Opinión Internacional

Zimbabwe y las falsificaciones de Mugabe

Zimbabwe es un país que queda en el sur de África, como consecuencia de lo peor legado del colonialismo europeo en ese continente, puesto que fue creado en el siglo 19 como un feudo personal del empresario ingles Cecil Rhodes – de ahí que inicialmente se llamara Rodesia del Sur – y luego, al declarar su independencia, se convirtió en una nación racista en la cual una minoría blanca descendiente de inmigrantes dominó por décadas a la mayoría negra autóctona.

La lucha de las mayorías negras por obtener el poder en el país, pudo haber sido igual de gloriosa a la de Sudáfrica de los ex presidentes De Klerk y Mandela, de no haber sido por la gran ambición de los miembros del partido que otorgó el sufragio universal al país – la Unión Nacional Africana de Zimbabwe, el ZANU – liderado por el hombre que secuestro la libertad y la democracia del país, Robert Mugabe, quien se ha perpetuado el poder desde 1980 hasta hoy en día por medio de clientelismo, cambios constitucionales que han instaurado la elección indefinida, plebiscitos, ventajismo, y cuando hizo falta, fraude electoral. Mugabe también es responsable de crímenes de lesa humanidad.

El que fue uno de los países más ricos de África durante décadas, se convirtió bajo Mugabe y su corrupto gobierno con el ZANU en la nación con más inflación en el mundo (100.000% en marzo de 2008), por sus políticas de un estatismo asfixiante que incluyó la expropiación de 4 mil granjeros blancos para una supuesta reforma agraria que quedó en una política discriminatoria y populista. Así las cosas, Zimbabwe, con el gran potencial de prosperidad que le otorgan sus abundantes recursos minerales, es hoy una de las naciones más pobres de la tierra.

En 2002 Mugabe hizo un fraude electoral denunciado por observadores internacionales y ahora intenta robar de nuevo la victoria del el ex líder minero y sindical Morgan Tsvangirai, generando una crisis política a un país que bien gobernado, debería ser hoy una de las naciones más prosperas del mundo.

Mugabe conserva una copia de la espada de Bolívar que le regaló Hugo Chávez en el nombre de “dos revoluciones hermanas”. Dios, ideología, ambición o egolatría los cría y ellos se juntan, falsificando el legado de El Libertador.

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