Opinión Internacional

Sharon Stone en Davos

(%=Image(3343154,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- Los artistas de Hollywood saben cómo lograr atención desde el escenario. Por eso en la reciente conferencia del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, Sharon Stone logró recaudar en pocos minutos casi un millón de dólares, aportados por los empresarios presentes.

La situación planteada cumplía con muchos de los requisitos necesarios para justificar el pedido: un país pobre, Tanzania, con un PIB per cápita de 290 dólares y serios problemas de hambre y de malaria transmitida por mosquitos. La situación de Tanzania es precaria y Stone cumplió con un requisito importante en estos casos: pidió dinero a los demás, pero primero ella aportó diez mil dólares a la causa. En poco tiempo comenzaron a llegar las donaciones, hasta que se alcanzó casi el millón de dólares, suma que entregó al gobierno de Tanzania para la adquisición de mosquiteros.

Lamentablemente, faltaron dos elementos fundamentales para lograr el propósito buscado. En toda donación es indispensable que el donante ejerza cierto control sobre el destino de la donación y que se determine si es ese el mejor aporte que puede realizarse.

Respecto a lo primero, Stone solicitó la donación para entregarla al gobierno de Tanzania, cuyo presidente Benjamín Mkapa estaba presente. Fue una decisión cuestionable porque el donante debe considerar las posibilidades de que el dinero no llegue a su destino. Si Stone se hubiera molestado en analizar los indicadores de Transparencia Internacional hubiera descubierto que Tanzania tiene una calificación en el Índice de Percepción de Corrupción de 2,8 (en una escala de 0 a 10), que coloca a ese país en el puesto 90. Claro que mi país, Argentina, tiene una nota peor aún, de 2,5 y está en el puesto 108.

La segunda consideración es más importante, ya que pese a que las necesidades inmediatas son materiales y en muchos casos es perentorio atenderlas, a más largo plazo son más útiles las buenas ideas que el dinero.

Tanzania desde su independencia ha sido ejemplo del socialismo africano, con una generalizada estatización de la economía, amplios controles y planificación gubernamental. El resultado de esas políticas públicas es conocido. En la década de los años 90, Tanzania comenzó un programa de privatizaciones y desregulación del comercio agrícola, además de una política monetaria y fiscal moderada, lo cual le permitió elevar su ritmo de crecimiento a un promedio de 6,5% anual, con una inflación que bajó del 30% al 5% anual. Este cambio de rumbo hacia una economía de mercado permitió a los habitantes casi triplicar su PIB per cápita, de 100 dólares en 1990 a los 290 dólares actuales.

Así es que hubiese convenido más a su gente que el presidente Mkapa regresara con algunas nuevas ideas y que los dólares recolectados por Stone se hubieran canalizado a través de alguna fundación que controlara directamente su uso y aplicación.

Entre los buenos consejos que podrían haberle dado al presidente Mkapa:

• No es bueno que un país como Tanzania tenga una deuda interna del 15% del PIB, ya que eleva las tasas de interés y desplaza al financiamiento de la actividad productiva interna.

• Tampoco es bueno que acumule una deuda externa que significa pagos anuales por 137 millones de dólares.

• Ni que el país tenga un déficit fiscal cercano el 30% de sus ingresos fiscales totales.

• Tampoco que se castigue a los pequeños emprendedores, a quienes se les exige, según el informe “Haciendo negocios” del Banco Mundial, un total de 13 trámites a lo largo de 35 días hábiles, con un costo del 186% del ingreso per cápita para poder registrar un negocio legalmente, cuando el promedio para los países desarrollados es de 6 trámites en 25 días, a un costo comparativamente mucho menor.

• En Tanzania registrar una propiedad significa 12 trámites a lo largo de 61 días hábiles.

• Aunque es alentador que Tanzania haya avanzado en el “Indice de libertad económica” al puesto 68, todavía tiene mucho camino por recorrer.

Las buenas intenciones de la bella Sharon Stone y de los donantes en Davos podrían haber sido mucho más efectivas en la ayuda de esos pobres habitantes de Tanzania.

(*): Rector de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE.)

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