Opinión Internacional

Suecia: Nunca más…

Suecia no siempre ha sido el país de vanguardia democrática y transparencia moral que se conoce. Desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, un importante sector de la sociedad, particularmente políticos y académicos, fue seducido por el ideal del darwinismo social. La teoría darwiniana de la evolución de las especies se aplicó, principalmente a través del pensamiento de Spencer, para explicar y justificar las diferencias socio-económicas existentes entre las distintas razas y clases sociales. Obviamente, los promotores de esta corriente científico-filosófico-política colocaron la raza aria a la cabeza de la escala de higiene racial.

En 1921 se creó el Instituto Estatal de Biología Racial de Uppsala, primero en su género en el mundo, que inspiró la creación de institutos similares en Alemania y se caracterizó por su nutrido intercambio de información con sus homólogos germanos y por establecer los primeros parámetros de pureza racial aria. Las autoridades suecas llevaron un registro de bastardos, homosexuales, madres solteras con demasiados hijos, discapacitados y gitanos, promulgándose posteriormente la ley de esterilización forzosa, que ubicó a Suecia en el primer lugar mundial con más de 60.000 esterilizaciones entre 1935 y 1976, año en que fue derogada dicha ley.

En 1938, dentro del marco de una Europa convulsionada por el surgimiento del nacionalsocialismo alemán, Suecia estableció obligatoriedad de visado para los ciudadanos austríacos y pidió se marcaran con una ”j” los pasaportes de los judíos, a fin de limitar su ingreso al país. Ese mismo año los países escandinavos acordaron una política común de neutralidad. Entre 1940 y 1943 se autorizó la libre circulación de tropas y equipos alemanes por el espacio sueco, facilitando así su acceso a Noruega y a los países Bálticos. Suecia fue la única nación de Europa del Norte a salvo del dominio nazi; fue permisiva y complaciente pero logró mantener su integridad territorial y la supervivencia de su población.

Un secreto vox populi quedó oculto en los amarillentos archivos oficiales a fín de no levantar polvaredas innecesarias; ni los textos escolares reflejaron esa parte de la historia y con suerte se podía hallar alguna remota referencia bajo ”eugenesia” en la Enciclopedia Nacional Sueca. A finales de los ochenta algunas cicatrices fueron abiertas a regañadientes, surgiendo entonces un polémico debate ideológico-moral que ha arrojado luz sobre dudosos aspectos del pasado de ”Madre Svea”. Hoy en día, a través de lúcidas opiniones y una muy saludable y democrática autocrítica, Suecia cuestiona su mal concebido romanticismo ario, revisa su rol durante la guerra, se retracta de su pasividad y busca asumir su responsabilidad moral. Suecia busca reconciliarse consigo misma, con Europa y con el mundo, descubrir, reconocer y redimir su parte de culpa.

Este 27 de enero se cumplieron 55 años de la liberación de Auschwitz, quizás el más famoso de los campos de exterminio nazis.

Dicha fecha coincidió con el segundo día de la Conferencia Internacional sobre el Holocausto, realizada en Estocolmo por iniciativa del Gobierno del Primer Ministro Göran Persson y cuya carga simbólica se resume en su lema oficial: ”Nunca más”.

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