Opinión Internacional

Seísmo en Francia

La Francia que sale de las urnas europeas es un país revolucionado en el que el Frente Nacional de Marine Le Pen se alza con la cuarta parte de los votos, seguido del centroderecha de la UMP. Los socialistas obtienen un pésimo tercer puesto, en torno al 14%, que empeora su ya mal resultado de 2009; el conjunto de la izquierda no rebasa el tercio de los sufragios emitidos, todo ello con una abstención del 60%.

Es innecesario recurrir a la euforia de Marine Le Pen —“el pueblo soberano ha hablado alto y claro”— para captar la dimensión de lo ocurrido: el primer ministro, Manuel Valls, lo reconoció con dolorosa claridad: una conmoción, un seísmo. Lo ilustran, entre otras cosas, los avances del FN entre jóvenes y trabajadores que desertan de los bastiones de la izquierda.

No hay que descartar que las consecuencias de esta segunda catástrofe electoral de los socialistas —que perdieron las municipales de marzo— desemboquen en movimientos políticos de gran alcance. El presidente Hollande ha convocado hoy una reunión de emergencia de todo su Gobierno.

En Reino Unido, otro movimiento sísmico relevante: el populismo antieuropeo y antisistema de Nigel Farage y su UKIP —con un 3% de los votos en 2010 y sin escaños en Westminster— ganó las elecciones según las estimaciones provisionales, con fuerte retroceso de conservadores y liberaldemócratas, la coalición de Gobierno, y estancamiento laborista. En Alemania se sostiene la coalición con la victoria —aunque cae— de la canciller Merkel y el tirón de los socialdemócratas gracias a la buena campaña de Martin Shultz; pero los euroescépticos de Alternativa por Alemania estarán en la Eurocámara.

Los extremos avanzan también en Grecia, con la victoria de la izquierda radical y antiausteridad de Alexis Tsipras y el 10% atribuido a los neonazis de Aurora Dorada, que podrían tener al mismo tiempo escaños en la Eurocámara y líderes en la cárcel.

Tal como se preveía, en esta Eurocámara en la que retroceden las fuerzas tradicionales y avanzan los populismos antisistema —con la ofensiva antieuropea y xenófoba liderada por el FN francés— el primer puesto fue para los populares del PPE, con pérdida notable de escaños, y el segundo para los socialistas. La participación en la UE alcanzó el 43%, una décima más que en 2009. El voluntarismo de Bruselas destacó que se ha detenido por primera vez la tendencia a la abstención, que no dejaba de aumentar desde 1979.

 

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