa de Lula para facilitar la alimentación de 40 millones de brasileños. Pareciera que Brasil intenta relaciones bilaterales directas con Estados Unidos, obviando el Mercosur que sólo le sirve para que Argentina lo secunde.

(*): Miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

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