Opinión Internacional

Sólo quedará el Alba

De pronto todo cambió. El MERCOSUR dejó de ser la panacea de la integración apropiada para la revolución latinoamericana, como ha pregonado Chávez y asentido sus incondicionales seguidores. El caudillo venezolano acaba de descubrir que el tan ponderado grupo para cuyo ingreso usó tantos argumentos – entre los que se incluyen la salida de la CAN- tiene defectos, y muchos. De repente comenzó a sensibilizarse por las desigualdades existentes en su interior y a prestar oídos a las viejas quejas de paraguayos y uruguayos sobre el aprovechamiento de las desigualdades por parte de los “grandes”- léase Argentina y Brasil- gobernados por sus hasta ahora grandes amigos Kirchner y Lula.

Resulta inaceptable para quien todo lo puede que otros miembros, aún cuando se trate de miembros plenos, intenten condicionar su deseado ingreso. Un poco por falta de costumbre y otro por punto de vista, al mandatario venezolano se le escapó que en otros países existe la separación de poderes y que no siempre los otros órganos del poder público se restringen a obedecer las órdenes presidenciales. En estas circunstancias, no sorprende su ira porque parlamentarios de otros países se animaran a contradecirlo y se atrevieran a protestar por sus insultos, en rescate de las relaciones de respeto y de la no ingerencia tan olvidadas por sus propios mandatarios que han optado por hacerse los locos ante las extravagancias de su colega venezolano, a cambio de los enormes dividendos recibidos.

Están en marcha los motores para la caída en desgracia del MERCOSUR. Imposibilitado de aceptar la existencia de una realidad distinta a la que imagina y de entender que por muy abultada que esté la petrochequera, puede encontrar desavenencias, comenzó a diseñar el desprestigio del sujeto que no puede controlar.

A pesar de las torpes declaraciones descalificadoras del jefe de la “diplomacia” venezolana- que clona con puntos y coma las de su máximo Jefe- puede que los esfuerzos que realizan los presidentes y otros sectores políticos argentinos, brasileros, e incluso venezolanos, en búsqueda de acuerdos, eventualmente den resultados y se logre la aceptación de Venezuela en el grupo el Sur. No será difícil para Chávez y sus seguidores volver a cambiar el discurso y regresar a los elogios. Pero no descartaría la hipótesis de que la permanencia de la Venezuela chavista sea fugaz, y se produzca su salida cuando comiencen a aplicarse normas y mecanismos que limiten los propósitos del Jefe de la revolución latinoamericana.

Al parecer a la Venezuela del socialismo del Siglo XXI no le queda sino el ALBA, particular mecanismo de integración en el que gobierno venezolano no sólo no aspira beneficios económicos, sino que regala el patrimonio nacional a cambio de la obediencia política con la franquicia chavista, que los hace merecedores de jugosos beneficios.

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