Sudamérica está partida en dos
América, desde hace al menos tres décadas, ha estado dividida en dos. Por una parte, era evidente la existencia de una América del Norte desde Alaska hasta Panamá, compuesta por Centroamérica, el Caribe insular, México, EE.UU. y Canadá, e integrada y asimilada de facto a EE.UU., tanto en lo económico y político como en lo militar y cultural. Por otra parte, era notoria la ambigua supervivencia de una América del Sur desde Colombia hasta la Argentina, con una relativa mayor autonomía comercial, financiera y diplomática respecto a Washington. Norteamérica y Sudamérica eran dos entidades geopolíticas claramente diferenciadas a pesar de los puntos de contacto.
Inestabilidad e inquietud
Pero es manifiesto que América del Sur está partida en dos: los Andes por un lado y el Cono Sur por el otro. La región andina atraviesa una honda crisis de impredecibles consecuencias, mientras la región sureña (salvo Paraguay), a pesar de sus dificultades, parece mejor dotada social, económica e institucionalmente para asegurar un orden democrático con crecimiento y equidad.
En efecto, los Andes se han convertido, desde los noventa, en el mayor foco de inestabilidad e inquietud continental. En materia política, se destacan el autogolpe de Alberto Fujimori en Perú, la caída constitucional de Carlos A. Pérez en Venezuela, la salida política de Abdalá Bucaram en Ecuador, el cuasi desplome de Ernesto Samper en Colombia y la llegada al poder del ex golpista y autoritario, Hugo Banzer, en Bolivia. El descalabro social que llevó al grotesco derrocamiento de Jamil Mahuad en Ecuador, la ambición antidemocrática de Fujimori para convertirse en una suerte de monarca perpetuo en Perú, la incertidumbre institucional generada por Hugo Chávez en Venezuela, los inconvenientes de todo orden que vive Bolivia, la explosiva situación que confronta Andrés Pastrana en Colombia, son indicadores elocuentes de que los Andes están viviendo un torbellino.
En materia militar, el mayor enfrentamiento limítrofe del hemisferio se dio entre Ecuador y Perú, y la frontera más tensa del continente es hoy la de Colombia y Venezuela. En el tema de derechos humanos y en comparación con cualquier otra región de las Américas, la zona andina es aquella en la que más sistemáticamente se violan. En la cuestión de las drogas, los Andes concentran el cultivo, procesamiento y tráfico de coca del continente, y las cinco naciones (junto con México) son los actores claves en el negocio ilícito de los narcóticos. En materia de corrupción, en el área se encuentran algunos de los países con los mayores niveles en el mundo. En el tema ambiental, los países andinos muestran altos y preocupantes grados de degradación; en especial del espacio amazónico que comparten con Brasil. En términos socioeconómicos, todas las naciones andinas exhiben alarmantes índices de desempleo, marginalidad, pobreza e inseguridad con malos indicadores de calidad de vida, escaso y volátil crecimiento, fuerte concentración del ingreso y exigua inversión. En los cinco países por igual, aunque con variaciones, se exacerbó en la última década el desmoronamiento parcial del Estado.
Adicionalmente, en el escenario de la post Guerra Fría, es en la región andina (particularmente en Ecuador, Perú y Venezuela) en donde los militares han guardado más incidencia política y gravitación corporativa. Además, en esta zona, si se compara con otras regiones del hemisferio, varias naciones han efectuado tardíos y débiles ajustes económicos y reformas estructurales. Asimismo, la Comunidad Andina de Naciones está cada día más replegada en términos de mecanismo de integración ante los sustanciales avances de otros acuerdos como NAFTA y Mercosur. Por último, el mundo andino es cada vez más dependiente de Washington en lo material y político y cada vez más distante del Cono Sur en lo cultural y diplomático.
Resumiendo, toda la región andina sufre agudos problemas de diversa naturaleza. Las muestras de conflictividad social en el área tienden a acrecentarse y la incapacidad de los regímenes democráticos de procesar seculares demandas ciudadanas insatisfechas es patente. Si la ingobernabilidad se impone no es descartable que se manifiesten peligrosos cataclismos institucionales que culminen en una múltiple fractura territorial, política y étnica a lo largo y ancho de los Andes.
Tomado de (%=Link(«http://www.clarin.com.ar/»,»El Clarín Digital»)%) de Argentina