Opinión Nacional

11 de abril del 2002: no quiero olvidar

De hecho, sería terrible olvidar lo que en tal fecha ocurrió, más aún vista la presente actitud que en relación a esa masacre mantienen sus responsables. Es el caso, que pasados 10 años se profundizan todas y cada una de las razones para aquella rebelión popular, que amparada en el 350 constitucional tuvo su epicentro en la ciudad de Caracas.

Para tal fecha era evidente la intención del todavía legítimo gobierno del teniente coronel Hugo Chávez por adueñarse del Poder Público Nacional e instaurar la tiranía que hoy padecemos. Ante tales circunstancias resultaba justo y necesario que la sociedad democrática venezolana se defendiera conforme a la Constitución, y así lo hizo.

El paro cívico de los otrora empleados administrativos de Pdvsa, ya organizados como «GENTE DEL PETRÓLEO», negados a trabajar para un patrono socialista que se empeñaba en hacer de la principal industria nacional la «caja chica» del partido de Gobierno, dieron el ejemplo. Ante ello Hugo Chávez, violando con toda intención el ordenamiento jurídico laboral los «botó» (silbato mediante), y los héroes de la empresa petrolera tomaron la calle, cívica y pacíficamente y la Venezuela demócrata los siguió. Lo que continuó es historia patria.

Más de 100 mil venezolanos, valientes y convencidos sobre la pertinencia de la libertad por encima de la opresión dirigieron su marcha hasta la sede del Gobierno, ejerciendo así su derecho a pedir al todavía presidente constitucional su salida pacífica del poder en virtud de los daños causados por su gestión gubernativa de apenas 2 años, y ahorrarnos así el caos de una tiranía socialista que va rumbo a los 14.

Ante ello la inacción y la burla del teniente coronel fue la única respuesta. En tanto, grupos de socialistas, violentos y armados hacían frente a todo aquel que osara acercarse al palacio de gobierno, aun si se tratare de la fuerza pública.

Saldo fatal de 20 muertos, con más de 100 heridos y nadie en prisión en razón de la autoría material de tal masacre aun cuando el régimen gobernante tenía ya control de todos los órganos de seguridad ciudadana, Ministerio Público y Poder Judicial. Entonces ¿Cómo olvidar?

Cómo olvidar, cuando nuestra incapacidad para concretar como sociedad tan magno esfuerzo cívico ha posibilitado la permanencia de un régimen socialista culpable de mantener en prisión política a dignos venezolanos que como Iván Simonovis, José Sánchez «Mazuco» y otros tantos, pagan con su libertad y con su salud el costo por pensar distinto.

Todas y cada una de las vías constitucionales consagradas para restablecer la plena vigencia de nuestra Carta Magna son válidas. El próximo 07 de octubre es otra gran oportunidad. Ganar la «Batalla de las ideas» es siempre el mejor camino, el camino para la paz con base en la justicia, pero sin olvidar, olvidar todavía no.

Porque así como para nuestra Iglesia Católica Apostólica Romana, «El perdón de los pecados reconcilia con Dios y también con la Iglesia». Canon 1462; exige también el cumplimiento de varios pasos para que el sacramento de la reconciliación tenga validez, y pueda expresar así un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio realizado en nosotros. Caso contrario la reiteración del pecado se hará costumbre.

Del mismo modo, en nuestro trajinar socio-político no procede el perdón y menos el olvido en tanto los causantes de esta tragedia no tomen conciencia del daño engendrado, desistan de continuarlo y asuman en justicia la pertinente sanción. ORA y LABORA.

 

 

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