Opinión Internacional

Una Legión de Honor insólita

El gobierno francés piensa darle en estos días (o se la dió ya muy discretamente) la Legión de Honor a Carlos Lozano Guillén, el director de Voz, semanario del Partido Comunista Colombiano (PCC). Ese acto soberano del Estado francés no es cuestionable. Sobre todo si el beneficiario de esa distinción es una persona irreprochable. Pero este no es el caso. Según la Fiscalía (el ministerio público colombiano), Carlos Lozano Guillén hace parte presuntamente del aparato de propaganda de la organización terrorista Farc.

El nombre de Carlos Lozano aparece varias veces, y de manera comprometedora, en los mensajes que enviaba el número dos de las Farc, Raúl Reyes, eliminado por el Ejército el 1 de marzo de 2008. Hace pocos días, en el marco de esa investigación, que la prensa colombiana bautizó como el proceso de la “farc-política”, la Fiscalía llamó a indagatoria a Carlos Lozano.

A raiz del descubrimiento de los documentos archivados en el computador de Raul Reyes, la Fiscalía abrió una investigacion contra varias personalidades políticas por sus presuntos lazos con las Farc. Además de Carlos Lozano, la investigación incluye a Wilson Borja, Piedad Córdoba y Liliana Obando Villota, entre otros. También indaga sobre la actividad de otros auxiliares de las Farc en Europa.

Tras el rescate de Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y 11 policías y militares colombianos, el 2 de julio de 2008, las Farc mantienen aún en su poder a otros 24 militares, policías y políticos secuestrados, algunos desde hace diez años.

La condecoración al dirigente del PCC no le ha impidido (hasta ahora) a la Fiscalía cumplir con su deber. Sin embargo, ese hecho será obviamente utilizado por los abogados de Carlos Lozano para frenar la instrucción de los jueces. ¿Cuándo exactamente fue tomada la decisión de apoyar a Lozano de esa manera y quien le propuso eso al presidente Nicolas Sarkozy? Esos dos elementos no han sido comunicados a la prensa.

En todo caso, el gesto de la diplomacia francesa creó o creará una situación absurda, si no ridícula: el gobierno de Nicolas Sarkozy, quien el 14 de julio pasado, en París, había condecorado a Ingrid Betancourt con la Legión de Honor, en el grado de Chevalier, y días después, en Bogotá, confirió lo mismo al general Freddy Padila de León, comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, en el grado de Grand officier, para saludar la heroica liberación de Ingrid Betancourt y de otros 14 rehenes, va a premiar ahora a un individuo ligado de alguna manera a los secuestradores de Ingrid Betancourt !

Eso supera todas las paradojas de la complicadísima relación Francia-Colombia.

Esa condecoración enlodará la prestigiosa institución de la Legión de Honor, creada por Napoleón Bonaparte en 1802. El argumento que invocan los responsables franceses[1] para dar esa insignia al obscuro personaje es que él ha “trabajado por la paz de Colombia” y por la obtención de una “salida política” al llamado “conflicto colombiano”. El diario comunista francés L’Humanité fue aún más lacónico y aseguró, en un diminuto recuadro publicado el 7 de agosto pasado, que esa distinción era “en reconocimiento por [el] compromiso [de Lozano] con la paz en Colombia”.

El compromiso de Carlos Lozano con la paz en Colombia es más que dudoso. Las Farc fueron fundadas en los años 1950 por el partido donde milita Lozano. El PCC dirigió su brazo armado hasta el final de la década de los años 1990. Tras la desaparición de la URSS, el PCC quedó reducido a una fracción esquelética y la dirección política de éste pasó a manos de las Farc. El PCC tuvo entonces que aliarse a otros grupos de extrema izquierda. Con ellos formó el llamado Polo Democrático, cuya dirección recae básicamente sobre el PCC, a pesar de la crisis de éste.

Carlos Lozano nunca pidió a las Farc el cese de sus actividades violentas. Nunca pidió la liberación de los secuestrados. Respaldó sí la posición de las Farc de entrar a discutir la eventualidad de una liberación de los rehenes si el gobierno desmilitarizaba una parte del territorio nacional. Ni Voz, ni Carlos Lozano, ni el PCC cuestionaron jamás la estrategia de las Farc, ni sus métodos de lucha. Por el contrario, el PCC respalda hasta hoy la tesis de la “combinación de todas las formas de lucha”, el alfa y omega ideológico-teórico de los jefes de esa organización terrorista.

Ante la investigación de la Fiscalía, Carlos Lozano dice que sus intercambios con Raúl Reyes fueron “en función de la paz”. Sin embargo, esos lazos nunca lograron la liberación de un sólo rehén, ni el cambio de un centímetro del accionar violento de esa organización. Y los vínculos de Carlos Lozano son muy anteriores a todo eso. En octubre de 1998, Carlos Lozano atacó violentamente, en un editorial de Voz, a Liduine Zumpolle, dirigente de Pax Christi Holanda, por la campaña de esa Ong contra los secuestros “políticos” o no en Colombia.

En junio de 2002, el director de Voz se opuso a que las Farc fueran incluídas en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. El estimaba que ese acto «dará un golpe fatal a toda posibilidad de acuerdo humanitario» en Colombia[2] . En esa ocasión, en Ginebra, Carlos Lozano reiteró: «Es una verguenza que la Unión Europea haya decidido apoyar a los guerreristas».

Muy activo en esos días, Carlos Lozano advirtió que el uso de la Conmoción Interior, recurso contemplado por la Constitución colombiana para conjurar las graves perturbaciones del orden público, equivalía, según él, a “favorecer la guerra sucia”. El jefe comunista decía esto en un momento muy grave para Colombia: el país estaba siendo golpeado por una ola de atentados, asesinatos, secuestros y amenazas de muerte contra los gobernadores, alcaldes y concejales del país, sectores civiles considerados por las Farc como «objetivos militares”[3] . Entre 2001 y junio de 2002, 14 alcaldes habían sido asesinados por la guerrilla y por los paramilitares. El presidente Uribe, “objetivo militar” principal de las Farc, sufrirá un nuevo atentado el 7 de agosto de 2002, en Bogotá. En ese ataque, las Farc mataron a 15 civiles inocentes.

También en 2002, Carlos Lozano acusó a los organismos de seguridad del Estado colombiano de haber organizado el secuestro de un avión comercial con 22 pasajeros, en septiembre de 2000. Ese secuestro había sido cometido en realidad por un hombre de las Farc, Arnubio Ramos[4] , quien obligó a los pilotos a aterrizar en San Vicente del Caguán, controlado en esos momentos por las Farc, pues el gobierno adelantaba allí con ellos unas conversaciones “de paz” que nunca llegaron a nada.

Mucho más recientemente, en mayo de 2007, Carlos Lozano realizó una visita a París. Sus amigos, los mismos que vituperaban en esos días al presidente Sarkozy como un horrible “atlantista” y un “enemigo del progreso social”, le organizaron contactos con funcionarios del Quai d’Orsay y con diputados de la Asamblea Nacional. El director de Voz aprovechó eso para pedir la destitución del presidente Alvaro Uribe y defender, una vez más, las tesis de las Farc. «Uribe debe irse y renunciar», gesticuló ante quienes lo escuchaban. En una entrevista[5] , Lozano explicó que Francia debería ver a las Farc como un simple «interlocutor político», y que la orientación de seguridad democrática del gobierno colombiano era «una política de guerra” que el gobierno francés no podía apoyar.

Poco después de esa visita, el presidente Nicolas Sarkozy le pidió súbitamente al presidente Alvaro Uribe la excarcelación del lider guerrillero Ricardo González, alias Rodrigo Granda. Una iniciativa tan precisa llamó la atención. ¿Carlos Lozano había pasado un mensaje de las Farc al poder francés? ¿Por qué París pedía tal liberación? La prensa aseguró que tal iniciativa abriría la puerta a la solución del problema de los rehenes, que Granda abogaría ante las Farc en favor de la liberación de Ingrid Betancourt y de las otras víctimas del terrorismo. Creyendo en la existencia de una negociación seria de los franceses, el jefe de Estado colombiano otorgó a Granda la condición de «gestor de paz» y lo sacó de la cárcel el 4 de junio de 2007. Granda no hizo nada por los rehenes. Huyó hacia Cuba y se reintegró a las Farc. Menos de un mes después, el 28 de junio, las Farc masacraban a once diputados-rehenes.

Una vez más, Alvaro Uribe y Nicolas Sarkozy habían sido burlados de forma sangrienta por las Farc. El papel que jugó Carlos Lozano en ese grave episodio será sin duda investigado algún día por la Fiscalía[6] .

El 2 de julio de 2008, cuando Ingrid Betancourt y los 14 otros rehenes fueron sustraídos al control de las Farc, gracias a una operación militar colombiana, los observadores creyeron que ello abría una nueva fase de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Francia, tan deterioradas en los últimos años por el asunto Ingrid Betancourt. La visita ulterior a Bogotá del ministro francés de la Defensa, Hervé Morin, y la condecoración por éste del general Freddy Padilla de León con las insignias de la Legión de Honor, eran signos de un positivo cambio de actitud entre las dos capitales.

¿Esto es sólo un espejismo? La decisión de París de premiar a Carlos Lozano, y no precisamente por sus cuestionables editoriales, creó un nuevo malestar. Hay en ese gesto como un sutil mensaje. Francia sigue viendo erróneamente a Colombia como un país dividido en dos bandos, el del gobierno y el de las Farc, ante los cuales ella no toma partido. Si felicita a uno, debe felicitar al otro. La señal es tenue, pero registrable. Para no romper un cierto equilibrio, condecora a un héroe militar y hace lo mismo a un enemigo declarado de las fuerzas militares. Ese paralelismo es extraño y chocante.

Ciertos profesores “expertos en Colombia” inventaron en París, hace más de una década, la doctrina de los actores armados: gobierno y guerrilla, decían, son actores equivalentes, de legitimidad comparable. Es inútil, pues, apoyar a uno contra otro. Esa doctrina, que confunde el asesino con su víctima, y que prescinde del hecho de que el poder colombiano emana de un mandato democrático, estuvo a punto de demoler las relaciones entre Colombia y Francia. Durante la presidencia de Jacques Chirac, Francia pedía la liberación de Ingrid Betancourt al gobierno de Uribe y a las Farc, como si el responsable de esa tragedia no fueran, exclusivamente, las Farc. París llegó a prohibirle a Bogotá atacar a las Farc para liberar a Ingrid Betancourt. Tal aberración generó amargura en Bogotá y prolongó la pesadilla de los rehenes. La operación Jaque demostró que París se equivocaba y que el enfoque colombiano era el acertado.

Esa lección no es aceptada por algunos en Francia. Bien incrustado en sectores claves de la vida francesa, el lobby pro Farc impide que el Estado francés apoye a Colombia en su lucha contra el narco-terrorismo. Esa clique es muy activa y logra imponerse. Irrisorio si no fuera por el fuerte simbolismo que encierra, el affaire Lozano muestra que la doctrina de la neutralidad ante Colombia se sigue aplicando.

La clase política colombiana es en parte responsable de esa situación. Durante años, Bogotá ha guardado silencio ante las intrigas y las campañas de intoxicación de esa clique e impedido que su diplomacia responda y proteste. La prensa colombiana, que Carlos Lozano y el semanario Voz acusaron siempre de estar “al servicio de causas infames y de los oscuros intereses del gran capital nacional y transnacional”, cerró los ojos ante el impacto negativo que tienen las manipulaciones de las Farc en Europa y Estados Unidos. Cuando los computadores de Raúl Reyes revelaron los nombres y las actividades de algunos de sus agentes en Europa, la prensa colombiana parecía no poder creelo.

Es lamentable que este episodio insólito de una Legión de Honor otorgada a alguien acusado de tener vínculos con las Farc ocurra en Francia, país que está llamado a ayudar a Colombia en su lucha por la libertad. Ante eso no podríamos dejar de utilizar una frase reciente del célebre escritor Denis Tillinac: “En estos momentos en que Sarkozy contribuye a disipar tantos tabúes, es triste constatar que en Francia, hic et nunc, perduran constumbres dignas del régimen de Fidel Castro”[7] .

Eduardo Mackenzie es periodista y escritor. Último libro publicado: Las Farc, fracaso de un terrorismo (Random House/Mondadori, Bogota, 2007).

[1] Entrevista del autor con dos funcionarios del Quai d’Orsay en agosto de 2008.

[2] Ver el artículo de Anncol, el órgano de prensa de las Farc en Estocolmo, intitulado Former Peace Broker Criticizes EU, 21 de junio de 2002; CN 21.06.2002.

[3] Ver El Tiempo, Bogotá, 21 de junio de 2002; BBC, Londres, 24 de junio de 2002; El Tiempo, Bogota, 26 de junio de 2002; Xinhuanet, Pekin, 25 juin 2002; Courrier International, París, 25 de junio de 2002.

[4] Ver El Colombiano, Medellín, 27 de agosto de 2002.

[5] Ver la entrevista de Franck Gaudichaud en :

(%=Link(«httprisal.collectifs.net/spip.php?article2167 «,»http://risal.collectifs.net/spip.php?article2167 «)%)

[6] El 14 de agosto de 2008, el presidente Alvaro Uribe reiteró a Interpol la necesidad de incluir a Granda en la «lista roja» de los delincuentes más buscados del mundo.

[7] Valeurs Actuelles, París, 29 de junio de 2007.

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