Opinión Nacional

112 años de la muerte del soldado de Dios que desterró Venezuela

Un 17 de julio de 1895 fallecía de fiebre amarilla el sacerdote cumanés, Antonio José Sucre y Alcalá, sobrino del gran mariscal, que dejó sus restos en Babahoyo Ecuador, ya que se encontraba en aquel país, tramitando la repatriación de los restos de su tío, porque el gobierno venezolano lo había enviado para esta misión con rango diplomático.

Cabe señalar que nace en 1831, y los historiadores de la época señalan que su nombre homónimo al del gran mariscal, sería lógico, por la fama que adquirió su tío en la gesta libertadora. Pues bien, su estada en Ecuador como precisamos en el párrafo anterior, estaba enmarcado en la búsqueda de los restos del gran mariscal, y en esos términos embarcó en un vapor hacia Guayaquil, desde el puerto chileno de Valparaíso, para cumplir con la misión encomendada.

No era la primera vez que trataban de repatriar los restos de su tío, sino que fue la tercera vez, la primera en 1845, después en 1875 y en esta ocasión en 1894-1895, y la justificación estaba en que se cumpliría el centenario del nacimiento de Sucre, argumento de gran valor para el gobierno venezolano quién en 1894 había encomendado la misión diplomática como agente confidencial a Sucre en Chile, y esa es la razón por la cuál estaba en la nación austral.

El 30 de enero de 1895, casi un mes antes a la conmemoración de los 100 años del nacimiento del gran mariscal, Sucre es invitado a una recepción en el congreso donde pronuncia una discurso agradeciendo al gobierno ecuatoriano por las facilidades dadas para su misión y al termino de sus palabras presenta al Presidente de Ecuador la carta que lo acredita como enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Venezuela en el Ecuador, ante lo cuál el presidente ecuatoriano dice“Bien merecíais que vuestra noble nación os elevase al mayor rango de la jerarquía diplomática. Un distinguido vástago de la ilustre familia de Sucre no puede menos de figurar a competente altura, en la época en que las miradas de todos los pueblos americanos se levantar a contemplar al excelso vencedor de Pichincha en el pináculo de la gloria….Tened señor ministro , la seguridad de que, en el día 3 de febrero próximo, no habrá en la nación ecuatoriana corazón alguno que no palpite por Sucre; pues hasta los más enardecidos por el rencor civil, y los más desazonados por la aflicción o el hastío, tendrán que unificarse en el gran sentimiento de amor, gratitud y veneración al excelso hijo de la venturosa Cumaná. Os reconozco en vuestro alto carácter de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Venezuela”.

Las palabras del Presidente Luis Cordero Crespo, enuncian en todo su esplendor el respeto de las credenciales del presbítero Sucre, conocido en las naciones que bañan el mar pacífico, por su labor en la prensa , y especialmente en la defensa de las ideas conservadoras, en tiempos donde la iglesia católica tenía un rol determinante en la sociedad, pero más allá de calificativos a esta figura que inclusive se reunió en el Vaticano con Pío IX y fue firmante del tratado de Coche, tenemos que indagar un poco más sobre su estancia en Ecuador, ya que su fin era recobrar los restos del gran mariscal, hecho que como todos sabemos no fructificó, pero la estancia en el país del Guayas dejó algunos elementos relativo a los restos de Sucre, ya que la investigación dejo muchos puntos suspensivos, ya que el sobrino de Sucre acusó directamente a los sacerdote de la orden franciscana de dificultar la búsqueda, pero el final de la historia fue la firma de un protocolo donde se admitía el fracaso de la misión para encontrar los restos del gran mariscal , protocolo firmado por Sucre y el Doctor Luis Salvador, Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador “Los gobiernos de la república del Ecuador y de los EEUU de Venezuela declaran la imposibilidad absoluta de dar con los restos del gran mariscal de Ayacucho, irremediablemente perdidos dentro o fuera del recinto del convento de San Francisco de Quito, donde fueron piadosamente sepultados por la señora Mariana Carcelen y Larrea , consorte y viuda del General Sucre, con el fin de asegurarles para siempre cristiana e inviolable tumba” (Artículo 1°, del Protocolo firmado el 11 de junio de 1895).A pesar de algunos años más tarde se encontraran los que la historia oficial dice los restos del gran mariscal, ya en 1930 la historiadora Lucila de Pérez Díaz escribió “Maravillosa historia de unos restos”, donde expone la tesis de que la viuda del gran mariscal nunca hizo exhumar los restos “Ni los trajo a Quito”, versión comentada por uno de los primeros biógrafos del presbítero“Esa disquisición de la ilustre académica deja muy poco terreno firme para sostener la autenticidad de lo que se guarda como despojos mortales del insigne paladín. Quién sabe si, al fin y al cabo, el llamado “extravagante protocolo de 1895” era lo único que estaba en razón” (Nicolás Navarro, Anales eclesiásticos venezolanos, página 370).

Finalmente, al morir el Presbítero Sucre, el Presidente Eloy Alfaro (Había dimitido el Presidente Cordero Crespo), decretó solemnes honras fúnebres, y debemos decir que no murió solamente rodeado de militares y personeros diplomáticos, ya que según el escritor ecuatoriano Rodolfo Pérez Pimentel, Sucre alojó en la casa de la gobernación y también donde sus parientes, Antonio José, Carmen, Lucía, Obdulia y Dolores Sucre y Lavayen, hijos de José Ramón Sucre y Ramírez de Bastos, cumanés, prócer de la independencia quién se radicó en Ecuador…cabe señalar que su hija Dolores es reconocida como una de las figuras más importantes de la poesía ecuatoriana, pero la mitad de ella también es cumanesa, pero esa es otra historia que seguiremos escribiendo, tal como las historias del Presbítero Antonio José Sucre Alcalá, 1831-1895.

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