Opinión Internacional

Socialismo del siglo XXI: lo que Chávez no logró

¿Qué es lo que realmente le dejó en herencia Hugo Chávez a Nicolás Maduro? Está visto que el carisma, no. Ni la varita mágica del marqueteiro Joao Santana, artífice de las campañas de Lula y Dilma Rousseff y de la de Chávez 2012, ha conseguido tallar la madera de Nicolás. ¿Petrodólares para seguir invirtiendo en gigantografías del líder y en chavismo para todos y todas? Pareciera que no tantos: los bancos prevén un crudo venezolano por debajo de u$S 85, justo cuando a los de 2012 se sumarán los gastos electorales de este año.

Por ahora, intangible es el legado, como es la bandera ideológica enarbolada durante 14 años de Chávez: el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI). ¿Podrá Nicolás Maduro, ex sindicalista del metrobús caraqueño, llevar ese estandarte? ¿O al menos «remasterizarlo»?
 
El actual presidente a cargo ya aseguró que no alteraría el «Plan de Patria 2013- 2019» propuesto por Chávez en su campaña presidencial. La meta es -dijo- «profundizar la transición al socialismo», radicalizando el sistema y con «una mayor centralización en las decisiones, más expropiaciones o mayor subordinación de los agentes económicos privados, y una reforma de las relaciones laborales».  
Sin embargo, para Heinz Dieterich, el sociólogo alemán autor junto con Noam Chomsky de La Aldea Global, y acuñador del concepto y doctrina del Socialismo del SXXI en que se inspiró Chávez, Venezuela no estaría en ese camino hacia el socialismo. «En Venezuela no se ha avanzado nada hacia el SSXX1», dijo a Ambito.com (ver entrevista aparte), «sino que se ha dado una especie de desarrollismo al estilo de Perón, aunque no corporativo y vertical como el del peronismo, sino democrático», ejemplificó.  
¿Qué le falta? «Maduro tendrá que jugarse fuertemente en la economía, donde se necesitan reformas estructurales no tan fáciles», previene Dieterich. Y aclara que «el centro político del país, conformado por las clases medias, quiere que el modelo siga, quieren mantener las instituciones básicas que Chávez creó». Además de indicar que el propio carácter de Nicolás Maduro no ayuda -«es un político convencional», carece del «stamina» revolucionario para transformaciones radicales-, al actual ocupante de Miraflores le toca » alivianar al Estado del fuerte subsidio a la gasolina», además de «atacar estructuras monopólicas, que van con la inflación».

La disección del SSXXI no termina allí. Dieterich hace referencia a «los nichos con ineficiencia no deseable», difíciles de remover, porque durante décadas Venezuela «ha vivido a través de los compadrazgos y en el fondo no hay más una clase empresarial, no hay una burguesía emprendedora e innovadora», dice.

Son medidas impopulares que, de acuerdo a Dieterich, Maduro no tendría hoy la fuerza necesaria para implementar. «Maduro será un presidente relativamente débil», arriesga. «Tiene enfrente, con Cabello, a dos sólidos bloques de poder: uno, el aparato del partido, el PSUV, donde el presidente de la Asamblea Nacional es un Aparatik, un hombre del aparato. El segundo bloque, más fuerte, decisivo, lo conforman los once gobernadores ex militares -entre ellos hay cuatro ex ministros de Defensa-, que se vinculan con los generales en actividad», agrega. «Como Maduro no tiene una fuerza orgánica dentro del partido ni vínculos dentro de las FFAA», dice el sociólogo alemán en entrevista exclusiva con ámbito.com, » deberá buscar los consensos en las decisiones y diálogos del futuro».
En cuanto al consenso, lo va a necesitar. Las previsiones de algunos bancos extranjeros anticipan «creciente inflación y escasez de bienes que llevarán al Gobierno a realizar reformas mucho más radicales, como un incremento de los controles de precios, nacionalizaciones y nuevas intervenciones».

Por otra parte, ya hay noticias de que el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes), receptor de los créditos otorgados por el Banco de Desarrollo de China, podría enfrentar dificultades para honrar sus obligaciones, en caso de que hubiera otra vez retrasos con los suministros de petróleo o combustibles, que es la modalidad escogida para el pago de ese financiamiento.

La deuda con ese banco de China es de u$s 22.600 millones, equivalente al 21,4% del total de la deuda pública externa de Venezuela. Frente a la incertidumbre político-económica y a la capacidad de acción del gobierno de Nicolás Maduro, los chinos (hoy los prestamistas más importantes del Estado venezolano), dilatan nuevos desembolsos de fondos.
Pero, curiosamente, los chinos podrían señalizar el camino hacia el SSXXI formulado por Dieterich y en el que Venezuela no hizo bien los deberes. «Cualquiera que quiera regresar al modelo de Lenin (que Cuba abandonó hace 3 años) está fuera de la realidad», dice Dieterich. «China lo entendió en el 78 cuando Deng Xiaoping dejó el modelo de Mao y trajo nuevas políticas de reformas». «Hoy China podría ser el primer país que empezase gradualmente a implementar el SSXXI, porque en América latina no veo a ningún gobierno que quiera ahondar en ese camino».
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