Opinión Internacional

Un duro golpe

La muerte de Marulanda es un hecho definitivamente importante para Colombia y para la democracia en la región. El gobierno de Uribe ha logrado lo que ningún gobierno anterior habido podido hacer: acorralar y desmantelar a la narco-guerrilla que insiste en sus prácticas terroristas, desde hace 40 años.

La narco guerrilla colombina, las FARC en particular, no son un grupo de liberación nacional, menos un movimiento independista. Tampoco, es una formación ideológica. Los terroristas de las FARC y el movimiento son un grupo de bandoleros que deben ser procesados por el sin número de muertes y actos de violencia y de terrorismo que han realizado en el vecino país y fuera de ellos, muchos en nuestro territorio.

La dirigencia política seria del mundo rechaza estas prácticas. No hay ninguna justificación. Mucho menos para derrocar a un gobierno democrático y acabar con la institucionalidad y el régimen de libertades.

Es lamentable la posición de Daniel Ortega cuando alaba la historia del terrorista. Años atrás, debemos recordar, el gobierno sandinista de entonces, condecoró al terrorista Marulanda, en medio de la selva. Una distinción sin precedentes. Sólo a un Ortega se le podía ocurrir semejante barbaridad.

Por su parte el ilustre secretario general de la OEA, EL CANDIDATO A LA PRESIDENCIA CHILENA, QUIEN CUENTA CON EL APOYO DEL CHAVISMO PARA TAL HAZAÑA, DESDE AHORA, no ha abierto la boca. Lamentable. Es probable que todavía se pregunte si las FARC son o no fuerzas irregulares, si Uribe es el culpable de la crisis colombiana y si Chávez no tiene nada que ver en todo esto. El señor Insulza pasará a la historia como lo que es: el más mediocre secretario general de la historia.

La Unión Europea se ha expresado claramente. El Canciller Solana lo dijo en entrevista en Bogotá en la que expresó el respaldo absoluto a la democracia colombiana y a su presidente. Esa es una postura democrática.

El fin de las FARC es un duro golpe al terrorismo y a las aspiraciones de algunos, de extender la revolución bolivariana, como lo dijo el mismo Cano, sucesor del terrorista Marulanda, cuando anunciaba la muerte del “héroe”. Se abre ahora o debería abrirse, un espacio para la negociación.

La escogencia por “unanimidad” de Cano, como lo afirman los dirigentes faracos, y no la del Mono Jojoy, el más ideólogo, pareciera favorecer el contacto y la negociación para lograr la paz que buscan y aspiran los colombianos.

Corresponde al grupo en proceso de desaparición liberar los rehenes, sin condiciones. No están en capacidad militar ni política para exigir contrapartida. Un gesto de los dirigentes de las FARC puede permitir la liberación de centenares de personas, inocentes, víctimas del terrorismo, entre ellas la ex candidata colombo-francesa Ingrid Betancourt, único objetivo –por cierto- del presidente francés Nicolas Sarkozy.

La política de Uribe, exitosa por lo demás, coloca a la narco guerrilla terrorista en situación de desbandada, lo que limita su capacidad de negociación. Muchos anuncios deben venir en estos días. Los desertores se verán en los próximos días. Seguramente enfrentamientos que golpearan de nuevo al terrorismo.

Los demócratas del mundo nos alegramos del éxito de Uribe. Es un elemento importe, sumamente importante, en favor de la paz y del progreso social. Colombia necesita paz y nuevas políticas internas, para incluir a aquellos que por años, es verdad también, han estado marginados.

La solución a los problemas de Colombia, como los de Venezuela y en cualquier parte, no está en la violencia, en el secuestro, en el sicariato, narcotráfico, menos en prácticas terroristas. La democracia permite el diálogo, la negociación y así lo hará Uribe, sin duda.

El Presidente Chávez deberá opinar algún día, sobre la desintegración de las FARC. Los demócratas lo esperan. Ojalá que no se le ocurra decretar duelo nacional por tan “irreparable” perdida, menos aún que tenga el valor de proponer en la próxima reunión que tiene con Correa, Evo y el contradictorio y oportunista Lula, un reconocimiento al “héroe” colombiano. Todo es posible en el saco revolucionario. Ya Ortega se manifestó, probablemente siguiendo las instrucciones de Caracas.

El proceso de paz sólo puede avanzar con unas FARC disminuidas o desaparecidas. No se puede negociar con una bomba en la mano, ni con rehenes. En definitiva, ha sido un duro golpe la muerte de Reyes, Marulanda y otros.

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