Opinión Internacional

Turquía y el optimismo

El 58% de los turcos se pronunciaron a favor de un referéndum que plantea  cambios constitucionales que, más allá de las apariencias de lo planteado en esta votación, refleja el debate de dos filosofías para el futuro del país: la de quienes desean mantener el sistema secular impuesto por el fundador de la república, Atatürk, luego de abolir al imperio otomano en 1923, y el conservadurismo religioso del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) del Primer Ministro Erdogan, que desde 2003 intenta reinstaurar el Islam como un factor determinante de la identidad turca.

            A primera vista el referéndum luce como una afirmación de la cultura democrática de Turquía en base a los estándares exigidos por la Comunidad Europa (si bien, la prosperidad macro-económica que experimenta este país, pospone el interés de su gobierno en integrar ese bloque). En principio, las reformas constitucionales buscan eliminar disposiciones impuestas por la junta militar que gobernó al país entre 1980 y 1983, con lo cual, el ejército perderá influencia sobre asuntos de Estado, y oficiales involucrados en pasados golpes perderán la inmunidad que hasta ahora los protegía. Sin embargo, el Partido Republicano (CHP) y sus aliados de oposición, acusan al gobierno hacer un golpe desde el poder, pues ahora el ejecutivo tendrá control de tribunales civiles, y en especial, del Tribunal Constitucional, que es el último bastión que asegura la separación de política y religión.

            La lectura de quienes se opusieron a las reformas del referéndum, es la de un gobierno que busca socavar las instituciones laicas del Estado para islamizar al país, y esto divide a los analistas en su interpretación de lo que pretende Erdogan: los optimistas piensan que el AKP es el equivalente a lo que son los partidos socialcristianos de occidente y que su fórmula de una democracia islamista podría inspirar a muchos países de mayoría musulmana para, gradualmente, crear sistemas que los alejen del islamismo radical como el planteado por Irán, Arabia Saudí, Hamas, etc., mientras que los pesimistas aseguran que Turquía está a las puertas de convertirse en un régimen fundamentalista islámico.

            Esperemos que, en este caso, no se aplique la frase del cineasta Truffaut: “Un pesimista es un optimista con experiencia”.

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