Opinión Internacional

Una amistad muy peligrosa

El enriquecimiento de uranio por Irán es algo más que
un episodio de la confrontación entre Bush y el resto de la humanidad.

Aunque los reflejos condicionados tienden a polarizar las posiciones,
actuar en este caso según la máxima de que el enemigo de mi enemigo es
mi amigo es inaplicable. De lo que se trata, si tan sólo se actuara
responsablemente, es de impedir que Irán logre las condiciones para
construir armas nucleares, porque una vez que las alcance será
demasiado tarde para todo el mundo.

Nadie puede dudar que la mezcla del fundamentalismo y armamentismo
nuclear constituye un brebaje demasiado potente. Añádasele mísiles de
largo alcance cargados con ojivas nucleares; un ofensivo
desconocimiento de la historia («el genocidio de los judíos es un
invento»); el ocultamiento de actividades ilegales imposibles de
disimular; y el resultado será la más profunda de las
preocupaciones. Declárese además que Israel debería ser «borrado del
mapa» y se generará verdadera alarma. Por ultimo, prohíbase el acceso
de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica
(AIEA), rómpanse los sellos de las instalaciones productoras de
plutonio y, amenácese con denunciar el Tratado de No Proliferación
nuclear (TNP), y lo que queda es la certeza de que se está en
presencia de gente desquiciada. O, para ser más sobrios, de un
gobierno deshonesto e irresponsable que constituye una amenaza para la
paz.

Eso es lo que están pensando los gobiernos que aprobaron la resolución
de la AIEA sobre la conducta de Irán, después de que fracasaran las
negociaciones entre ese país y Alemania, Francia y el Reino Unido
dirigidas a lograr un acuerdo de seguridad e incentivos económicos a
cambio del cese de las actividades objetadas. Resolución que fue
además aprobada por todos los países que también son miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo a Rusia
(vendedora de centrales nucleares a Irán) y China (importante
compradora de petróleo iraní), que habían tratado de jugar un papel
moderador. Pero también Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, Canadá y
la India votaron a favor. (Venezuela –junto a Cuba y Siria–, en un
acto cuya gravedad no hemos evaluado aun, votó en contra. Luego,
coherente con ese error, a los pocos días firmó un acuerdo con Irán,
creando un fondo de cooperación bilateral de 200 millones de dólares,
en medio de cálidas declaraciones de amistad.

La resolución concluye ordenando un informe sobre el
cumplimiento de los llamados que en ella se formulan al gobierno
iraní. No hay que ser experto para comprender que el texto y el tono
de la resolución son reflejo de una profunda pérdida de confianza y
de paciencia ante la cínica conducta iraní, además de un claro
emplazamiento de su gobierno a que la corrija. El informe será
transmitido al Consejo de Seguridad de la ONU conjuntamente con
cualquier decisión que tome la Junta de Gobernadores de la AIEA.

La dudosa actitud de Irán tiende a verse confirmada por el hecho de
que ya desde hace algún tiempo fabrica mísiles de tecnología
norcoreana con el nombre de Shahab y de que posee mísiles X-55 tipo
Cruise con capacidad de transportar cargas nucleares hasta Italia.

Estos mísiles no sirven sino para lanzar armas nucleares en territorio
enemigo, no para otra cosa, y aunque la AIEA no tiene competencia
alguna en esa materia, el Consejo de Seguridad si que la tiene.

Todo indica que el informe ordenado (previsto para el 6 de marzo)
certificará la ausencia de cooperación iraní y que será remitido al
Consejo de Seguridad con elementos para ser considerado bajo el
capitulo de la Carta que trata las amenazas a la paz, quebrantamientos
de la paz o actos de agresión. Lo que conduciría a la imposición de
sanciones económicas, diplomáticas y de comunicación, o a ejercer, por
medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea
necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad
internacionales, si estimare que las sanciones fueren inadecuadas.

Para ser claros, la guerra.

El dogmatismo que hoy campea en los gobiernos de Irán y de los Estados
Unidos no propicia una solución negociada y las sanciones, primero, y
luego la intervención militar parecen hoy las vías mas probables. En
fin de cuentas para los norteamericanos, como observara el senador
MacCain, el dilema es claro: «solo hay una eventualidad peor que la de
la intervención militar, y es la de Irán con una bomba atómica».

La conclusión obvia es que Irán ha pasado a representar un peligro
inminente para Europa, Israel y los Estados Unidos, así como para la
estabilidad de la mayor zona productora de petróleo del mundo, y los
países afectados no permitirán que su seguridad se vea amenazada por
nadie. En Venezuela, mientras tanto, pareciera que a ningún actor
gubernamental se le ha ocurrido que en medio de estas circunstancias
una alianza estratégica con los mullahs puede resultar terriblemente
costosa.

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