Opinión Internacional

Un destino compartido por Europeos y Latinoamericanos

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Un destino compartido por europeos y latinoamericanos. Este fue el título de la conferencia de Javier Solana, Secretario General del Consejo de la Unión Europea y Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), celebrada dentro del marco de la Cátedra Jean Monnet, en al auditorio principal de la Universidad Externado de Colombia. Una excelente presentación declarativa de los principios universales en los Estados Modernos, consagrada por la política de integración que se proyecta ejemplarmente desde Europa en amistad colegiada con América Latina. Javier Solana se dirigió ante un auditorio académico, como académico, y no sólo en condición de Representante. Este aspecto resalta en forma sobresaliente su visita a Colombia, como lo destacó oportunamente el Señor Rector del Externado, Fernando Hinestrosa.

Recordándonos su vocación como físico teórico, Javier Solana comparó con una molécula las posibilidades de integración latinoamericana, en contrate con lo sucedido en Europa durante la última década. La Unión Europea representa un sistema lo suficientemente consistente en el tiempo. Una molécula cuyos átomos no sólo se yuxtaponen, sino que se relacionan cumpliendo su función en el todo. La analogía es funcionalmente relevante. Porque después de la Segunda Guerra Mundial y los conflictos en los Balcanes, Europa ha solidificado una renovación de la filosofía de unidad entre la diversidad.

Sin embargo, la presentación académica del Secretario General del Consejo de la Unión Europea, estuvo cargada de sentido práctico. Frente a los problemas derivados de comparar los esfuerzos de integración en Europa con Latinoamérica: flujos migratorios, intercambio comercial, políticas de seguridad, consumo y demanda de estupefacientes, Solana destacó principalmente la necesidad de concebir esfuerzos de solución regional que dieran énfasis a los factores de unidad cultural, valores compartidos y pasado común. En este sentido, la mirada europea supera circunstancias como las que identifica el actual mapa de integración latinoamericana. Conflictos a nivel político como los que dramatizan Colombia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, son un contraejemplo a esta visión.

Bajo circunstancias de extremado riesgo: conflictos internos, cambio climático, crimen organizado y lucha contra el terrorismo, Solana describió los esfuerzos conjuntos de la Unión Europea. El intercambio sistemático de información, la creación de redes de apoyo en inteligencia y la inversión económica en investigación científica, son aspectos claves de las propuestas conjuntas. Por contrate, los esfuerzos por adelantar una solución robusta a problemas semejantes en Latinoamérica se desmadejan como resultado de nuestra progresiva atomización. Tanto las iniciativas comerciales renovadas por la Comunidad Andina de Naciones como los propósitos para fortalecer las condiciones fronterizas se han encontrado seriamente amenazadas por la intemperante personalidad de sus gobernantes.

La animosidad en el manejo de las relaciones multilaterales de la región andina ha condicionado los avances logrados en materia de acuerdos comerciales. En el caso de Colombia, Venezuela y Ecuador, la situación es particularmente apremiante. Argentina o Brasil juegan a contar con proyecciones inclinadas hacia la apertura de sus mercados con los Estados Unidos y la Unión Europea. Perú ha preferido tomar distancia, y Bolivia está atravesando dilemas de división interna con repercusiones económicas desastrosas. Una composición de problemas que están repercutiendo sobre las posibilidades de encontrar las condiciones deseables de integración. Y como lo subrayó bien Javier Solana, la experiencia de integración de la Unión Europea no podría mostrarse como ejemplo paradigmático. En medio de estas dificultades, las iniciativas desde Latinoamérica deben comprender el distintivo de su integración, con sello propio.

¿Qué tipo de destino compartido tienen europeos y latinoamericanos? El Secretario General del Consejo de la Unión Europea propuso una reflexión diferenciada para esta ocasión. Sin embargo, uno de sus argumentos centrales recayó en la necesidad de practicar un multilateralismo eficiente. Un multilateralismo eficiente significa identificar soluciones afirmativas que puedan, en cada caso, agregarse como un valor para mejorar las relaciones políticas y económicas dentro de un lapso de tiempo razonable. Algo así como invertir la paz perpetua de Kant dentro de una lectura para sociedades de seres mortales.

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