Opinión Internacional

Terrorismo, el caso colombiano

(AIPE)- La terrible matanza del 11 de septiembre en Nueva York y Washington le recordó al mundo entero que el terrorismo es una amenaza de la cual nadie está exento. En el ataque a Nueva York murieron personas de decenas de nacionalidades, incluyendo más de cien colombianos. Estados Unidos, aunque había visto ataques a sus embajadas, y sufrido el atentado de un loco en Oklahoma, veía el terrorismo como algo que generalmente le pasa a los demás. También se reconoce hoy que el terrorismo no conoce fronteras y que las organizaciones que lo practican tienen vinculaciones entre sí, y han gozado de la complicidad, tolerancia o indiferencia de muchos países. Para Colombia el terrorismo es un azote de todos los días. Lo han practicado narcotraficantes, para influir en la legislación y la justicia. Y lo ha practicado la guerrilla marxista, hoy también narcotraficante. Ante el terrorismo en Colombia, Estados Unidos ha sido indiferente. Esperemos que esta reciente tragedia no se olvide y que surja una conciencia mundial duradera sobre la necesidad de no dejarle espacio alguno a los terroristas.

No hace mucho que el entonces embajador de Estados Unidos, Myles Frechette, expresó que la ayuda militar norteamericana sólo podía ser utilizada contra aquellas cuadrillas de guerrilleros que estuvieran activamente involucrados en el negocio de las drogas ilícitas. Sé también, de buena fuente, que en varias oportunidades la inteligencia de Estados Unidos no pasó a la Fuerzas Militares de Colombia información sobre algunos movimientos de la guerrilla, por considerar que no tenían relación con la lucha antidrogas. Así murieron soldados y civiles colombianos.

Para elaborar su informe sobre Derechos Humanos en Colombia, el Departamento de Estado da toda credibilidad a organizaciones no gubernamentales (ONG) ideológicamente comprometidas con la subversión marxista. Con sus informes, llenos de calumnias, ha hecho un gran daño a mi país. Esto, a pesar de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) hace rato están en la lista oficial de organizaciones terroristas.

En Europa, el caso ya no es de indiferencia sino de complicidad. Allí los voceros de la guerrilla reciben auxilios como “refugiados políticos”; en el metro de Munich hay grandes carteles de propaganda guerrillera y en ciertos barrios de Londres e iglesias de Alemania y de Holanda se pide limosna para los “luchadores por la libertad”. Eso, para mencionar sólo unos ejemplos documentados. Pero estos mismos “luchadores” han secuestrado y asesinado decenas de extranjeros de todas las nacionalidades, además de asesinar, extorsionar y secuestrar a miles de colombianos cada año. Colocan minas en los caminos y atacan pueblos que quedan destruidos. Tampoco es explicable el papel que ha jugado México frente a las guerrillas marxistas colombianas y las de otros países, todas terroristas. Allí siempre han encontrado refugio seguro. Pero lo más importante que el mundo debe aprender es que todos estos grupos terroristas están relacionados entre sí. Y muchos países totalitarios, especialmente los comunistas, les dan apoyo y refugio. La guerrilla colombiana ha recibido entrenamiento en Cuba y Libia. Ha hecho intercambio de técnicas con la ETA española y la IRA, además de relacionarse con todos los movimientos guerrilleros del continente. Tres miembros de la IRA fueron capturados hace poco después de pasar varias semanas dando instrucción en la “Zona de Despeje”, un área de 42 mil kilómetros que el gobierno de Andrés Pastrana ingenuamente le entregó sin condiciones a las FARC, para motivarla a una participar en una negociación de paz. En la famosa “Zona de Despeje”, después de tres años, no se ha negociado nada, pero en ese refugio seguro las FARC mantienen secuestrados, reclutan niños para integrar sus filas, cultivan y procesan coca, asesinan a quien les place y se roban el ganado. Es curioso que Irán, un país que no es precisamente un reconocido inversionista en el extranjero, quería instalar allí un frigorífico. Seguramente pretendían exportar la carne del ganado robado, y de paso, lavar algunos dólares del narcotráfico. A la “Zona” acuden diplomáticos de todos los países y tratan a los jefes guerrilleros con la mayor deferencia.

Hace unos días Estados Unidos calificó como terroristas a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un grupo ilegal que combate a la guerrilla marxista utilizando algunos de los mismos métodos. Si esa organización comete actos de terrorismo, también debe ser enfrentada. Aunque los europeos consideran a las AUC “terroristas malos”, toleran a los grupos marxistas. Ojalá que después de lo ocurrido termine toda esta hipocresía internacional y quede claro que no hay terroristas malos y terroristas buenos, dependiendo de su ideología. Todos son malos. ©

* Director del Centro de Análisis Sociopolíticos.

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