Opinión Internacional

Siria

The Economist, la respetada publicación británica, publicó esta semana en su portada, lo que sería su artículo de fondo, con el título: «Siria, la muerte de un país».

Los dos años de guerra civil que han azotado el país, en palabras de la publicación británica, han cambiado la fazde Siria para siempre. La destrucción de ciudades ha alcanzado niveles impensables. El fin de semana, elgobierno de Al Assad utilizó dos misiles Scud de fabricación rusa contra la población civil en la ciudad de Aleppo, algo increíble desde la perspectiva humanitaria y en el contexto de una guerra interna. Las cifras del conflicto apenas dan una dimensión del problema, aproximadamente 70.000 muertos, sin confirmar por las fuentes oficiales, 1.000.000 de refugiados que se han trasladado a los países vecinos, Turquía, Beirut y Jordania, creando problemas y dramas humanos absolutamente incalculables.

Pero eso no es lo peor de toda esta historia. Lo que verdaderamente constituye un tema de gran preocupación es la forma como el sistema internacional se paralizó con relación al tema. Bastó simplemente que 2 miembros permanentes del Consejo de Seguridad, China y Rusia, se pusieran de acuerdo para que la ONU dejara de funcionar.

Pero en palabras de un buen alumno africano en mis clases este año, «la enfermedad del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ha profundizado aún más esta crisis humanitaria».

Es decir, la vuelta a los mecanismos gubernamentales en contra de los autónomos jurisdiccionales o cuasijurisdiccionales, nos han regresado a la época en que los países comunistas intercambiaba votos con la Argentina de las Juntas Militares para evitar las recíprocas condenas en los órganos de ONU en los años 70. La guerra en Siria está mostrando un peligroso patrón de conducta para el futuro.

La parálisis de los órganos de protección de derechos humanos, en este caso universales, por la ausencia de mecanismos regionales en el mundo árabe, está empujando a los diversos actores a intervenir de manera ilegal y de esa forma profundizar el conflicto en si mismo. Por un lado, Irán y Rusia no niegan su apoyo militar al régimen de Al Assad y por el otro lado, los países europeos y los Estados Unidos de América anuncian paquetes de ayuda para los rebeldes.

Estas acciones unilaterales inflaman aún más el conflicto y contribuyen a la profundización del drama humanitario. Pero por sobre todas las cosas, el conflicto sirio resquebraja todo el sistema internacional de protección de derechos humanos, sembrando dudas sobre la efectividad del consenso construido desde el fin de la guerra fría.

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