Opinión Internacional

Urgente, cambiar Europa

Se agota el modelo neoliberal que se está siguiendo para construir y gobernar Europa. Y no es de extrañar que los gobernantes no tengan ideas. Llevan años dándole vueltas a lo mismo y sin éxito: flexibilizar el mercado, bajar los salarios, favorecer a los capitales… y lo que han conseguido está a la vista. Hoy hay más pobres en Europa, más trabajadores precarios, menos crecimiento de la economía… pero, eso sí, muchos más beneficios acumulados por las empresas. Y, además, unos beneficios que no generan más inversión productiva o crean más empleo, como auguraban los defensores de las políticas neoliberales. Por el contrario, se han dedicado a la especulación y ahora padecemos la crisis más grande del último siglo. ¡El capitalismo especulativo se come al capitalismo!
Antes, cuando subían los precios, decían que había que moderar los salarios para que no siguieran subiendo. Ahora, cuando dicen que hay que evitar la caída de los precios para evitar la deflación, no sólo no hablan de subir los salarios, sino que siguen diciendo que hay que moderarlos.

No es que no tengan ideas para crear empleo. Lo que sencillamente no tienen es voluntad de enfrentarse a los intereses de los poderosos que no necesitan el empleo para ganar dinero, ni quieren contribuir con sus impuestos para aportar recursos que permitan crearlo.

Se podría crear empleo en Europa desde mañana mismo: obligando a que el Banco Central Europeo financiara programas de gasto orientados a generar capital social en lugar de seguir dando dinero a bancos que son insolventes y que todo lo que reciben lo dedican (inútilmente pues el agujero es inconmensurable) a tratar de salvar sus balances. Se podrían llevar a cabo reformas fiscales que gravaran las actividades especulativas, los patrimonios y los beneficios procedentes de ellas para cambiar el modelo productivo en Europa y favorecer así la utilización de recursos endógenos y la actividad económica sostenible.

En Europa hay más de 60 millones de pobres, un déficit muy grande en salud, enseñanza, investigación e innovación, igualdad y conciliación, en gestión medioambiental y desarrollo de nuestras fuentes energéticas, en cooperación internacional, en desarrollo de agricultura ecológica, en integración cultural… y en todos esos campos la actividad podría ser fuente intensiva de cientos de miles de empleos. Claro que fomentar esa actividad requeriría apoyar a nuevas empresas, a nuevos intereses económicos y, sobre todo, ir cerrando el paso a las que ahora dominan los mercados europeos en torno a un modo despilfarrador, insostenible, pero muy rentable de producir y distribuir los recursos.

Y requeriría nuevos instrumentos de decisión que empoderaran a los ciudadanos, como se empoderarían también si disfrutaran de un salario y de un trabajo dignos, que es lo que en realidad se está evitando con las medidas tomadas.

Está claro. Hay que echar a esos dirigentes políticos que incluso reconocen que no tienen ideas y empezar a construir otra Europa.

Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga

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