Opinión Internacional

Todo por una Guinea

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Supongamos que usted sea una persona medianamente informada de lo que ocurre en el mundo y lee el titular “masacre en estadio de Guinea”, enterándose que 60 manifestantes de oposición a la Junta Militar de ese país fueron asesinados brutalmente por fuerzas policiales durante un evento de protesta contra el capitán Musa Dadis Camara, el golpista que heredó el gobierno de otro golpista, Lansan Conte, quien estuvo en poder durante 24 años hasta su muerte el pasado año.

Supongamos que usted se da por enterado y ya conoce los aspectos básicos de la noticia, como para relacionarla a otros sucesos que ocurren en África o a nociones que la mayoría tenemos sobre ese continente: golpes, dictaduras militares y civiles, hambre, violencia, miseria, etc. Supongamos que usted nunca ha leído un libro sobre África, ni de historia ni de ficción, y mucho menos de algún escritor africano.

Supongamos, ahora, que al enterarse de la noticia de la masacre de un día de septiembre de 2008 decide usted saber más, por curiosidad, porque le interesa el tema, o aun mejor, por que quiere conocer sobre el sufrimiento de gente en un lugar del mundo tan azotado por plagas naturales y humanas. Entonces, se le hará clara la complejidad de la mayoría de los conflictos de África. Quizá se sorprenda que hay tres países con el mismo nombre: Guinea-Conakry, ex colonia francesa, que es en donde ocurrió la masacre; Guinea-Bissau, ex colonia portuguesa, y la Ecuatorial, dominada en el pasado por España. Luego verá lo cerca que están las tres y se dará cuenta de que sus nombres se relacionan al Golfo de Guinea, y quizá aprenda que el nombre de la moneda guinea se origina por las transacciones que hacía los británicos con África, haciendo la primera serie de ese dinero con oro importado de la Costa de Guinea. Con algo de suerte, quizá también asocie que el nombre de Ghana es el mismo que el de las Guineas.

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Fascinado con el proceso de aprendizaje, quizá entonces recuerde que hay otra Guinea, Papua Nueva Guinea, para ser exactos, y si no sabe donde está en el mapa pasará un tiempo, a menos que lo busque por Internet, para ubicarla, (¿también sorpresa?), al sudoeste del Océano Pacífico.

Quizá la curiosidad le cause buscar el origen de la palabra Guinea para aprender que hay diferentes teorías, y que la expresión “conejillos de Indias”, en inglés, “Guinea pigs”, viene por el pequeño roedor al cual nos referimos para la utilización de experimentos, que por alguna razón cultural o histórica, en América Latina los llamamos Cuy, Cobaya o con otros nombres, pero en Europa, quizá porque al ser llevados por los colonizadores a viejo continente, confundían a estos animales con pequeños cochinos traídos por los españoles, no de sus colonias en las Indias, sino de las africanas cercanas al Golfo de Guinea. Todo esto, si traspasa el umbral de la curiosidad enciclopédica, quizá le haga interesar en ahondar sobre el colonialismo en África y los más de tres siglos de dominio, explotación, esclavización, matanzas y estimulo de odios tribales que generaron los imperios europeos en ese continente.

Supongamos que ocurre todo ese proceso en su mente, entonces usted entenderá cómo en casi toda África, durante el período de independencia de sus actuales países, una elite sustituyó a la de los colonizadores, y perpetuó los mismos vicios de sus dominadores como la discriminación (en este caso de una tribu contra otras), la corrupción y el militarismo. Entonces se le hará muy claro el contexto de aquella noticia sobre Guinea, y entenderá que, prácticamente solo le llegarán noticias de Guinea-Conakry cuando haya una cifra alta de muertes, puesto que a diferencia de otros países africanos como Angola, Nigeria, u otra Guinea Ecuatorial, que tienen mucho petróleo, ese país no está en la agenda de intereses de los gobiernos y corporaciones mundiales. Quizá incluso se entere que mientras el dictador de la Ecuatorial, Teodoro Obian Nguema, se pasea por el mundo, el de “la Conakry” está condenado y sancionado por la ONU, y saqué un elemento más de análisis importantísimo que le resulte familiar: hay golpistas menos golpistas que otros según los intereses.

El problema de explicar a África en occidente, tal como lo expresó el gran reportero y escritor Ryszad Kapuściński, es el de traducir en lenguaje una civilización de supervivencia a una civilización de desarrollo, y lo mismo se podría decir sobre la dificultad de hacer análisis sobre lugares ante los cuales los medios suelen ser indiferentes al sufrimiento de sus pobladores.

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