Sorpresas históricas
Hace aproximadamente veinte años conversaba yo con un dilecto amigo —eminente historiador venezolano— acerca de la situación de los ciudadanos en la Unión Soviética, privados como estaban de sus más elementales derechos.
Mi ilustre interlocutor opinaba que lamentablemente se trataba de algo ya inmodificable, porque varias generaciones habían nacido y crecido en medio de ese régimen totalitario, por lo cual no se sentirían motivados para reaccionar contra el poder bajo cuyo imperio habían vivido.
A semejante argumento, yo le respondía que entonces los esclavos nunca se hubieran rebelado para romper sus cadenas, ni ningún pueblo oprimido hubiera luchado para rescatar sus libertades.
No pasó mucho tiempo sin que surgiera en la propia Unión Soviética un líder —Mijail Gorbachov— que interpretando la voluntad de sus conciudadanos, abriera el camino —glasnost y perestroika— para la derrota del sistema tiránico que había mantenido su dominio por más de setenta años.
La historia contemporánea nos ofrece otro caso no menos ejemplarizante. El presidente Lech Walesa, en su primera visita a Venezuela, le refirió al presidente Carlos Andrés Pérez, que en cierta ocasión, habiéndole preguntado al Canciller Helmut Kohl cuándo creía él que caería el Muro de Berlín, aquél le respondió: “Olvídese amigo, eso no lo veremos ni usted ni yo”. A la semana siguiente la abominable muralla dejaba de existir. Cuánta satisfacción habrá sentido el valiente dirigente polaco, quien fuera a su vez el precursor en su país del advenimiento de la libertad y del estado de derecho.
Y por qué no recordar también en esta misma línea histórica, nuestro 23 de enero (1958), en que un espontáneo y férreo movimiento de unidad de todas las fuerzas democráticas del país, impuso su voluntad de reconquistar la libertad y los derechos fundamentales que habían sido conculcados durante una década por un régimen de oprobio y de terror.
No debemos por eso perder nunca la fe en los recursos ocultos del espíritu para repeler cualquier atentado que se cometa contra los más esenciales derechos del hombre: la libertad, la igualdad y la justicia.
