Opinión Internacional

Un PACO enemigo

Ojala se tratase de un policía “PACO” de los tantos que hay en Bolivia que dicho sea de paso ahora están en capilla porque tienen que obedecer órdenes superiores a menudo aberrantes que por desgracia los están enfrentando a cada vez más segmentos de la población más víctima que otra cosa especialmente en la Media Luna, Chuquisaca y Cochabamba, cuando la verdad es que deberían lidiar con los secuestradores, asaltantes y otros delincuentes que cada vez son más en las principales ciudades del país. Aquí se trata de PACO, o “cocaína basura”, una sustancia, cristaloide, amarillenta, impura, barata y por lo tanto muy dañina a la salud que al parecer proviene de los desperdicios del proceso de fabricación de la cocaína. Debe ser algo peor y más toxico que “crack” porque está hecho mayormente de disolventes como kerosén y poca cocaína. “Crack” es conocido en EEUU y otros países por décadas como derivado barato e impuro de proceso de producción de cocaína. PACO es más rudimentario y nocivo.

Dentro y fuera del país se sabe que el Gobierno insta a los comerciantes a vender coca en las ciudades del oriente de Bolivia lo que está consternando a los brasileños, argentinos y otros. Como resultado la prensa internacional en buena medida culpa las políticas licenciosas e incluso promotoras del Gobierno de Bolivia que están permitiendo el cultivo de cada vez mayores hectáreas de cocales en detrimento de la otrora famosa cosecha de cítricos en, por ejemplo, los Yungas paceños. Amén de que ahora el Chapare se ha convertido poco menos que en republiqueta independiente donde la tarea de sustitución de cultivos financiada en gran parte por la socavada USAID está pasando seguramente a la historia. Posiblemente Yapacaní sea otra. Montero ya es un centro de comercialización de la coca donde se sabe que más de la mitad se desvía hacia la producción de cocaína lo que no deja de ser una desgracia. Algo que internacionalmente está comenzando a decantar en total detrimento del prestigio de los Bolivianos donde estén, incluyendo los emigrados que son los que más vienen sufriendo los comentarios irónicos e insultantes del prójimo no boliviano. PACO es parte de la tragedia y los cultivos excedentes de cocales de Bolivia son parte vergonzosa del problema.

Lo dice formalmente nada menos que las Naciones Unidas (ONU) que, aunque no guste al Poder Ejecutivo, es la voz organizada de las cancillerías de doscientos y tantos países que está diciendo al Gobierno de Bolivia que su responsabilidad de controlar y disminuir el cultivo de cocales está dejando que desear más que nunca. El Departamento de Estado de EEUU anunció a principios de 2008 que Brasil es el segundo consumidor de cocaína del mundo, después de EEUU. De ahí que hoy se infiera que Bolivia está contribuyendo a la fabricación ilegal de cocaína y desde luego del residuo PACO cuya comercialización y consumo está haciendo estragos en las favelas y otros barrios de ciudades brasileñas y argentinas.

Menos de doscientos policías federales brasileños vigilan la frontera de 3360 kilómetros con Bolivia, aunque el Gobierno de Brasil ha dicho que la reforzará. Con todo, según la policía federal de Brasil, en 2006 confiscó 710 libras de cocaína pura proveniente de Bolivia, en 2007 confiscó la friolera de 2.700 libras lo que es un aumento alarmante. Aunque no hay cifras en torno a PACO, su presencia es más que manifiesta. Según la policía de narcóticos de San Paulo, hoy un adolecente brasileño puede comprar “tres líneas” de cocaína por tres reales, o seis dólares. Por un dólar en Brasil o por un dólar y cincuenta centavos en Argentina, el consumidor puede comprar suficiente cocaína para causarle un efecto de quince minutos de duración. Pero los traficantes están restando cocaína al producto con ácido bórico, levadura y otros, lo que ha venido a significar un mercadeo de droga barata entre las que tiene que contarse PACO porque al parecer tiene mayor atractivo.

Ahí está Ciudad Oculta, una barriada de quince mil habitantes mayormente pobres de Buenos Aires donde, según el New York Times, PACO reina entre adolecentes en medio de padres y madres desesperados por extraer a sus hijos de la desbastadora adicción que cobra salud y vidas en medio de una secuela de torpeza y delincuencia que raya en lo inverosímil. Peor, no hay forma de controlar su comercialización masiva. Es una plaga que el Gobierno argentino presidido por la señora Kirchner hasta ahora no ha combatido. Su afán de repartir lo que hay de riqueza agraria, en vez de generar nueva, la encandila. Entre tanto el consumo de PACO aumenta en detrimento de todos los suramericanos.

Por supuesto que la juventud boliviana está consumiendo cada vez más droga y seguramente también PACO. Se lo ve en las calles, parques y canales de las ciudades. Y las autoridades hacen sospechosa y costosísima vista gorda del creciente problema que ahora prolifera de una manera epidémica en los intestinos del país cada vez más propensos al desacato y a la violencia.

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