Opinión Internacional

“Yo que tanto quiero unir”

“Yo que tanto quiero unir” diría la tricolor nacional si pudiese hablar. ¿Por qué? porque el 17 de agosto fue día de la bandera boliviana pero la mayor parte de los medios y las instituciones públicas nacionales y departamentales de todo el país, según me entero, ignoraron la fecha y por lo tanto la bandera y su significado que hoy más que nunca deberíamos enaltecer por razones cívicas y políticas, sobre todo por parte de las fuerzas en discordia que por donde se las mire y escuche buscan el apoyo popular, sea la occidental centralista, indigenista, socialistoide y tozuda, o las que conforman la Media Luna, Chuquisaca, buena parte de Cochabamba y la ciudad de La Paz que propenden a izar y hacer flamear las banderas regionales más que la nacional. Un error que a la manera de la gota al final puede quebrar la roca. Esa irreverencia para con una Bolivia unida representada por la bandera nacional refleja la indiferencia que se tiene hoy a los esfuerzos aglutinantes dispuestos a seguir edificando un país pese a las vicisitudes y contratiempos disgregantes y hasta ciegos que por desgracia nos desviven. Las banderas departamentales flamean y hasta la whipala indígena, dizque de hasta siete colores (corme y/o kurmi), también se da ínfulas político-regionales porque busca inmiscuirse en el orbe emotivo, constitucional e histórico de la tricolor nacional, lo que también me parece inaudito. La whipala coquetea con el país como si éste estuviese dispuesto a divorciarse de la tricolor lo que es un error, una inmoralidad y desde luego una forma de insulto a un símbolo poco menos que sagrado de la nacionalidad, como también lo son otros símbolos como el escudo y el himno nacionales que históricamente han sido respetados por todos los bolivianos aunque no siempre. Ilustro El domingo 20 de mayo de 1979 en Chuquiago Marca (La Paz) se clausura el Primer Congreso de la Juventud India del Kollasuyo (JIK), y el documento dice que se trata de “la más trascendental fecha de la historia India del Pueblo Kollasuyo y del mundo”, (sic) “después de haber soportado… injusticia durante 500 años”, resuelve: primero.- “Frente a la sagrada Wiphala … entonamos el Himno a Tupac Katari. … Segundo.- La Juventud india… se compromete a luchar hasta conseguir el poder del GOBIERNO INDIO aún con el sacrificio o mar de sangre”. Nótese que en ningún momento se enarbola la bandera de Bolivia ni se entona el Himno nacional. Lo que sí se resuelve es la creación del Partido Indio (PI) “como órgano e instrumento de lucha del Pueblo Indio Aymara, Chiriwano, Izozog, etc.” (sic). Se excluye al pueblo quechua (ver Política y partidos en Bolivia, 1987, de Mario Rolón Anaya, p. 688). O sea que por ahí crece el vilipendio de la tricolor boliviana. Cabe aclarar que la whipala ya tuvo dueño porque la de ahora es una imitación de la bandera de los tercios españoles que en las guerras europeas de religión del siglo XVI y XVII ganaron el noventa por ciento de las batallas en defensa de las políticas de los reyes habsburgo-católico-españoles. El cuadro La rendición de Breda, de Velázquez, reproduce, tras el caballo, la bandera cuadriculada de blanco y celeste del tercio de Spinola. La bandera del tercio “Amarillos Viejos” era cuadriculada de amarillo y negro. De ahí quizá venga el dicho: “la bandera vieja y rota, al regimiento da honra”. Con esa fama triunfadora llegó la bandera de los tercios a las colonias americanas que, aunque conmueva, la whipala es heráldica copiada. Dicho sea de paso lo católico de todo esto está presente en las celebraciones de los indígenas andinos, desde la diablada hasta las procesiones religiosas. Son más hispánicos de lo que creen. Los indígenas del Occidente empezando por S.E. quieren la whipalación de Bolivia; en tanto que la Media Luna prefiere que la dejen tranquila construyendo su futuro autonómico que con justa razón excluye los devaneos “socialistas del siglo XXI” del Gobierno seguidor del presidente Chávez. En ambos casos parecería que la unión de Bolivia representada por su bandera tricolor es una prioridad secundaria. Se trata de una irreverencia condenable que si los bolivianos de todos los ámbitos de la nacionalidad refutamos a medias, estaremos coadyuvando, acaso inadvertidamente, a la partición de Bolivia que más de un mal boliviano busca. Por favor, despertemos y practiquemos más respeto a nosotros mismos que en este caso es, o viene a ser, la reverencia al rojo, amarillo y verde que son parte de nuestro ser y de nuestros sentimientos para con el ancestro boliviano poblado de muchos seres humanos grandes y notables. Todos deberíamos saberlo. Se trata de parientes y amigos que, por si nos hemos olvidado, han dado la sangre y la vida por dejarnos esta Bolivia que hoy por libertinos hemos echado a una ruleta fratricida que sólo puede llevar el nombre de epidemia de estulticia, cuando la verdad silenciosa es que hay mucho que hacer para extraerla del marasmo actual que ya está de buen tamaño…..

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